- Lo primero que
hemos de tener en cuenta es que “lo que vivimos o hacemos “ a nivel de
ribosomas, establece núcleos corpusculares de memoria de los aprendizajes que
las vivencias y comportamientos han condicionado. Toda vivencia se transforma
en aprendizajes
- Estos
aprendizajes neuroquímicos, multiplicados por las conexiones dendritales en
conexión con otras experiencias y aprendizajes correspondientes o similares,
con los que pueden establecer relación de similitud… se repetirán en nosotros,
sí o sí, salvo que estemos en estado de alerta para modificarlos, para
cambiarlos por otros contrapuestos o para canalizarlos hacia experiencias
creativas, que nos sirvan de compensación ante las pérdidas que los cambios nos
imponen. Los cambios –siempre nos
imponen emoción y conciencia de pérdidas- que nuestro cerebro se niega a
aceptar. Esta negación del cambio es lo que denominamos “espacios de confort o
bienestar. Es lo que expresa la sabiduría popular cuando dice “preferible lo
malo conocido a lo bueno por conocer.
- Los cambios que
intencionalmente nos imponemos, generan en nosotros conciencia emocional de
frustración que transformamos en
comportamientos agresivos dirigidos hacia los demás, hacia nosotros mismos o en
ambas direcciones (con frecuencia a causa de los sentimientos o complejos de
culpabilidad que podamos experimentar). Frustración y agresividad son
concomitantes, siempre, con mayor o menor intensidad pero la dupla es
inevitable sin importar si los controlamos o no. Pero no es cierto que la represión=autoimposición de cambios sea, por sí misma, negativa.
- Cuando los
comportamientos o vivencias son caracterológicos, orgánicos o metabólicos, los
aprendizajes tienden a fijarse como indelebles y a establecerse en nosotros
como mecanismos obsesivos y/o adictivos. Las obsesiones son siempre adictivas,
sin importar si nos causan bienestar o perjuicios porque tienen su raíz en el
instinto de supervivencia del que pocas veces tomamos conciencia.
- Cuando el proceso
de aprendizaje hunde sus raíces en los modelos que tuvimos (o nos impusieron)
en la infancia y/o adolescencia, difícilmente nos percatamos de la dependencia
en que estamos y, consiguientemente, no valoramos la moralidad de los mismos
con objetividad. En consecuencia no solemos tener conciencia de lo negativo de
ellos ni del dolor que causamos en los que nos rodean. En estos casos nuestra
conciencia queda adormecida por la-s costumbre-s.
- Los cambios
comportamentales, opuestos a los aprendidos inicialmente, no se consolidarán
antes de 6 meses de ejercitación y si en este período se presentan recidivas, cuando se dan,
el tiempo de remisión del aprendizaje antiguo y consolidación del nuevo se ha
de contabilizar otra vez, como nuevo período de 6 meses, hasta lograr romper toda recidiva. (un ejemplo del organismo, al respecto, es la
menopausia; no se fija sino luego de 12 meses contados a partir del último
sangrado sin importar si es mucho o poco o si ha habido saltos de meses de no
presencia de sangrado)
- Luego de la
remisión trabajada, habrán de ser objeto de vigilancia, análisis y evaluación con
una periodicidad no mayor de un año; de otro modo se reactivarán espontáneamente
o motivados por acontecimientos o personas nuevas, pues ningún aprendizaje se
extingue completamente.
A la luz de estos 7 criterios hemos de analizar los comportamientos
propios y los de los demás, sin importar que nos parezcan episódicos o
circunstanciales, buenos o malos, leves o graves. Estos criterios de valoración
moral, son irrelevantes pues todos son acumulativos. Habremos de descubrir los mecanismos de
aprendizaje que encubren y así juzgar su valor, para nosotros, nuestros
proyectos de vida y para el valor que pueden tener para los demás.
Teniendo en cuenta la rectitud de conciencia, sin la que estos 7 criterios neuro-psíquicos valen nada, podremos afrontar la duda respecto de continuidad o no continuidad de la vida en pareja.
Si continuidad... se nos impondrán (a ambos) cambios sostenidos en nuestros criterios, en nuestras emociones y en nuestras conductas para ser eficientes colaboradores del crecimiento de nuestra pareja, en las tres dimensiones que como personas nos constituyen: "corporal, sico-social y espiritual".
La seguridad del éxito dependerá de la perseverancia (de ambos) en la vigilancia y estimulación de los valores que cada uno tiene y con los que nos enriqueceremos mutuamente y, nunca la seguridad dependerá de la superioridad de una persona sobre la otra o de la corrección de quien se crea superior. Si obramos así, fracasaremos o usaremos el mecanismo de la corrección para mentir y mentirnos.
Si ruptura... se impondrán los mecanismos del duelo saludable.