- Este post es, literalmente, transcripción del comentario hecho, por un dialogante, y de la respuesta correspondiente. Creo que son pocas las personas que leen los comentarios que considero son, todos muy buenos pero, éste, me ha merecido una respuesta un poco extensa y por eso creo que se puede convertir en un nuevo post-complementario. Los dialogantes me dirán si la decisión es, o no es, acertada.
- "Querido Julián, nuevamente quisiera continuar nuestro dialogo. Hace ya tiempo, leí algunos pasajes de la polémica intelectual Judith Butler, que asevera el origen puramente social del género sexual en el ser humano. La identidad sexual sería una construcción social, acaba por las redes de poder, es decir algo ideológico. Sin embargo, tengo la intuición que la identidad de género sexual posee una base objetiva, sea biológica o algo más. Tengo también en mente que los miembros de la ilustración hablaban de un espíritu asexuado diciendo "L'âme n'a pas de sexe". Que dirías al respecto? No es el cuerpo también parte de nuestra identidad y la separación radical entre alma (o mente) y cuerpo una ilusión?"
Hola querido Dialogante; me alegra poder ampliar contigo este tema que, por la profundidad de tu comentario y por las implicaciones que puede tener en la vida de todas las personas, bien puede servir a muchos que, ojalá se animen a dialogar como tu lo haces, para enriquecimiento de todos y que creo puede ser un post nuevo a la par que complementario del anterior.
Lo que dice Judith B. tiene como contenido de verdad el hecho de que el concepto lingüístico y el léxico de género e identidad de género cambia de cultura a cultura y de tiempo histórico a tiempo histórico. Vale decir que el contenido lingüístico de estos términos cambia de un lugar a otro y de un tiempo a otro. En este sentido "sexo e identidad sexual" son un constructo social.
Pero algo muy diferente son los conceptos de sexo genético, sexo gonádico, sexo de asignación, opción de vivencia genital subjetiva y opción de comportamientos social-sexuales.
A este respecto te remito a las lecturas de 3 post anteriores que llevan por título "El amor está herido de muerte por las falsas verdades". Pueden ayudarte a esclarecer concepto y a orientar, quizás, algunas de tus vivencias.
Lo que dice Judith B. tiene como contenido de verdad el hecho de que el concepto lingüístico y el léxico de género e identidad de género cambia de cultura a cultura y de tiempo histórico a tiempo histórico. Vale decir que el contenido lingüístico de estos términos cambia de un lugar a otro y de un tiempo a otro. En este sentido "sexo e identidad sexual" son un constructo social.
Pero algo muy diferente son los conceptos de sexo genético, sexo gonádico, sexo de asignación, opción de vivencia genital subjetiva y opción de comportamientos social-sexuales.
A este respecto te remito a las lecturas de 3 post anteriores que llevan por título "El amor está herido de muerte por las falsas verdades". Pueden ayudarte a esclarecer concepto y a orientar, quizás, algunas de tus vivencias.
En ellos encontrarás la base biológica a la que aludes, no sé si intuitivamente o cognitivamente. Tienes razón: las vivencias de género, sexuales y de sexualidad tienen base filogenética y genética; es decir, biológica. Pero en la especie humana esta base condicionante de nuestros comportamientos genitales y sexuales está supeditada a la orientación que sobre ella ejercen los aprendizajes sociales, guiados por nuestra estructura pre-frontal subjetiva y libre y, por ello los condicionamientos filogenéticos y genéticos no son determinantes. Por esta razón los comportamientos sexo genitales no son instinto y, por ello son objeto del juicio moral, de la vivencia ética y de enjuiciamiento jurídico. Si fueran instinto como constantemente se dice, nuestros actos sexuales no podrían ser punibles.
Esto es el "algo más" que tu intuyes, al respecto
Con respecto a la afirmación del período de la Ilustración... por no distinguir científicamente ente alma-mente y espíritu y haciendo de las tres entidades una sola, es que caen en el error de afirmar que el "alma no tiene sexo".
Nuestra alma y mente son sexuadas, porque son estructuras psico-somáticas, pero somáticas al fin. Y todas nuestras estructuras corpóreas o somáticas, son sexuadas. Es fácil distinguir un alma y mente masculina de otras femeninas y de otras andogíneas, en todas las culturas y en los comportamientos animales de todas las especies vertebradas.
Lo que no tiene sexo ni género es el espíritu porque éste, aún contando con el sustrato prefrontal sobre el que se apoya para expresarse, en el tiempo, es siempre libre del sustrato en que se apoya, y orienta volitivo-intencionalmente su expresión, trascendiendo el tiempo.
Ahora bien, como quiera que las estructuras de que estamos compuestos (porque no somos simples) "somas - psique - espíritu" no pueden existir separadamente sino que guardan relación de contingencia-necesaria, cada una de ellas impregna a las otras dos, a la par que es impregnada por ellas. Esto quiere decir que en el somas siempre hay psique y espíritu y lo mismo pasa con las otras dos estructuras.
Cuando somos conscientes de lo antedicho y obramos con intencionalidad creativa es, entonces, que alcanzamos a expresar nuestra sexualidad desde la "libertad-co-participativa". De este modo la sexualidad humana y la creatividad guardan relación de contingencia-necesaria para expresarnos como personas humanas y, por lo mismo libres; sin creatividad no existe sexualidad humano-personal y tampoco libertad.
Los factores condicionantes para la expresión de la creatividad, de la sexualidad y de la libertad en interacción (que nos constituyen en personas humanas) pueden ser biológicos, ecológicos, medio-ambientales, sociales, cultural-religiosos, jurídicos y psico-patológicos.
Por eso la vivencia de la sexualidad saludable es un deber que nos impone la vida para ser personas humanas en plenitud.
Esta tarea no es fácil de realizar y exige -hasta el fin de nuestros días- actitud y acciones de continencia corporal, de continencia mental y continencia espiritual para que nuestras vidas tengan orden (ajustadas a los códigos morales en permanente revisión), dirección (dirigidas por la actitud y praxis ética, superando a la moral por el actuar mejor y más perfecto) y sentido (de obrar como personas, entre personas y para personas; es decir, entre realmente iguales.
Esto es el "algo más" que tu intuyes, al respecto
Con respecto a la afirmación del período de la Ilustración... por no distinguir científicamente ente alma-mente y espíritu y haciendo de las tres entidades una sola, es que caen en el error de afirmar que el "alma no tiene sexo".
Nuestra alma y mente son sexuadas, porque son estructuras psico-somáticas, pero somáticas al fin. Y todas nuestras estructuras corpóreas o somáticas, son sexuadas. Es fácil distinguir un alma y mente masculina de otras femeninas y de otras andogíneas, en todas las culturas y en los comportamientos animales de todas las especies vertebradas.
Lo que no tiene sexo ni género es el espíritu porque éste, aún contando con el sustrato prefrontal sobre el que se apoya para expresarse, en el tiempo, es siempre libre del sustrato en que se apoya, y orienta volitivo-intencionalmente su expresión, trascendiendo el tiempo.
Ahora bien, como quiera que las estructuras de que estamos compuestos (porque no somos simples) "somas - psique - espíritu" no pueden existir separadamente sino que guardan relación de contingencia-necesaria, cada una de ellas impregna a las otras dos, a la par que es impregnada por ellas. Esto quiere decir que en el somas siempre hay psique y espíritu y lo mismo pasa con las otras dos estructuras.
Cuando somos conscientes de lo antedicho y obramos con intencionalidad creativa es, entonces, que alcanzamos a expresar nuestra sexualidad desde la "libertad-co-participativa". De este modo la sexualidad humana y la creatividad guardan relación de contingencia-necesaria para expresarnos como personas humanas y, por lo mismo libres; sin creatividad no existe sexualidad humano-personal y tampoco libertad.
Los factores condicionantes para la expresión de la creatividad, de la sexualidad y de la libertad en interacción (que nos constituyen en personas humanas) pueden ser biológicos, ecológicos, medio-ambientales, sociales, cultural-religiosos, jurídicos y psico-patológicos.
Por eso la vivencia de la sexualidad saludable es un deber que nos impone la vida para ser personas humanas en plenitud.
Esta tarea no es fácil de realizar y exige -hasta el fin de nuestros días- actitud y acciones de continencia corporal, de continencia mental y continencia espiritual para que nuestras vidas tengan orden (ajustadas a los códigos morales en permanente revisión), dirección (dirigidas por la actitud y praxis ética, superando a la moral por el actuar mejor y más perfecto) y sentido (de obrar como personas, entre personas y para personas; es decir, entre realmente iguales.