sábado, 14 de marzo de 2015

¿ CUANTO NOS CUESTA UN AMIGO... Y CUÁNTO ESTAMOS DISPUESTOS A PAGAR POR CONSERVARLO ?

Sobre la amistad y sobre los amigos se ha escrito taaanto... que, sin duda, debe tener mucho valor.  Nada más claro al respecto que la sentencia del libro del Eclesiástico 6, 14 : QUIEN ENCUENTRA UN AMIGO FIEL, ENCUENTRA UN GRAN TESORO.
 
El término "encontrar un tesoro" sugiere que se nos presenta, en la vida, por buena suerte o como  resultado de haberlo buscado mucho y que cuando lo encontramos nos quedan dos alternativas; o nos apoderamos  del tesoro encontrado o pagamos para conservarlo. En el NT se dice que ese tesoro alguien lo encuentra en un campo y, entonces, "va vende todo lo que tiene y compra el campo aquel" (Mt. 13)
 
Como el tesoro del que hablamos es UNA PERSONA, la primera de las alternativas (apoderamiento de las personas) es el origen de grandes conflictos y patologías en la relación de las personas porque, por donde se lo analice, es un robo o da origen a un modo de esclavización de un individuo sobre el otro, o del dominio de unas mentes sobre otras.  Pensemos, al respecto, en las relaciones de amistad guiadas por los lideres  de masas o en los liderazgos empresariales o por los lideres intelectuales; fácilmente degeneran en sistemas de opresión, sojuzgación y dominio.
La  segunda de las alternativas (pago para poseer el tesoro legalmente) puede correr parecido riesgo si una de las personas involucradas tiene el dominio en la relación porque ha subyugado a la otra y "paga, invierte, subvenciona" la vida de la otra persona. Pensemos en las relaciones entre amantes; muy pocas veces se rigen por la honorabilidad de cada una de ellas.
 
Frente a estos dos riesgos nos queda una alternativa saludable: la SOLIDARIDAD SUBSIDIARIA, es decir que ambos paguen lo que cuesta la amistad, que ambos paguen lo que cuesta el tesoro encontrado y se apoyen para alcanzar el objetivo de conservar el tesoro, cuando el otro no pueda hacerlo como ha acostumbrado hasta ese momento de dificultad.


En conclusión... tener un amigo cuesta: cuesta encontrarlo, porque los tesoros  no se encuentran todos los días, son escasos, y cuesta conservarlo porque la codicia ajena nos pone en riesgo de perderlo y porque el afán de posesión fácil y cómoda nos induce a la pereza, que es el modo eficiente de desvalorizarlo, de depreciarlo.  
 
La solidaridad subsidiaria es EL VERDADERO COSTO DE UN AMIGO y tiene dos componentes básicos: la CONFIDENCIALIDAD y la COMPLICIDAD.
 
Tener un amigo es tener un tesoro porque sólo podremos valorarlo si conocemos su alma y su espíritu y porque sólo podremos ser valorados si él conoce nuestro espíritu y nuestra alma.  En esto consiste la confidencialidad y, cuando esto se alcanza tendremos el gran tesoro de ser corregidos frente a frente y de ser defendidos de los demás cuando lo necesitemos, a nuestras espaldas, sin que lo sepamos. Y, por añadidura, esa es la base de nuestro gozo en la vida: ser valorados por lo que somos.
 
Esto es lo que significa la palabra: "cum - fidei" = "con fe en el otro y con la fe del otro" O lo que es lo mismo "estar adheridos mutuamente, el uno al otro".  Esto sólo puede darse en la dimensión del "espíritu de las personas" para lo cual no se necesitan clausulas escritas, ni restrictivas, ni punitivas, porque ésta es nuestra FORMA DE SER personas entre personas.
 
Esto es mucho más que pasarlo bien con alguien o que podamos desahogarnos o reír con alguien.  Cuando sólo esto se da en una relación (lo que es muy bueno por supuesto) estaremos ante una persona con bondad amorosa o en una relación parental o en un enamoramiento o en una relación de pareja o en una relación de amantes o, inclusive, en una relación de esposos pero no implica, necesariamente que seamos amigos.
¿ Es, entonces, que ser amigos desde la confidencialidad es mejor y más perfecto que todas las formas de relación nombradas ? SÍ es mejor y más perfecto y... al mismo tiempo, puede y debería ser la plenitud de todas ellas.  Dicho de otro modo, en las formas de bondad amorosa es posible la confidencialidad, pero no es lo más común.
 
¿ Y la complicidad qué es? 
Las personas humanas sólo podemos ser cómplices (etimológicamente cum-pligo = plegados con otros, unidos con pliegues a la manera de los filamentos de una soga)para lograr objetivos de crecimiento, de desarrollo, de belleza, de bondad y de veracidad de otras personas...  porque ésta es nuestra RAZÓN DE SER de personas entre personas.

Los individuos humanos, en cambio, suelen ser compinches para el mal, para lo perverso, para lo denigrante pero nunca serán amigos entre sí porque su actuar va en contra de la razón de ser de las personas y acaban traicionándose y asesinándose entre ellos porque nunca han tenido como razón de su cercanía... ser personas, "ser gente", con el o los otros.

Ejemplo claro de lo dicho son las traiciones, venganzas y asesinatos entre camaradas y compinches cuando alguno de ellos quiere alejarse, obrar de manera diferente, tener juicio y conciencia propios.  Lo vemos a diario en el llamado crimen organizado, en los llamados ajustes de cuentas y, desgraciadamente también, en las organizaciones políticas, tanto civiles como religiosas.

Conocer y dejarse conocer para, uniendo fuerzas, realizar lo bello, apoyar lo bueno y  perseguir la verdad de manera conjunta; es la única manera real de ser amigos.
El costo que hay pagar para alcanzarlo, es la humildad y sencillez. Y, en contraposición, los riesgos de no encontrar, en quien se esperaba, una persona amiga sino un compinche son muy altos y, con frecuencia la apariencia del costo es bajo pero los resultados son siempre muy penosos. Sugiero, al respecto, que leamos y re-leamos el capítulo 6º del eclesiástico; no tiene pérdida.


Por eso "QUIEN ENCUENTE UN AMIGO, QUE LO CUIDE, QUE LO CUIDE"; que lo cultive, que lo cultive.
 
 

viernes, 6 de marzo de 2015

CUANDO TODO SALE AL REVÉS... QUÉ HACEMOS

Pretender que lo que nos proponemos hacer nos salga bien al primer intento es algo que todos deseamos por comodidad, por confort o porque estamos seguros de hacer las cosas correctamente y, por consiguiente, creemos tener derecho para que nos salgan bien todos nuestros proyectos.
 
Lo habitual es que las cosas no nos salgan bien al primer intento y tener que  insistir en nuestro propósito pero, con frecuencia, entramos en una "mala racha": todo nos sale mal o todo se enreda de la peor manera: TODO SALE AL REVÉS... y, entonces ¿QUÉ HACEMOS?
 
Parece confirmase lo que dice la sabiduría popular... "los males nunca vienen solos" y, claro está, la acumulación de esos reveses nos causa, en el mejor de los casos, fatiga y frustración.
  • Si fatiga... se genera en nosotros la depresión, la visión opaca de todo, el temor hacia todos y el pesimismo frente a todo lo que se nos ocurre y desarrollamos la perspectiva del NO a todo lo que nos exige esfuerzo, de la HUIDA de todo lo que hasta entonces ha sido importante, del DESALIENTO.

  • Si la frustración... el resultado es la agresión contra nosotros mismos o contra los demás o las dos cosas juntas. Es lo que llamamos ACTITUD PARANOIDE, que es sutil la mayor parte de las veces.

  1. La agresión contra nosotros... poniéndonos las trampas de dejar de ser lo positivos, lo valiosos, lo rectos, lo íntegros que habitualmente somos.  En suma poniéndonos en la tentación de hacer las cosas mal o menos bien de lo que podemos hacerlas porque... "para lo que sirve que nos sacrifiquemos... al final sacan provecho todos, menos nosotros".  Y, consiguientemente, terminamos comportándonos como creemos que actúan los demás. Nos hipotecamos, en fin de cuentas con el peor banco: "el banco como los demás".
  2. La agresión contra los demás... porque nos dan motivos a los que "tenemos que responder" con fuerza, con signos de poder para que no confundan bondad con debilidad".  Todo puede ser cierto y justificado (es decir, mentimos elegantemente porque ocultamos, con el poder, nuestros miedos) pero no dejará de ser una expresión de debilidad que ejercitaremos con mayor fuerza contra los más débiles mientras que, con los fuertes pactaremos hasta tener una mejor oportunidad.
Siendo así que frente a la frustración siempre se genera la agresividad contra nosotros o contra otros ¿estamos condenados a ser agresivos? SÍ, pero existe una alternativa saludable que tenemos la obligación de aprender a desarrollar en nosotros, si queremos ser personas, entre personas y no simplemente seres humanos.
 
La alternativa saludable ante estas expresiones contrapuestas de depresión es... el tiempo de silencio sanador (silencio de nuestras ansiedades caracterológicas), seguido del diálogo que necesariamente debe comenzar con... escuchar a los interlocutores (diálogo con aquellas personas a las que consideramos responsables de que las cosas nos salgan mal) .  Probablemente en lo que oigamos de ellas habrá algo bueno y algo malo, algo verdadero y algo falso.  Lo inteligente, en todos los casos, es rescatar lo que de positivo nos ofrezcan para tomar decisiones nuevas y asumir el riesgo de las mismas. Así sacaremos, sabiamente, "de lo nuevo y de lo antiguo lo que más convenga".

Tener algún interlocutor que consideremos válido, para ayudarnos, tanto para el tiempo de silencio de nuestro carácter como para el diálogo subsiguiente puede ser muy positivo: lo podremos encontrar en  la interacción personal  con un amigo, en un profesional de la salud psíquica, en una persona que consideremos sabia y prudente.. pero, si no encontramos este apoyo siempre podremos sustituirlo por la meditación corporal, la oración no-evasora de la realidad y, por sobre todas las cosas, por expresiones de creatividad operativa.

Esta es la manera saludable para transformar la agresividad inevitable en BONDAD AMOROSA.
 

Recuerdo a una persona que escogió el "estudio del idioma polaco", con sólo medios electrónicos, como forma de creatividad operativa para canalizar la agresividad y las frustraciones que experimentaba.   
 
 
Lo propuesto: silencio sanador, diálogo, meditación y creatividad operativa no se consiguen de la noche a la mañana; todo exige práctica y constancia-perseverante.  Pero comenzar hoy es mejor que proponérnoslo hacer mañana.  

 

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