La tercera reflexión sobre la soledad necesaria y, por tanto, saludable que deseo compartir con Uds. es la soledad caracterizada por el aprendizaje, internalización y vivencia progresiva para enfrentase a los propios miedos y quebrarlos para, luego, transformarlos en actos creativos de personas para personas y, por lo mismo, en creatividad honesta.
Hago hincapié en los tres verbos que empleo, para describirlos con la característica de acciones progresivas, vale decir, que las acciones de estos tres verbos sólo concluirán en plenitud su contenido con nuestra muerte; en efecto, la muerte será el último temor que tendremos que afrontar y vencer... y mientras ese hecho no llegue, el esfuerzo habrá de ser continuo.
La razón del temor a la soledad es la emoción de pérdida. Nuestro cerebro, como órgano, sólo está hecho para vivir y gozar y la soledad es percibida instintualmente, desde el principio de la existencia como una amenaza contra la vida. Por eso el infante aunque esté alimentado y limpio, si no duerme, llora y se le debe enseñar a romper la asociación entre soledad y amenaza de muerte.
Desde entonces la soledad tiene el signo de pérdida y, consiguientemente, de muerte y desde ese momento debe comenzar la educación "saludable" para asimilar la soledad como un factor que necesariamente vamos a tener que aceptar en nuestras vidas y transformarlo en elemento de creatividad, en elemento de identificación personal y en sistema de aporte positivo a la comunidad de que formemos parte.
Desde entonces la soledad tiene el signo de pérdida y, consiguientemente, de muerte y desde ese momento debe comenzar la educación "saludable" para asimilar la soledad como un factor que necesariamente vamos a tener que aceptar en nuestras vidas y transformarlo en elemento de creatividad, en elemento de identificación personal y en sistema de aporte positivo a la comunidad de que formemos parte.
Este primer momento es fundamental pues no basta con "adiestrar" al infante para autogratificarse con la soledad hasta que los adultos (grupo social más adelante) lo gratifiquen con sus múltiples formas de presencia y seguridad; de hacerse así esos niños cundo llegue a ser adultos, sólo usarán la soledad para repetir lo que aprendieron: "el que no llora... se queda solo y... qué miedo.
Se necesita que desde ese momento el niño vaya creando respuestas que pueda compartir con quienes lo rodean para que aprenda a valorar a los demás, saliendo de sí mismo.
Este será, a su vez, el primer aprendizaje de la valoración de "límites en la vida" para poder ser, personas y, por ende, libres. Aprendizaje de la soledad creativa y asunción de límites saludables son concomitantes e insustituibles para aprender a ser personas libres. Para educar al respecto existen diversos métodos de condicionamiento operante que los adultos deberán administrar paulatinamente respetando, lógicamente, la maduración neurológica.
Se necesita que desde ese momento el niño vaya creando respuestas que pueda compartir con quienes lo rodean para que aprenda a valorar a los demás, saliendo de sí mismo.
Este será, a su vez, el primer aprendizaje de la valoración de "límites en la vida" para poder ser, personas y, por ende, libres. Aprendizaje de la soledad creativa y asunción de límites saludables son concomitantes e insustituibles para aprender a ser personas libres. Para educar al respecto existen diversos métodos de condicionamiento operante que los adultos deberán administrar paulatinamente respetando, lógicamente, la maduración neurológica.
El tiempo de escolaridad, en todas sus etapas y respetando las peculiaridades propias de cada una de ellas, debería ser utilizado para poner a prueba la bondad de los aportes que, desde la soledad, puede cada uno hacer al grupo y para consolidar la formación de los juicios de valor teniendo en cuenta tres criterios: el auto-control caracterológico + la discriminación por el juicio crítico + la evaluación valorativa de las acciones en función del o de los objetivo-s que se proponga alcanzar.
Teniendo en cuenta que estas tres variables que entran en juego en este aprendizaje tienen ritmos y características peculiares en cada educando, por demás está decir que es imprescindible alternar grandes momentos de silencio con momentos de socialización para que cada uno, a su ritmo, logre dos objetivos básicos: primero, pueda corregir las limitaciones que la mala educación de la infancia le hayan podido dejar por causa del exceso o defecto de presencia de los adultos en su vida de niño y, segundo, pueda enfrentar el reto de descubrir los talentos escondidos en él-ella y organizar su mente para exponerlos en beneficio del-os objetivo-s que el grupo se propone alcanzar.
Quienes elocuentemente nos señalan el gran valor de los momentos de silencio-soledad para el desarrollo de los talentos personales son los alumnos autistas, algunos de los cuales alcanzan a desarrollarlos hasta límites de genialidad. Sin negar las limitaciones que ellos mismos tienen en otras áreas de su vida, esta característica del silencio-soledad creativos que desarrollan espontáneamente, nos indica que potencialmente la potencialidad creativa está en todos y que es un error no respetar, hacer respetar e incentivar el cultivo de esta estrategia educacional.
Sin silencio y soledad no podemos aprender a auto-valorarnos; sólo tendremos como verdad el juicio de valor de los demás, es decir, el valor social y comercial y, por difícil que nos resulte aceptarlo, el valor de esclavización que nos llevará en la vida adulta a tener una actitud mendicante de aceptación, en lugar de actitud de participante y libre. Esto se verá reflejado en el campo laboral, social, de pareja, familiar, religioso, político, etc. Por miedo a la soledad están dispuestos a hipotecar la libertad.
Esta tarea educadora no será posible sin padres + tutores bien formados y ejercitados en la vivencia de la soledad saludable; lo que constituye una doble limitación que habrá que afrontar, comenzando con la aceptación de las limitaciones propias al respecto y el compromiso de la auto-educación para superarlas, habida cuenta de lo dicho al comienzo de que ésta es tarea continua.
Teniendo en cuenta que estas tres variables que entran en juego en este aprendizaje tienen ritmos y características peculiares en cada educando, por demás está decir que es imprescindible alternar grandes momentos de silencio con momentos de socialización para que cada uno, a su ritmo, logre dos objetivos básicos: primero, pueda corregir las limitaciones que la mala educación de la infancia le hayan podido dejar por causa del exceso o defecto de presencia de los adultos en su vida de niño y, segundo, pueda enfrentar el reto de descubrir los talentos escondidos en él-ella y organizar su mente para exponerlos en beneficio del-os objetivo-s que el grupo se propone alcanzar.
Quienes elocuentemente nos señalan el gran valor de los momentos de silencio-soledad para el desarrollo de los talentos personales son los alumnos autistas, algunos de los cuales alcanzan a desarrollarlos hasta límites de genialidad. Sin negar las limitaciones que ellos mismos tienen en otras áreas de su vida, esta característica del silencio-soledad creativos que desarrollan espontáneamente, nos indica que potencialmente la potencialidad creativa está en todos y que es un error no respetar, hacer respetar e incentivar el cultivo de esta estrategia educacional.
Sin silencio y soledad no podemos aprender a auto-valorarnos; sólo tendremos como verdad el juicio de valor de los demás, es decir, el valor social y comercial y, por difícil que nos resulte aceptarlo, el valor de esclavización que nos llevará en la vida adulta a tener una actitud mendicante de aceptación, en lugar de actitud de participante y libre. Esto se verá reflejado en el campo laboral, social, de pareja, familiar, religioso, político, etc. Por miedo a la soledad están dispuestos a hipotecar la libertad.
Esta tarea educadora no será posible sin padres + tutores bien formados y ejercitados en la vivencia de la soledad saludable; lo que constituye una doble limitación que habrá que afrontar, comenzando con la aceptación de las limitaciones propias al respecto y el compromiso de la auto-educación para superarlas, habida cuenta de lo dicho al comienzo de que ésta es tarea continua.
Llegados a este momento, caen por su propio peso, las preguntas de ¿cuantos, cuales y donde nacieron nuestros miedos? de adultos, claro está.
Luego de responder a estos interrogantes de manera concreta tendremos que aprender a registrar las expresiones de los mismos, los momentos en que se expresan y los costos que nos acarrean.
De ninguna manera busquemos culpables ni dentro ni fuera de nosotros porque de nada serviría sino para dilatar el tiempo de inacción y entraríamos ineludiblemente en la mitomanía porque la mentira tiene dos raíces: el miedo y la pereza y ambas las estaríamos alimentando y extendiendo con ese método; simplemente nuestros miedos forman parte de nuestra historia y a nosotros nos corresponde la obligación y el honor de superarlos.
Luego de responder a estos interrogantes de manera concreta tendremos que aprender a registrar las expresiones de los mismos, los momentos en que se expresan y los costos que nos acarrean.
De ninguna manera busquemos culpables ni dentro ni fuera de nosotros porque de nada serviría sino para dilatar el tiempo de inacción y entraríamos ineludiblemente en la mitomanía porque la mentira tiene dos raíces: el miedo y la pereza y ambas las estaríamos alimentando y extendiendo con ese método; simplemente nuestros miedos forman parte de nuestra historia y a nosotros nos corresponde la obligación y el honor de superarlos.
La metodología que yo he probado eficiente es el trabajo sobre la honestidad. La transformación en acciones creativas a favor de las personas nos sacará automáticamente de nuestra condición de humanos para humanos y nos obligará a ser mucho más que veraces porque ser y obrar con honestidad es empeñarnos en lograr objetivos que por igual nos beneficien a nosotros que a los que nos rodean.
Aprender, ejercitarnos y consolidarnos, con la edad, en este modo de actuar será la manera de vivir el segundo mandamiento de la ley judaico-cristiana que junto con el primero de los mandamientos es la plenitud del bien y el modo por el que, según el profeta Joel, se expresará proféticamente el ser espiritual de toda la humanidad.
¿Pero verdad que creer esto, comprometernos con la honestidad así concretamente definida y perseverar en esta actitud da miedo porque lo más probable es que nos quedemos solos o en una minoría ridiculizable, porque fácilmente nos exponemos a perder todos los resortes de seguridad económica, social, amical, familiar, de pareja y de bienestar? Parecería que tal es el coste de ser honesto y de ser profeta.
Sí; da miedo porque esto requiere aprender a no negarnos a cuanta demanda se nos haga y que podamos satisfacer, a costa de nuestros cansancios y cómodas y legítimas formas de vida. Y... claro está, son tantas las buenas razones para no hacerlo que si nos enrolamos en este quehacer limítrofe con el absurdo humano, porque es un quehacer guiado por la fe en las personas, fácilmente nos quedaremos solos y, entonces "qué miedo"; miedo a no tener grupo, a no ser llamado, a no tener pareja, miedo a no ser aplaudido, miedo a hacer algo solo .
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