La pérdida de la vida y la salud (biológicas, psicológicas y espirituales) siempre será la mayor de las pérdidas, pero en este post me referiré a pérdidas de menor valor: la fama, la imagen social, el prestigio, las amistades, el dinero y el trabajo. El común denominador que tienen todas ellas es: la emocion de pérdida de poder o dicho de otra manera la emoción de sentirnos desvalorizados.
Estas pérdidas pueden ser el resultado de errores cometidos en nuestras acciones o por omisiones en nuestro actuar o por la suma de ambos condionantes, pero también por ser injustamente o impropiamente acusados socialmente. Frente a este último condionante experimentamos dolor por frustración y, la frustración, siempre genera en nosotros agresividad que manifestamos hacia nosotros en formas variadas de depresión y/o hacia los demás en forma reactiva de carácter legal (si cabe el caso) o de resentimiento o en búsqueda de revancha y, en casos graves, en formas más o menos violentas de conflictos y/o de guerras incruentas y cruentas. Analicemos por qué nos sucede esto para luego ver como podemos enfrentar estas emociones de pérdidas, de manera saludable.
La clave es NUESTRO SER : somos la resultante de la interacción de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu cuyo resultado se manifesta en una historia concreta.
Nuestro ACTO DE SER se expresa en (1) la función del cerebro que es sobrevivir a toda costa, es decir, intentar no morir. Al cerebro se junta (2) la función de la mente que es ganar siempre, es decir, no perder. Y al cerebro y a la mente se añade (3) la función del espíritu que es la creatividad para evitar los riesgos de morir o de perder.
Nuestra FORMA DE SER (o dicho de otra manera: cómo nos manifestamos) (1) con nuestro cuerpo con agresividad desde el inicio de nestra vida: "quien no llora no mama". (2) con nuestra mente siendo competitivos en el actuar social: " yo primero". (3) con nuestro espíritu siendo astutos, usando a nuestro favor la mentira y las argucias; con la mentira nos manifestarnos encubriendo nuestros miedos y nuestra pereza y con las argucias usando como verdad lenguajes morales producidos por el consenso y acomodación social, (que llamamos democracia o creencias ideológicas) y a estos consensos les otorgamos impropiamente, categoría de verdad.
Nuestra RAZÓN DE SER (o dicho de otra manera: para qué obramos de un modo o de otro) (1) con nuestro cuerpo para lograr imagen social positiva o negativa. (2) con nuestra mente para justificar los hechos de nuestra historia positiva o negativa y neciamente pretender cambiarla mediante argumentos y comportamientos histéricos. (3) con nuestro espíritu procurar liberarnos de culpas (jurícicas si biene al caso, sociales que nunca se logran plenamente y religiosas que opacan las conciencias mitológicas)
Los tres movimientos (acto de ser, forma de ser y razón de ser) interactúan necesariamente porque por ellos formamos la unidad de nuestro SER, auque se reparten el protagonismo según sea la historia educativa que cada individuo haya recibido y asimilado. Es decir que todo lo dico con los numerales 1, están intricados, como confabulados con los numerales 2 y los numerales 1 y 2 están intricados con los numeales 3 y viceversa. Así somos de complicados los seres humanos.
¿QUÉ HACER cuando las emociones de pérdidas se apoderan de nosotros y, especialmente, cuando estas emociones de pérdidas son la consecuencias (en nuestra vivencia, en nuestra consciencia subjetiva) de injusticias sufridas?
Cuando en el apartado "razón de ser" dije, "positiva o negativa" me refería a que, frente a las pérdidas, nos podemos considerar culpables o víctimas.
- Quien se siente culpable o responsable de sus pérdidas siempre sabe qué hacer: ganar, ganar y ganar a base de mentir, con la esperanza de que habrá quien le acoja aunque sea por la perversa solidaridad con el vencido; su lenguaje toma las formas de idiota-moral (psicópata)
- Quien se siente inocente y víctima experimentará, inevitablemente, impotencia y frustración y, la frustración, generará vivencia de agresividad pasiva, asertiva y/o autodestructiva. Si pasiva... desarreollará depresión en todas las formas posibles; si asertiva... buscará la confrontación belicosa pero mental, con la historia vivida, pretendiendo que los hechos no hubieran sucedido y que los discursos hubieran sido diferentes porque se siente culpable de no haberse defendido convenientemente y su lenguaje será el del estúpido (como el de los adolescentes comunes); si autodestructiva... desarrollando la imagen de víctima de los sistemas sociales de los que forma parte (desde la familia hasta las estructuras sociales y políticas) y desarrollando un lenguaje interno misantrópico y socio-coloquialmente con un lenguaje apocalíptico, con el riesgo de convertirse en lenguajes y vivencias esquizofrénicas, como los razonamientos de los inbéciles (como el de los púberes comunes)
Querer salir de la consciencia culpalbe o de la consciencia de víctima se puede lograr mediante la utilización de tres procedimientos en interacción que corresponden a la acción de los numerales 1, 2 y 3. Numeral 1, dormir larga y profundamente dando a nuestro cerebro la posibilidad de equilibrar su metabolismo. Numeral 2, doparse mediante la ingesta de psicofármacos debidamente controlados profesionalmente. Numeral 3, moverse creativamente activando el cuerpo y su metabolismo, la mente mediante la concentración y meditación y el espíritu observando, descubriendo y expresando la bondad y la belleza que hay en todo y en todos
Ahora bien, la eficiencia del procedimiento señalado tiene 2 prerequitos: primero la abstinencia total del alcohol, de estupefaccientes, de fármacos no controlados y de expresiones soeces y descalificadoras de los demás (de la coprolalia) y, segundo, el apoyo psicoterapéutico o equivalente, habiéndose comprobado que la mayor eficiencia terapéutica la consiguen las diversas formas de psicoterapia grupal.