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domingo, 19 de junio de 2016

EL RETO DE SER PERSONA HUMANA, ENTRE SÓLO SERES HUMANOS - 2


Definida la persona humana como “el ser que,  socialmente: vive, se expresa y trasciende, con consciencia libre, actuar honesto y transcender místico”, ¿cómo se constituyen estas tres variables?

Cada una de ellas tienen tres indicadores básicos que describiré porque, creo, son de gran importancia para el proceso de auto-educación-permanente, y otros complementarios de acuerdo a la cultura de que formamos parte y que, por ser culturales, no se pueden analizar de manera genérica.

Los 3 componentes de la Consciencia Libre...Se definen por la vivencia de 3 verbos-(acciones): Pensar… verazmente,  Desear… no posesivamente y  Criticar… comprometidamente

Las 3 acciones exigen autocontrol que deberemos aprender educativamente… mediante la perseverante y libre-aprehensión de estrategias de auto-registro de nuestro  actuar, que abarque la acción de cada uno de los 3 verbos… para tener “control y autocontrol de las necesidades primarias y de las necesidades creadas.
Este proceso educativo ha de comenzar desde la infancia, aprendiendo a aceptar fruitiva y gozosamente los límites, y culminar en la adolescencia, asumiendo los riesgos de la creatividad y de la ejercitación de iniciativas, supervisadas.
¿Y qué pasa si estos aprendizajes no han formado parte de nuestra experiencia y somos adultos?  Pues que lo que no aprendió Juanito-a, tendrá que aprenderlo Juanote-a.

Ser veraz es, ciertamente, expresar lo que uno cree ser cierto pero para llegar a ese convencimiento de certeza se necesita, antes, pensar rectamente y, después, no permitirnos dudar de lo que hemos considerado ser los objetivos rectos de nuestra vida.

Si ante cualquier experiencia emocional, nos permitimos dudar de los objetivos de nuestra vida y calcular el costo-beneficio de la oportunidad que la emoción pone a nuestro alcance… entonces, irremisiblemente caeremos en la tentación de no pensar verazmente y auto-engañarnos porque “la tentación es una duda alimentada”, y nuestro pensamiento se verá perturbado por la mentira.
Habremos comenzado a dejar de ser libres.

Alimentar la duda (la tentación) tiene como estímulo algún tipo de afán posesivo (afectivo, sexual, económico, socio-profesional, religioso, etc.) porque con el poseer, filogenéticamente = inconscientemente, tratamos de “asegurar no morir”, pero esta apetencia encubre una trampa porque si no tenemos origen en nosotros mismos sino en un contexto social, la apetencia, para ser saludable, no tendrá que perjudicar a otros y, si eso es inevitable porque por justicia-distributiva igualmente nos corresponde como corresponde a otros-as, habremos de regirnos por el criterio de “orden en la justicia”.  De cualquier otro modo el deseo o imposición posesiva se habrá transformado en “mentira-homicida”. La historia está plagada de estas experiencias (en la relación interpersonal, de parejas, socio-políticas, deportivas, guerras civiles y religiosas) porque no deseamos vivir ordenadamente sino poseer arbitrariamente y a eso llamamos libertad y, al hacerlo así, mentimos.

Lo dicho hasta aquí se complementa con la tercera acción: la crítica comprometida que nos permitirá replantearnos qué de lo nuevo que cuestiona o motiva emocionalmente nuestra existencia es válido.  La verdad vivida para ser libres exige de nosotros 2 condiciones: - crecimiento constante con la consiguientemente renovación positiva y  creciente de nuestros objetivos de vida - y  que esté socialmente comprometida a ser eficiente para nosotros y para los próximos (que hoy, con el alcance tecnológico, son casi todos). 
Cuando así pensemos, apetezcamos y obremos estaremos siendo honestos. 
La veracidad está al servicio de la honestidad (y, siendo necesaria, es menos que ésta) que consiste en “ser eficientes en el logro de los objetivos que por igual nos beneficien a nosotros como a quienes nos rodean”.

La honestidad, por lo dicho, tiene dos exigencias: el juicio autocrítico = juicio ético para crecer individualmente y el juicio crítico-adulto = juicio místico para crecer socialmente  Éste nos exige denunciar, anunciar y comprometernos para cambiar las situaciones sociales de injusticia; de otro modo no podremos ser libres. 


(continúa)

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