El tema de las experiencias para-normales se ha reavivado en distintos medios de comunicación social y es de relativa moda: contactos y avistamientos extraterrestres, contactos con seres o entes incorpóreos, lugares fantasmagóricos, visión o locución con entidades fantasmales o espíritus etc.
Hace unos días me preguntaba un joven si no se estaría volviendo loco por lo que, en dos ocasiones, le había sucedido, en el mismo lugar, con ligeras variantes: "durmiendo serenamente, despertó y vio, la primera vez una figura no bien definida de una persona que se trasladaba en la habitación y, en la segunda oportunidad, un hombre de pie en la parte posterior de su cama y un niño sentado en la cama a sus pies; ambos con vestimentas típicas de finales del siglo XIX, a los que con voz enérgica les increpó para que se fueran y se desvanecieron".
Experiencias como las descritas se escuchan frecuentemente, con distintas variantes de expresión y programas radiales y televisivos los propalan, pero ¿son reales? Trataré de sintetizar la respuesta que di a la persona que me consultó sobre el caso mencionado porque creo nos puede servir a todos.
La realidad ( del latín, rex = cosa ) puede ser objetiva o subjetiva, científica (social o experimental) o vivencial (experiencial podría ser el neologismo más fácil de entender) y, por consiguiente, lo paranormal es real, existe. No es algo de última generación; por un lado, pudiendo ser interpretado como parte del inconsciente colectivo, no deja de ser, por ello, una realidad sociológica atestiguada por muchas personas de todo nivel cultural y, por otra parte, la mitología ha existido y existe en todas las culturas porque es el modo del lenguaje por el que podemos expresar lo inexplicable desde la lógica comúnmente usada y, a partir de ahí, paradójicamente adquiere valor intemporal y a-histórico (fuera de la historia y para todos los tiempos). De ahí el valor de la filosofía y del "más Platón y menos prozac".
No es fácil aceptar este análisis sobre la realidad para-normal en nuestra cultura marcada por la intolerancia ante todo lo que no sea cuantificable, predecible y repetible, por la competitividad, por el hedonismo inmediatista, por lo aceleradamente cambiable; la cultura de lo para-normal, de lo mítico, de lo filosófico es como cultura antagónica con lo actual, porque mira al pasado, a lo estable, a lo permanente y nos produce miedo o nos aburre, porque no hace ruido y nos exige e induce al silencio, a la soledad-creativa y, desde estas dos vivencias, al diálogo pausado y a la tolerancia del diferente y del débil.
Pero por cuestionar nuestras emociones, esta cultura no deja de ser real: existe y no constituyendo hechos científicos, tienen explicación científica. ¿Cómo se explica esto? Pienso que por dos razones: 1ª Porque todo modo de conocimiento tiene único origen: el Espíritu Absoluto que inhabita en nosotros y nos potencia para ser personas usando cuantas diversas fuentes de conocimiento estén a nuestro alcance. Ni las ciencias experimentales ni las experienciales sobran a la hora de abordar el conocimiento de la realidad y tener acceso a la sabiduría. 2ª Porque el saber "absoluto" de la ciencia es otro mito; la propia metodología científica tiene como constitutiva la "falsabilidad" y como límite el ámbito emocional humano. De hecho ni el amor trascendente, ni el amor altruista, ni la honorabilidad, ni la veracidad, ni la sabiduría, ni cualesquiera de los valores más importantes y dinamizadores del quehacer de las personas son objeto del saber científico porque estos valores no son repetibles experimentalmente; sí son objeto, en cambio, del saber vivencial y experiencial.
¿Qué explicaciones científicas se pueden dar, de manera tentativa, a los hechos paranormales?
Ateniéndonos al relato de quien me preguntó, la primera explicación es que, habiendo estado dormido y despertando súbitamente, las ondas "deta y teta" del cerebro hayan producido un estado de ensoñación que, al despertar, se proyecte en imágenes y, a través de la verbalización o actividad de las ondas "beta" las imágenes se desvanezcan. Guarda esto cierta relación con lo que neuro-psicológicamente se conoce como "parálisis del sueño", sin ser explícitamente exacto.
Pero hay un segundo agravante del fenómeno y es que se repite la experiencia en el mismo lugar y, no en este relato pero sí en otros, la percepción es compartida por varias personas y no siempre en estado de ensoñación previa sino en estado de vigilia. ¿Qué explicación de aproximación científica hay?...
La ley de la entropía nos enseña que la materia y la energía se degeneran pero ésta última lo hace con mucha lentitud. A esto hemos de añadir que nuestros cerebros funcionan como generadores y como receptores de ondas, de fuentes de energía; luego es posible que determinados organismos cerebrales del pasado hayan descargado fuertes energías en circunstancias XX en ese lugar y aún no se hayan degenerado y que, por circunstancias desconocidas hasta el momento, algunos cerebros en el presente las capten y las transformen en señales sensoriales visibles o auditivas, de la misma manera que podemos hacer con una computadora y a lo que llamamos
composición virtual.
No se trata, pues, de alucinaciones ni de pensamientos delusivos propiamente dichos, sino de percepciones reales sensoriales pero extra-temporales, de percepciones a-históricas.
Hasta aquí la aproximación de explicación científica, pero no ciencia experimental. A esto se pueden añadir explicaciones del orden de la Fe o fiducial-religiosas; esto es, explicaciones que sólo con un contenido previo de naturaleza teológica o revelada pueden adquirir sentido. A eso es a lo que comúnmente se denomina milagros o expresiones milagrosas.
A fin de cuentas, y repitiendo a un amigo mío, un milagro son las cosas naturales pero ocurridas en momentos no naturales, es decir, cuando eran necesarias con urgencia y fuera de tiempo.
Ante estas explicaciones las disciplinas científicas nada pueden decir ni a favor ni en contra porque no podrán afirmar su veracidad ni comprobar la falsedad de las mismas; en ambos casos la predecibilidad y la replicación experimental escapan a su quehacer metodológico. Es campo de la vivencia emocional y de la voluntad fiducial.
"Apéndice". "¡ A ver si no va a ser un milagro que una pareja sometida a múltiples formas de fertilidad científica y luego de cansarse de gastar tato dinero como cuesta la ciencia, decidan adoptar una criatura huérfana y, entonces, relajados de todas las tensiones conciban espontáneamente un hijo, como recompensa a su generosidad y súplicas!"
Sé que lo que acabo de escribir es una broma y así espero se lea, pero no podemos menos que añadir que la ciencia, a quien lo considere milagro nada puede añadir, porque formará parte de la vivencia de la supuesta pareja.
Experiencias como las descritas se escuchan frecuentemente, con distintas variantes de expresión y programas radiales y televisivos los propalan, pero ¿son reales? Trataré de sintetizar la respuesta que di a la persona que me consultó sobre el caso mencionado porque creo nos puede servir a todos.
La realidad ( del latín, rex = cosa ) puede ser objetiva o subjetiva, científica (social o experimental) o vivencial (experiencial podría ser el neologismo más fácil de entender) y, por consiguiente, lo paranormal es real, existe. No es algo de última generación; por un lado, pudiendo ser interpretado como parte del inconsciente colectivo, no deja de ser, por ello, una realidad sociológica atestiguada por muchas personas de todo nivel cultural y, por otra parte, la mitología ha existido y existe en todas las culturas porque es el modo del lenguaje por el que podemos expresar lo inexplicable desde la lógica comúnmente usada y, a partir de ahí, paradójicamente adquiere valor intemporal y a-histórico (fuera de la historia y para todos los tiempos). De ahí el valor de la filosofía y del "más Platón y menos prozac".
No es fácil aceptar este análisis sobre la realidad para-normal en nuestra cultura marcada por la intolerancia ante todo lo que no sea cuantificable, predecible y repetible, por la competitividad, por el hedonismo inmediatista, por lo aceleradamente cambiable; la cultura de lo para-normal, de lo mítico, de lo filosófico es como cultura antagónica con lo actual, porque mira al pasado, a lo estable, a lo permanente y nos produce miedo o nos aburre, porque no hace ruido y nos exige e induce al silencio, a la soledad-creativa y, desde estas dos vivencias, al diálogo pausado y a la tolerancia del diferente y del débil.
Pero por cuestionar nuestras emociones, esta cultura no deja de ser real: existe y no constituyendo hechos científicos, tienen explicación científica. ¿Cómo se explica esto? Pienso que por dos razones: 1ª Porque todo modo de conocimiento tiene único origen: el Espíritu Absoluto que inhabita en nosotros y nos potencia para ser personas usando cuantas diversas fuentes de conocimiento estén a nuestro alcance. Ni las ciencias experimentales ni las experienciales sobran a la hora de abordar el conocimiento de la realidad y tener acceso a la sabiduría. 2ª Porque el saber "absoluto" de la ciencia es otro mito; la propia metodología científica tiene como constitutiva la "falsabilidad" y como límite el ámbito emocional humano. De hecho ni el amor trascendente, ni el amor altruista, ni la honorabilidad, ni la veracidad, ni la sabiduría, ni cualesquiera de los valores más importantes y dinamizadores del quehacer de las personas son objeto del saber científico porque estos valores no son repetibles experimentalmente; sí son objeto, en cambio, del saber vivencial y experiencial.
¿Qué explicaciones científicas se pueden dar, de manera tentativa, a los hechos paranormales?
Ateniéndonos al relato de quien me preguntó, la primera explicación es que, habiendo estado dormido y despertando súbitamente, las ondas "deta y teta" del cerebro hayan producido un estado de ensoñación que, al despertar, se proyecte en imágenes y, a través de la verbalización o actividad de las ondas "beta" las imágenes se desvanezcan. Guarda esto cierta relación con lo que neuro-psicológicamente se conoce como "parálisis del sueño", sin ser explícitamente exacto.
Pero hay un segundo agravante del fenómeno y es que se repite la experiencia en el mismo lugar y, no en este relato pero sí en otros, la percepción es compartida por varias personas y no siempre en estado de ensoñación previa sino en estado de vigilia. ¿Qué explicación de aproximación científica hay?...
La ley de la entropía nos enseña que la materia y la energía se degeneran pero ésta última lo hace con mucha lentitud. A esto hemos de añadir que nuestros cerebros funcionan como generadores y como receptores de ondas, de fuentes de energía; luego es posible que determinados organismos cerebrales del pasado hayan descargado fuertes energías en circunstancias XX en ese lugar y aún no se hayan degenerado y que, por circunstancias desconocidas hasta el momento, algunos cerebros en el presente las capten y las transformen en señales sensoriales visibles o auditivas, de la misma manera que podemos hacer con una computadora y a lo que llamamos
composición virtual.
No se trata, pues, de alucinaciones ni de pensamientos delusivos propiamente dichos, sino de percepciones reales sensoriales pero extra-temporales, de percepciones a-históricas.
Hasta aquí la aproximación de explicación científica, pero no ciencia experimental. A esto se pueden añadir explicaciones del orden de la Fe o fiducial-religiosas; esto es, explicaciones que sólo con un contenido previo de naturaleza teológica o revelada pueden adquirir sentido. A eso es a lo que comúnmente se denomina milagros o expresiones milagrosas.
A fin de cuentas, y repitiendo a un amigo mío, un milagro son las cosas naturales pero ocurridas en momentos no naturales, es decir, cuando eran necesarias con urgencia y fuera de tiempo.
Ante estas explicaciones las disciplinas científicas nada pueden decir ni a favor ni en contra porque no podrán afirmar su veracidad ni comprobar la falsedad de las mismas; en ambos casos la predecibilidad y la replicación experimental escapan a su quehacer metodológico. Es campo de la vivencia emocional y de la voluntad fiducial.
"Apéndice". "¡ A ver si no va a ser un milagro que una pareja sometida a múltiples formas de fertilidad científica y luego de cansarse de gastar tato dinero como cuesta la ciencia, decidan adoptar una criatura huérfana y, entonces, relajados de todas las tensiones conciban espontáneamente un hijo, como recompensa a su generosidad y súplicas!"
Sé que lo que acabo de escribir es una broma y así espero se lea, pero no podemos menos que añadir que la ciencia, a quien lo considere milagro nada puede añadir, porque formará parte de la vivencia de la supuesta pareja.
Sí, el apéndice solo se puede tomar a broma, especialmente en lo de "recompensa a su generosidad". Hoy día se calcula que hay entre 5 y 7 familias en espera para adoptar por cada menor de tres años sano y "supuestamente adoptable". Otro cantar son los niños mayores o con necesidades especiales.
ResponderEliminarSi a eso se añade que uno de los mayores índices de adopciones que han resultado problemáticas o fracasadas se dan precisamente dentro del grupo de familias cuyas motivaciones para adoptar fueron "altruisto-caritativas" se llegará a la conclusión de que no es "generosidad" lo que hace falta.
De todas formas la pareja del ejemplo sí tendría muchas posibilidades de éxito, ya que serían conscientes de que no estarían adoptando altruistamente, sino por el egoismo de querer conseguir un hijo que por ningún otro medio consiguieron. Estos casos suelen ser los que más garantizan el éxito final.
Merche
Merche, no sé muy bien qué es lo que quieres decir. El por mi llamado apéndice es, sin duda, una expresión irónica de una supuesta situación emocional ante la cual la ciencia nada podría decir ni a favor ni en contra y que toca muy de refilón el tema de lo paranormal que sí es el tema del post y de él nada comentas. De más está decirte que soy el primero en negar cualquier cariz místico en el supuesto imaginado.
ResponderEliminarPero siguiendo tu comentario, en cuanto a que para cualquier adopción no se necesite generosidad... sin duda no será la única motivación que las promoverá pero que generosidad en algún grado y medida se necesita... me parece que no lo podremos negar porque, de otro modo, tendríamos que pensar en acciones inducidas por motivaciones nefastas que, de vez en cuando, salen a la luz pública por desgracia y para vergüenza de todos.
Con respecto a los datos estadísticos que manejas, es bueno analizar también las tendencias de sesgo a la hora de hacer la lectura e interpretación de los mismos; por ejemplo el que haya 6 familias en promedio esperando adoptar a un niño menor de 3 años y saludable y, en cambio sobren niños mayores y con limitaciones de salud, nada dice de la bondad o no bondad de intención y de las habilidades educadoras de los adoptantes. A guisa de ejemplo, bien se podría interpretar, ese dato, como la disposición inteligente frente al reto educativo de medir las propias fuerzas y posibilidades. Si así fuera estaríamos ante la disposición de generosidad inteligente y prudente, pero tampoco esto nos lo dice el dato estadístico. No saquemos, en consecuencia, conclusiones de variables que no hemos analizados y recordemos que un dato estadístico, en sí mismo, sólo nos dice cuán grande o pequeño es el hecho de referencia pero no sus cualidades.
Gracias Merche por dialogar conmigo un buen rato.
Julián, disculpas si no me ciño al tema del que propones dialogar, no es algo que me preocupe demasiado. Te diría algo sobre el asunto si me quedara tiempo, pero es que los tópicos que se manejan en torno a la adopción y las necesidades de la infancia me preocupan mucho más, de todas formas si encuentro hueco ya te contaré, aunque no creo que yo aporte gran cosa, ni a esta entrada ni en general a ninguna, aunque ya ves que no renuncio.
ResponderEliminarSobre qué quiero decir, pues estoy ahora leyendo algo sobre las limitaciones del lenguaje como instrumento de análisis de la realidad (si a eso le sumas mis limitaciones que son muchas, pues no me extraña que no me entiendas), sobre aquellos que señalaban la paradoja de que "un caballo blanco no es un caballo" no sé si aplicándolo a que "un padre generoso no es un padre" se me entienda mejor.
No se me ocurre para qué necesidad humana que necesite, valga la redundancia, de la generosidad de los demás, haya una lista de espera de ansiosos y generosos voluntarios mucho mayor que la proporción de generosidad que se necesita.
¿De verdad crees que percibirse y que te perciban en tu entorno como generoso aporta algo?
El deseo de ser padres es un deseo natural en el que no hay porque presuponer ni motivaciones generosas ni motivaciones nefastas. Es algo que simplemente se da de manera natural desde que el mundo el mundo, de la misma manera que se da el deseo de no serlo, especialmente en determinadas circuntancias.
Desde luego que se tiene que dar para adoptar la disposición inteligente y prudente de medir las propias fuerzas y posibilidades. Para educar en general sí se podrá necesitar la generosidad, como se necesitará la paciencia, la laboriosidad y tantas otras cosas.
Merche
Merche; me alegra mucho no tener que disculparte porque, en primer lugar y de veras, no veo culpa o falta alguna en lo que expresas y, en segundo lugar estoy convencido de que toooodos aportamos a los demás algo valioso, nos lo acepten o nos lo rechacen, en tanto sea producto de nuestra vivencia veraz y honorable y, la tuya, lo es.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, ahora que alcanzo a entenderte mejor, en afirmar que la percepción que podamos inspirar a los demás por nuestros actos en nada modifica la bondad de los mismos; en este caso en nada modifica la bondad del anhelo de la paternidad y maternidad pero, para que esta experiencia sea más que humana, para que sea personal e.d. hecha por personas para personas debe ser, como tu muy bien dices... natural, que no espontanea. Espontanea ha sido la paternidad, más que la maternidad, a lo largo del tiempo impulsadas por concepciones filosóficas, sociales, economicistas y religiosas sin sentido de la realidad y así nos ha ido en la historia (agresividades de todos los colores y abandonos).
Cuando la paternidad es buscada desde la naturaleza de nuestro ser de personas y no desde la espontaneidad de nuestro ser humano, se asume desde el primer momento el reto inherente de la paternidad educativa y, como bien dices, para hacerlo se necesita una dosis nada desdeñable de generosidad
Gracias, una vez más, Merche por dialogar conmigo y con nosotros de estos temas