La matrimonialidad tiene por objetivo, el crecimiento biológico y procreativo de cada miembro de la pareja, como modo de asegurar la "supervivencia condigna" (digna de la persona humana) a lo largo del tiempo y más allá de la muerte, de los dos progenitores.
La conyugalidad tiene por objetivo, desarrollar proyectos de vida en común o individualmente, con la ayuda del otro-a, asumiendo, o no, la matrimonialidad. Caben aquí, todas las modalidades de familia
La esponsalidad tiene por objetivo, ayudarse mutuamente a aliviar el peso del carácter (heredado) y de la historia vivida, (sufrida) asumiendo, o no, la matrimonialidad y la conyugalidad. Sensu stricto es la modalidad más comprometedora de vida en pareja y puede vivirse sin relación socialmente explícita de pareja ni de parentalidad.
Son diferentes pero no excluyentes y las tres se consolidan desde "LA FIDELIDAD" acorde con el compromiso que cada una de ellas conlleva, para crecer como personas humanas.
La fidelidad, entendida como honestidad para el crecimiento mutuo, es un conjunto de fidelidades y rompe los estigmas de la fidelidad genital y social, asumiéndolos para superarlos.
Ahora bien, si el objetivo de todos los modos posibles de vida en pareja es el crecimiento como personas, en la etimología griega del término "krisis = crisis = discusión" y del verbo "krinein = crecer" encontramos, en las crisis, la razón de la necesidad de las mismas. Nadie puede crecer sin ser sujeto y objeto de crisis, sin distinción del modo de crecimiento que persigamos; si biológico, o intelectual, o social, o profesional, o espiritual, o místico... o de pareja.
Las “crisis” son espacios -ad intra y ad extra- de perfeccionamiento y crecimiento de la vida en pareja y son, por sí mismos, signos de vida.
Todos los modos de crecimiento exigen lo mismo: auto-imposición de esfuerzo = de fuerza = de virtud (que son términos equivalentes, etimológicamente hablando). En buena cuenta, nos exigen "salir de los espacios de comodidad" que nos hayamos buscado y/o que la sociedad nos ha prometido -con falsedad- por no aceptar la realidad que la historia (magistra vitae) nos enseña respecto de todos los modos de crecimiento: necesitan de esfuerzo = fuerza = virtud-es.
Sabias serán las parejas que sepan aprovechar las crisis para discutir y concordar las nuevas metodologías (esto es lo que significa la palabra crisis) que los compromisos adquiridos antaño, tienen hogaño.
Las
virtudes (esfuerzos) de nuestras “fidelidades”
tienen como puntos de apoyo la paciencia (pax sciere = saber hacer la paz) que
es hija de la Esperanza… al servicio de la Esponsalidad (es pondum allii = para ayudarnos a aliviar el
peso, al-a otra-o).
Las
crisis, con el paso del tiempo, serán irremediablemente mayores, porque con la
edad los defectos que derivan del carácter y de la historia vivida, adquieren
características de caricatura de lo que hemos querido ser o de lo que fuimos, a
la manera que nuestros signos de envejecimiento biológico son caricatura de los signos
juveniles o infantiles. Por eso, con frecuencia, las crisis son el resultado de
no haber trabajado –terapéuticamente-
los defectos de nuestra juventud o infancia.
Un
momento de crisis, sin importar qué circunstancia lo haya provocado, deberíamos transformarla en
una oportunidad para ejercitarnos en la actitud crítica y ésta requiere, para ser adulta, de la ejercitación de 3 verbos (o actos de
compromiso) denunciar, anunciar y
comprometernos lo que, a su vez y con relación correspondiente,
requerirá de una metodología eficiente expresada por las acciones de “reflexionar, calcular y crear”
Sin
la dinámica de denunciar-reflexionando, anunciar-calculando y comprometernos-creando
nos expresaremos como adolescentes-tardíos, como criticones, por no querer salir de nuestros espacios de comodidad y que, con mucha frecuencia, generan en nosotros malestar, dolor y hasta aflicción.
Actuar
estos tres pares de verbos es tomar conciencia del carácter adulto, de nuestra unión y compromiso… porque nadie puede crecer sin
esfuerzo (= sin el ejercicio de la paciencia y de la esperanza).
Si
no se nos ha enseñado a confrontarnos (= poner al frente) con las crisis como
ocasiones de crecimiento, tenemos el deber de aprender a hacerlo mediante el
uso de los tres pares de verbos, antedichos, conscientes de que al obrar así,
estaremos respondiendo, ad intra (desde nuestro ser interior: desde nuestro acto de ser, nuestra razón de ser y nuestra forma de ser personas), al
imperativo ético y/o místico, adquirido.
Estos
dos movimientos de la misericordia son condición indispensable para que vivamos
las “fidelidades: matrimoniales,
conyugales y esponsales” a nivel ético (mejor y más perfecto que el-os acto-s moral-es) y/o místico
- Cuando uno de los dos no puede o no quiere vivir las exigencias impuestas por las crisis como reto de crecimiento, lo que exigirá al-a otra-o silencio ético para, con su fidelidad-silente, suplir las impotencias de la pareja. Este actuar de fidelidad, es un acto de heroísmo martirial
- Cuando, por el deterioro de los distintos modos de salud, tengamos que aprender a vivir creativamente, a escuchar calculadoramente y a crear modos de no ocultar la verdad de nuestra pro-fesión (pro-fidere = tener fe = estar adherido a...) de nuestra opción mística, por no estar de moda y así crecer en la Fe y en la Esperanza de la acción del Espíritu Santo a la luz de 1ª Co. 7, 14 16