domingo, 9 de junio de 2013

LOS HIJOS NOS ENSEÑAN A SER PADRES y esto exige NO QUERERLOS POR IGUAL

Motiva este post uno de los comentarios que recibí esta semana sobre como, yo, había sido inducido por uno de mis hijos a cambiar el estilo de acción psicoterapéutica o, dicho de otro modo, me había enseñado a ser padre de modo diferente. En la respuesta le dije que sus ideas motivarían el tema que comparto ahora.

Es obvio que los hijos son la primera escuela donde aprendemos a ser padres. Se cumple el paradigma de la docencia por excelencia: "aprender haciendo, aprender desde la realidad y la experencia". Puede sonar bonito pero, en realidad, el actuar de los padres suele ser la prolongación de la espontaneidad de los actos biológicos que dieron origen a los hijos y que en los primeros años suelen causarnos gozos lúdicos y hedónicos y aquí comienzan las trampas.  
Otras veces el aprender haciendo consiste en repetir los actos sociales, presuntamente educadores, aprendidos por imitación de quienes están en derredor nuestro y, al final,  una y otra forma de actuar acaban por dar resultados trágicos para los padres, para los hijos y para la sociedad.


Más o menos pronto unas veces y otras tarde, los padres nos percatamos de las dificultades que tenemos porque no sabemos cómo mejor afrontar las diferentes maneras de ser y actuar de nuestros hijos, y buscamos la ayuda de profesionales o de organizaciones de padres-educadores.  La preocupación de padre, comienza por expresiones como "por qué son tan diferentes si a todos los he tratado igual"... "por qué son tan distintos si los he querido por igual".


La realidad es que el acto biológico de la paternidad no nos enseña a ser padres-educadores y las costumbres sociales de la educación, por sí solas, tampoco. 

Pongamos en claro cosas sencillas para vivir mejor: 
1- Los hijos no pueden comportarse de igual manera porque son diferentes unos de otros, en su carácter, y desde él, en las expresiones de su personalidad. 
2- No podemos tratarlos a todos igual porque, al ser diferentes, nos darán señales distintas y reaccionaremos inconscientemente de manera distinta en una cadena sin fin de acontecimientos, toda la vida. 
3- No podemos quererlos a todos igual, porque son diferentes y NO DEBEMOS QUERERLOS IGUAL porque cada uno es único.

La paternidad educadora es un TRABAJO de mútua interacción entre los padres y los hijos.  Educar (e- ducere = hacer salir de sí) tiene como objetivo enseñar a los hijos y aprender con los hijos a salir de la dimensión primitiva de "ser humano - especie humana". El carácter, nos es dado genéticamente como base, como cimiento  para ser "persona y, por lo mismo, libre"
Comenzamos a entender aquí la afirmación de que los hijos nos enseñan a ser personas en la dimensión de padres, porque la tarea de llegar a ser personas comienza en la cuna y acabará con la muerte. 

De paso, aprovecho para contradecir la afirmación tan repetida de que las personas, con los años, no cambian. No es así, son quienes luchan por ser personas los-as que cambian; quienes no cambian son quienes se contentan con ser humanos -animales humanos con muchas cualidades y talentos maravillosos, pero animales- porque tienen miedo de tomarse el trabajo de ser personas. De salir de sí para encontrarse con otros o con el ser Absoluto (real por susceptible de ser pensado sin contradicción racional y vivenciado sin contradicción emocional.)


El acto de mutuo condicionamiento educativo entre padres e hijos para vivir saliendo de sí mismos es algo que por igual podemos hacer los jóvenes y  los viejos, los cultos y quienes crean no ser tanto, los ricos como los pobres sin distinción de culturas. Los sanos y los enfermos, con sólo una condición... DIALOGAR.  El fin del diálogo es buscar, entre todos, "lo mejor y más perfecto" para vivirlo con ritmo propio pero con la ayuda correctora de los demás.


Dialogar es igual que (dia-dos y logos-palabra) comunicarnos desde nuestro mundo interior. 
Nuestros hijos desde que nacen se comunican. Sus comportamientos son los lenguajes que intercambian con los padres y que, estos, tienen la obligación de proyectar a futuro. De hacer hipótesis sobre la evolución y consecuencias que estas conductas anuncian.  Más adelante aparecerán las predisposiciones, los talentos, las aptitudes y las actitudes que caracterialmente tienen predispuestas.  A todas estas variables los padres han de responder, DIALOGANDO.

El diálogo con los niños encontrará su primera dificultad en la espontaneidad con que ellos desean no ser limitados en su forma caracterial de expresión (porque nacieron seres humanos, de la especie humana) y, por lo general, los padres sucumben ante la presión caracterológica de los hijos de dos maneras: por la tolerancia arbitraria, es decir, según les convenga en el momento y mezcla de reivindicaciones inconscientes con su infancia, o mediante la agresividad como expresión de impotencia ante la tenacidad del carácter del niño (me saca de mis casillas).  El resultado es el mismo: aprendizaje inducido inconscientemente de que los límites atentan contra la libertad individual y, por lo mismo hay que ingeniárselas para evadirlos.  

Conclusión: cimentación eficiente para el desarrollo de la personalidad amoral, de la personalidad  inmoral, de la personalidad mitománica, de la personalidad corrupta como mecanismos de convivencia social; vale decir, el desarrollo en ciernes de personalidades psicopáticas, en mayor o menor medida porque sin límites se genera el "idiota moral", es decir, individuos sin conciencia de culpabilidad y con sólo conciencia de oportunidad para lucrar beneficios.    

Permítanme otra digresión: luego de lo antedicho ¿nos es difícil entender el actuar de grannnnnnnnnnnnnnnnn...... parte de nuestros líderes sociales tanto religiosos como laicos, de nuestros políticos, de nuestros empresarios de nuestros informantes?...


Si desde que son niños, no dialogamos con nuestros hijos para que incorporen los límites, inteligente y creativamente, para que con gozo real, logren el beneficio de todos los que conforman su familia, luego, al comienzo de la adolescencia, no tendrán armas para controlar la espontaneidad del carácter que irrumpirá con todo vigor en su mente al ritmo de la maduración endocrina, ni podrán manejar la presión social que va en contra de cuanto aquí estamos expresando.

Tres aspectos importantes acabo de señalar que el diálogo con nuestros hijos ha de lograr...
1- desarrollar la creatividad inteligente de cada uno y, por caracterológica, diferente de sus hermanos
2- con experiencia de gozo, porque el cerebro humano no soporta la mortificación por la mortificación; busca siempre el gozo que le asegurará vida
3- con experiencia de éxito consistente en la valoración positiva que el grupo familiar hace de lo que aporta. 

Es claro que la paternidad educadora es un trabajo muy arduo que difícilmente puede ser ejecutado por un solo padre o teniendo un número abultado de hijos a quienes atender.  Los argumentos sentimentalistas y emocionales sobre la exaltación de las familias numerosas, incluyendo los que tienen motivaciones religiosas, son falaces.  Atender las necesidades educativas de UN ser humano para que opte por ser persona, es labor encomiable, y demanda de los padres mucho más que explosiones aisladas de buena voluntad. Necesitan conciencia clara de su función educadora y elaboración de programas sujetos a renovación, periódica, desde el diálogo.
  
Y es la adolescencia el momento idóneo para asumir el control creativo del carácter. De no hacerse conscientemente se puede asegurar que la relación interpersonal adulta (social, de pareja, laboral, empresarial, cultural etc) sufrirá de intermitencias constantes y de fracasos abundantes.
Y para muestra, sólo tenemos que mirar a nuestras propias familias, conocidos y amigos.

(continuaremos dialogando en el próximo post, si les parece)





6 comentarios:

  1. Excelente post, en el cual se precisa la diferencia entre "ser humano (animal)" y ser persona. Me parece muy atinado mencionar a las personalidades psicopáticas o "idiotas morales", que hay much@s lamentablemente, y como lo comento con mis familiares, no necesariamente son los que matan a otro ser sintiente; sino que las encontramos quebrantando normas de convivencia pacífica y abusando de su posición de poder, que puede darse en el seno de una familia (quien independiente al rol que cumpla, es el/la más agresiv@ de la manada-) o los encontramos en la sociedad desempeñando altos cargos, como lo expuesto en el post que comento (pueden ser políticos, autoridades religiosas, jefes, etc), Procuremos cultivarnos como personas cada vez mejores; y también ayudemos con el ejemplo, a que otros también se conviertan en mejores personas, o por lo menos que disminuyan su animalidad.

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  2. Qué bueno, Debora, tu comentario. Estoy convencido de que persona es quien sale de sí, es decir, quien controla y supera su carácter por la creatividad, que pone al servicio de quienes lo rodean. Para que se logre el objetivo de estar al servicio de... se necesita entrar en diálogo con... de otra forma se incurrirá en mecanismos de manipulación, como tu señalas bien, con apariencia de bondad pero con egocentrismo real.

    Educar a nuestros hijos en esta dinámica y en contra de la dinámica de la sociedad actual (y creo que de siempre) cuya categoría máxima de conocimiento resulta ser la "competitividad"... es tarea para más de un padre ¿no crees? y para más de 10 años también. No quiero decir que la competitividad y el dominio caracterológico sean contradictorios; ni mucho menos, se pueden compatibilizar perfectamente y se deben compatibilizar pero se precisará ajustar bien la educación de los límites, sobre lo cual hablaré en el siguiente post.

    Ser padres, parece claro luego de lo expuesto... es bastante más difícil y gravemente retador que traer una criatura al mundo ¿verdad? Pero para eso estamos.

    Gracias por tus aportes

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  3. Un GENIO!!! Totalmente de acuerdo. Todos los hijos son diferentes y no se les puede querer por igual. Los padres también, y tampoco es posible quererlos en la misma dimensión.
    Otro tema importante asociado a este que tal vez deberías tocar es el sentimiento de culpa asociado a ser incapaces de querer por igual. Estoy segura de que hay muchos padres que sufren por tener más empatía con un hijo que con otro, y correlativamente hay hijos que se dan cuenta de esto y sufren también.

    Con relación a tratar de "homogenizarlo todo" eso está presente desde siempre. Desde que hay padres que visten igual a sus hijos, desde que en el colegio se buscan cortar todas aquellas expresiones de la personalidad que sean distintas a las de los demás (y con ello deshacen toda creatividad). Desde que hay padres que no entienden que todos sus hijos no deben ir a la universidad, casarse y tener muchos hijos como los demás. Por qué el pánico por lo distinto?

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  4. Qué bueno y qué claro lo que dices, Mari; no sé si vale la pena que escriba algo más sobre el tema que me sugieres, luego de lo que has dicho tan bien y tan rápido.

    Pero como me lo has pedido... y es norma elemental del diálogo contestar los pedidos... acepto la proposición.

    "Qué remedio me queda... es mi pesado deber... ¿o no?"

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  5. Yo añadiría que los quereres son varibales en el tiempo. Los hijos evolucionan, los padres también... Lo que vale para hoy, mañana puede ser de otra manera.

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  6. Cierto, por mientras haya vida habrá cambio porque vida y cambio, usando un término poco usual pero muy bello, obran de CONSUNO. Esta es la razón fundamental por la que hemos de estar abiertos para buscar la verdad juntos, no aislados; buscar la verdad desde las diferencias, no desde lo conocido. En esto consiste educarnos y educar; en salir de nosotros -con los otros- hacia el encuentro del Infinito, del Absoluto que está en nuestro yo parcialmente para ser plenificado por su presencia en los otros YO.

    Queda, pues, sin fundamento ontológico el concepto de la "autoestima" como concepto egótico y egotizador. El yo personal carece de sentido biológico, biopsíquico, social y trascendente, sin el YO DEL NOSOTROS.

    Hacer hincapié en la educación de la autoestima de manera a-crítica, es un absurdo psico-educativo y las consecuencias de este error son los modos de agresividad social (insociales, habría que decir para ser específicos) una de cuyas manifestaciones más execrables de todos los tiempos es la agresividad interxesual e ingtergénero.

    Gracias por permitirme dialogar con Uds.

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