EL COSTO QUE HEMOS DE ASUMIR PARA PODER SER LIBRES: EL SILENCIO
Nueva paradoja "dialogar, desde el silencio" y evidente verdad: sin silencios alternados no podemos comunicarnos no podremos dialogar porque sólo acertaremos a producir ruidos y aturdimientos de los que se derivarán robos y estafas con una madre común: la mentira.
Digo silencios alternados, lo que equivale a negar el mutismo y el monólogo que equivaldría al aniquilamiento de alguien porque prevalecería el solipsismo del otro o, dicho de otro modo, se da pie al dominio y sojuzgación con la consiguiente esclavización y reducción a valor, cero, de alguien o de muchos.
La historia pasada y presente está llena de esta lacra. Pensemos p.e. en dos realidades de nuestra sociedad tecnológica:
1.- Los crímenes de violencia de género justificados en todas las guerras y siempre con las mismas víctimas y, en situaciones de "paz", silenciados o alentados -más allá de los conatos jurídico políticos con apariencia contraria-. De ahí se ceban luego las violencias étnicas con las mismas cadencias.
2.-En la economía de mercado y cómo desde los gritos de la especulación de las subastas se tergiversa la realidad de la oferta y la demanda; no se tiene en cuenta, nunca, ni la cuantía de los productos, ni los costos de producción, ni las necesidades de la población; sólo cuenta el factor de(lucro x sorpresa).
Son dos ejemplos de la incultura del grito y de la incultura del aturdimiento con que se pone precio a nuestras vidas; de la incultura del asalto a la conciencia del otro para esclavizarlo y ante esto creo que debemos preguntarnos ¿no podemos modificar las estructuras de mercado y la acción jurídica con la tecnología de que disponemos hoy en día?... porque es evidente que se han variado los procedimientos pero también es evidente que no se ha cambiado el objetivo.
Casi me parece adivinar la respuesta de la mayoría... sí pero eso es utópico, por lo que me adelanto a responder...estoy de acuerdo; esto es una utopía, que es igual que decir, la perfección de lo posible. Esta perfección tiene un precio el SILENCIO DIALOGANTE.
Silencio dialogante no es lo mismo que mutismo; silencio es hablar en dos momentos y luego escuchar: 1.- para aportar algo al otro o al grupo como producto de un trabajo hecho previamente y, 2.- es hablar para preguntar a fin de esclarecer dudas o interesándonos en el trabajo del otro o del grupo.
En este silencio-hablado caben todas las expresiones y sólo las expresiones de la verdad, de la bondad y de la belleza que nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu puedan crear.
Todas las demás apetencias han de ser silenciadas y a esto es a lo que hay que poner límites, educar en el manejo de los límites. Pero esto no se puede aprender sin un modelo porque es de carácter socio-cultural y no genético; los padres, los educadores, las autoridades, los iconos sociales, son los modelos espontáneos que se van sucediendo a lo largo de la evolución psicológica del individuo. ¿Son todos o algunos de ellos, modelos de silencio-dialogante?
La respuesta general es NO y por eso tenemos que lamentar las lacras de que hablamos más arriba y ahora cabe hacernos dos preguntas:
1ª ¿Qué hacer? Fácil la respuesta... los adultos, educarnos en el silencio-dialogante, buscando el modelo que nos acompañe en este proceso para poder ser, luego -pero al mismo tiempo-, modelos para otros, para nuestros hijos.
2ª ¿Y educando a nuestros hijos en este sentido, qué lograrán? Costosa la respuesta... ser libres de sí mismos, ser libres de las apetencias que no tengan por objetivo el bien de otros, ser libres de dependencias de moda y ser diferentes.
Todo este aprendizaje, propio y educacional-grupal-familiar, no se logrará sin muchas horas de silencio corporal, de silencio mental y de silencio de fe intencionalmente dirigida, hacia quienes nos rodean o hacia el Absoluto.
Todo este aprendizaje, propio y educacional-grupal-familiar, no se logrará sin muchas horas de silencio corporal, de silencio mental y de silencio de fe intencionalmente dirigida, hacia quienes nos rodean o hacia el Absoluto.
Espero Mari y Merce, haberos respondido y, a través vuestro, haber cumplido lo que prometí a todos.