viernes, 26 de abril de 2019

EL PERDÓN, ¿HAY QUE PERDONAR? ¿ Y CUÁNDO HAY QUE PERDONAR? y ¿QUIÉN TIENE QUE PERDONAR?

Este tema está motivado por dos circunstancias: el suicidio de un ex-presiente del Perú que ha suscitado múltiples y contrapuestas reacciones y valoraciones conceptuales y sociales sobre el perdón o sobre la aplicación de la justicia y por la pregunta que me ha hecho una dialogante sobre el perdón.

Transcribo una parte del artículo que la dialogante leyó, desde el que se genera la pregunta en la dialogante, y... desde la respuesta que me ha merecido... ampliaré el contendido de este post. El texto que transcribo es de Alejandro Jodorowsky en el que hace 10 proposiciones de las que sólo la 8ª tiene relación con el tema que nos ocupa:
  • 8.  Si tus padres abusaron de ti cuando pequeño/a, confróntate calmadamente con ellos, en un lugar neutro que no sea su territorio, desarrollando cuatro aspectos: "Esto es lo que me hicieron. Esto es lo que yo sentí. Esto es lo que por causa de aquello ahora sufro. Y ésta es la reparación que pido". El perdón sin reparación no sirve.
  • Y la dialogante dice:  Qué opinas de esto? Me quedé pensando en el perdón  sin reparación... crees que existe?
Y ésta fue mi respuesta:
  • Son válidas, por saludables, todas la proposiciones que ayuden a salir de nosotros mismos para enriquecer a otros, porque sólo así se es persona humana y de cualquier otro modo sólo seremos individuos de la especie humana.  En consecuencia, lo que preguntas no lo es, porque no necesariamente el/a ofensor/a se considera y actúa como persona humana y/o no necesariamente tiene la capacidad de redimirse de su sola condición humana  para restituir su dignidad de persona.
  • La reparación es de desear porque ayuda a la restauración emocional pero la restauración afectiva le corresponde más a la persona ofendida.
  • El perdón corresponde a la grandeza del ofendido/a y en ningún caso el perdón dependerá del ofensor/a, porque, si así fuera, daríamos pie a la continuidad de la conciencia de víctima y victimario/a y, en este caso, no se restaurarían ni la vivencia emocional ni la vivencia afectiva.  Daríamos pie, en la víctima, a la intención, enmascarada, de revancha, con la que el ofendido/a se equiparará, en alguna medida, con el ofensor/a. Ambos procederían como humanos pero no como personas humanas.
  • El perdón siempre será mejor con reconocimiento de la falta por parte del ofensor/a y con el resarcimiento correspondiente pero... el perdón no puede estar condicionado por estos dos factores.
  • Y perdonar... sí y sólo si existe el reconocimiento y resarcimiento es "humano, muy humano, demasiado humano", expresión con la que podemos parafrasear a Nietzche.

Es evidente que el perdón es potestad de la víctima pues es ella quien decide si puede, si quiere perdonar y porqué quiere o no quiere perdonar y... nunca es potestad del agresor/a sea que solicite, o no, el perdón.
 
Dicho lo anterior, quiero detenerme a analizar la valoración  que nos puede o debe merecer la súplica de perdón, si es que existe pues hay personas que  educativa y/o culturalmente están inhabilitadas para formular la petición del perdón pero sí se sienten culpables y con deseo de cambio, del mismo modo que las hay con facilidad para pedir perdón, casi en forma compulsiva, sin voluntad de cambio.  Estas modalidades de comportamiento tienen que ver con el grado de salud psicológica que puede implicar el hecho de pedir perdón, formalmente.
Nuestra valoración dependerá, en consecuencia, del tipo de solicitud de perdón.
  • Hay súplicas de perdón falsas o, psicológicamente hablando, súplicas histéricas.  Son histerias el conjunto de comportamientos "mentirosos". Nos comportamos histéricamente cuando ocultamos parte importante de lo que debemos comunicar, para no perder o para sacar alguna ganancia y que, por eso, no lo manifestamos. Estas súplicas de perdón son típicas de los/as individuos sorprendidos en faltas o en infidelidades de algún tipo (marital, social, empresarial, tributaria, de función). Ejercitar en estos casos el perdón, sin resarcimiento, es perder el tiempo porque el infractor/a estará esperando la primera oportunidad para repetir su "destreza, su proeza y su aprendizaje" porque así ha aprendido a sacar ventajas de la súplica de perdón. Diríamos coloquialmente... "le salió barato". 
  • Hay súplicas de perdón rutinarias o lo que en psicología social llamaríamos modismos idiosincráticos (somos así). Pedir perdón por la impuntualidad o suplicar prórrogas porque los deberes se dejan para último momento y hacer presión social porque son muchos/as quienes incurren en un mismo error, es un modismo prototípico de las súplicas de perdón rutinarias. Son, en realidad,  modalidades de las expresiones histéricas colectivas que de algún modo tienen carta de ciudadanía  y, como tales, tendríamos que decir lo mismo que de las anteriores...en estos casos el perdón, sin resarcimiento, es perder el tiempo porque el infractor/a estará esperando la primera oportunidad para repetir su "gracia" y el costo del error (pérdida de tiempo, de oportunidades, de estabilidad emocional o de honor) lo pagan, siempre, las personas a  quienes se les pide perdón.
  • Hay súplicas de perdón interesadas o lo que en psicología social llamaríamos súplicas de perdón perversas. Son específicas de las personalidades psicopáticas (en mayor o menor grado) muy frecuentes entre individuos con poder (económico, político, laboral, militar, religioso). Estos son personajes que se consideran superiores, individuos de  clase superior, con merecimientos y rangos por los que pueden hacer lo que les conviene y cuando quieran, porque son de la élite.  Pero eso sí con muy buenos modales, con gran astucia y con mucha cortesía piden perdón... " por las incomodidades que puedan causar o por los sacrificios que nos imponen" porque, si no los aceptamos y se lo agradecemos... tendremos que "atenernos a las consecuencias". En estos casos, otorgar perdón es propiciar la formación o la consolidación de un estereotipo social que genera, como mecanismo reactivo de compensación, la formación de las histerias colectivas rutinarias y de los modismos idiosincrásicos del acápite anterior.
Y si es evidente que el perdón es potestad de la víctima pues es ella quien decide si puede, si quiere perdonar y porqué quiere o no quiere perdonar... dependerá de nosotros (de los valores sociales, espirituales o místicos con los que nos identifiquemos...) someternos o reaccionar, y en qué grado, ante esta lacra social, que tiene toda la apariencia de no cambiar.
 
Confrontar esta realidad, exige de nosotros querer ser diferentes...
  • Qué requiere suplicar perdón de forma veraz : No cometer errores es, ontológicamente posible pero existencialmente nos es imposible (errare, humanum est) y las razones de nuestros errores van, desde las biológicamente limitantes hasta los predisponentes psicogenéticos del carácter,  igualmente limitantes y/o de los condicionantes de carácter místico (también lo místico puede condicionar patologías de comportamiento o errores; pensemos en los fundamentalismos de todos los colores y los errores que a lo largo de la historia hemos acumulado los seres humanos -y sólo humanos). Por lo que, la súplica de perdón será veraz... si y sólo si, frente a la conciencia de nuestros errores suplicamos perdón mediante 3 comportamientos:  nos auto-delatamos, no ocultamos conscientemente ningún contenido de error que hayamos cometido y proponemos un modo de restauración para que sea valorado por los/as afectados/as, por nuestros errores. 
  • En qué consiste perdonarDos actitudes son necesarias para perdonar:  descubrir los valores del/a ofensor/a y el potencial que esos valores tienen para enriquecernos y... apoyar al ofensor/a para desarrollarlos con la intención de que los potencie más eficientemente... si y sólo sí, nos permite hacerlo.  Si no nos lo permite, distanciarnos por respeto a su decisión.
En modo alguno el perdón elimina la historia y muy difícilmente el recuerdo del daño o dolor sufrido.  Si el tiempo elimina el recuerdo o lo atenúa, es mejor pero si eso no sucede no quiere decir que no hayamos perdonado; es señal de muy alta sensibilidad emocional y de buena memoria.

Ahora bien, pienso que es imposible perseverar en los comportamientos de auto-segregación, que el ser diferentes nos exige,  sin cultivar nuestra dimensión espiritual desde la vivencia mística; sólo con el cultivo de las dimensiones intelectivo-volitivas ontológicamente podemos lograrlo, pero existencialmente no es suficiente y creo también que ante la dificultad que este reto tiene,  se nos facilitará mucho el objetivo de ser diferentes y perseverar en dicha actitud, si lo hacemos alentados por alguna forma de asociación. Porque querámoslo o no... etológicamente hablando, somos animales sociales y sobre esta base podremos desarrollar, con más facilidad las dimensiones intelectivas y volitivas que nos identificarán como  personas humanas, que si lo intentamos individualmente.  No obstante lo dicho, hay grupos caracterológicos que tienen dificultad para el desarrollo de objetivos, de manera colectiva.

Los grupos o asociaciones para alentar la disposición de ser diferentes y para expresarnos verazmente no son perfectas pero la dinámica interna de las mismas, habitualmente, fuerza la resilencia de nuestra consciencia volitiva inicial. Y esta forma, grupal,  de vivencia del perdón veraz, ha demostrado mayor eficiencia psicoterapéutica, o de restauración de la fidelidad y perseverancia en el logro de objetivos de salud, que el esfuerzo individual.
 
 
 

Translate