sábado, 4 de mayo de 2013

POR QUÉ NOS DUELE EL MAL AJENO


Tres personas han abierto diálogo a partir de la presentación del blog que inicié la semana pasada y las he contestado desde el correo electrónico porque por ese medio se han querido comunicar.  De las tres, ha habido una de especial significación para mi porque me hacía partícipe del dolor que experimentaba, al no poder estar al lado de una de sus hermanas que se encuentra muy grave de salud; tiene cáncer al cerebro.

Lo dicho ha provocado en mi la reflexión que comparto: “por qué nos duele el mal ajeno”.  No pretendo mezclar esta meditación compartida con lo que podríamos llamar “modos de responder ante el mal ajeno”; esto puede formar parte de otro diálogo sobre psicología y la vida.

Creo que existen 3 razones complejas, es decir, tres razones que concentran muchas variables cada una de ellas.  Desde la nosología  psicológica hablaríamos de “tres razones sindrómicas” que explicarían el porqué de nuestro dolor. Dado que el tema puede resultar ligeramente complejo, me propongo desarrollarlo en tres post consecutivos sujetos, claro está, a la participación de quien se interese en este tema.

La primera razón por la que nos duele el mal ajeno (es la expresión de nuestras emociones y afectos positivos:  bondad, solidaridad, afecto y amor, es decir…, porque existe en nosotros la necesidad de hacer las cosas bien y queremos que todos estén bien…; porque hemos sido educados en la solidaridad  con mayor o menor grado de altruismo, aunque sea solamente por el criterio de -hoy por ti, mañana por mi-…; porque experimentamos afecto ante las personas conocidas con las que tenemos algún grado de amistad…; porque amamos a las personas bio-psicológicamente o psico-espiritualmente y llegamos a experimentar sus dolencias como si fueran nuestras.
dolor, sufrimiento etc.)

Esta primera razón sindrómica exige, necesariamente, habernos educado en la generosidad de la donación personal o, dicho de otra manera, habernos educado en la consciencia de ser personas, esto es, en el autoconcepto de sólo tener sentido saliendo de nosotros mismos para encontrarnos con otros seres humanos y con ellos comprometernos para apoyar su salud, su bienestar, su crecimiento en el reto que nos ofrece la vida: ser personas.

Los seres humanos estamos espontáneamente condicionados por el espíritu que nos define como personas, y que no nace ni de nuestra estructura biológica (corporal), ni de nuestra estructura psicológica  (alma) sino que, estando condicionado por ellas, tiene autonomía y se constituye en guía de ellas, y por eso vamos en pos de descubrir y generar bondad, hermosura y verdad.
Esta es la razón primera del tema que nos ocupa: interés por el dolor ajeno.

Sé que en los párrafos que anteceden se han expuesto bastantes temas de análisis, reflexión y diálogo que con gusto desarrollaré, con especial interés si alguien lo sugiere.
Buen fin de semana...

2 comentarios:

  1. Porque nos duele el mal ajeno, muy interesante y poco conversado y poco escrito. La primera razón que planteas tiene que ver con la capabilidad de dignificar siendo en esencia, creo que ese sentir es lo que nos conecta con el sentido infinito de ser y hacernos humanos. creo que más que condicionados por el espiritu estamos motivados o irradiados ya que su reflejo dependerá muchisimo del nivel de conciencia de educabilidad que se haya tenido de ser persona con, para y por el otro.
    Conciencia del dolor ajeno me hace recordar hace tres dias una experiencia pública, una joven en el suelo sangrando en la cabeza y cada persona conforme llegada sin distinción de edad iba expresando su indignación de lo que suscitaba, cada cual buscaba de dar solución al hecho sin embargo algunos quedaban con el impacto y otros impedian la acción humanitaria por cuestiones legales que habia que tomar en cuenta. El sentido imperioso de algunos que querian solo llevar al hospital y otros que no querian dejar tocar a la accidentada, dio un silencio en que se escuchó algo muy profundo la voz de un niño que decia "que hablan, no ven que le duele hay que curarla". creo que en esta primera razón "le duele" desde un pensamiento concreto nos debe permitir recuperar la educabilidad de la conciencia y de la generosidad. Ello pasa efectivamente por que hay un sentir base que nos conecta con el dolor del otro. Sin embargo esa conexión para la acción nos va a condicionar un amor construido de la esencia de ser humanidad y hacer personas en nuestra interacción.

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  2. Qué maravillosa lección la del niño... Estaba libre de aprendizajes sociales de conveniencia, de oportunidad, de moral... y sólo respondió desde la ética, es decir, desde la perfección de toda moral (o ley) "si le duele hay que curarla" porque lo que importa son dos cosas: es una persona y le duele.

    Cuan cierto, una vez más, que de la boca de los niños bruta la sabiduría LIBRE; en cambio, de la boca de los adultos, brota el cálculo... ESCLAVIZADOR y paralizante.

    Pero ¿qué hacer frente a la presión de la moral, de la ley? Dos cosas: obrar en grupo éticamente "como Fuenteovejuna.. todos a una" y, si no hay coraje mancomunado... asumir el riesgo de la ética, solos. Cualquier otro modo de obrar seguro que será humano, pero no será digno de ser personas.

    Gracias Sonia, por tus aportes.

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