sábado, 1 de abril de 2017

LA COHERENCIA DE VIDA, ES SIEMPRE POSIBLE, PERO A COSTO ALTO

En el diálogo corriente, en los análisis de opinión, en las investigaciones académicas o científicas, en la valoración de las personas que nos rodean, etc.  es muy frecuente usar la expresión... "coherencia de vida".  ¿Y qué deseamos decir con esa expresión? ¿Qué valor damos a LA COHERENCIA?

Decimos que algo o alguien es coherente, cuando observamos  "adecuación entre la teoría y la práctica o en el decir y obrar de las personas, de manera estable o permanentemente". Lo  incoherente, es decir hoy lo contrario de lo dicho ayer o dar por falso hoy lo que se afirmó como verdad ayer.

En estos términos... ¿es posible la coherencia de vida? ¿puede alguien ser coherente en su vida?
La respuesta fácil es:  "sí, es posible pero es muy difícil" y, al afirmarlo, nos sonreímos con escepticismo 
En el quehacer ordinario se confirma que ni en la vida personal se observa la coherencia... ni siquiera en los llamados "santos, héroes o personas insignes" porque en sus vidas encontramos "arrugas, defectos, errores o pecados"... ni en las instituciones sociales, políticas o de gobierno se observa tal proceder porque están plagadas de corrupción. 
Es más, ante las flagrantes incoherencias escuchamos expresiones como "somos humanos, no somos perfectos, somos una comunidad de pecadores que aspiran a ser santos o, es preferible una democracia imperfecta a una dictadura perfecta, etc. etc."
En buena cuenta se "justifica, es decir, se miente elegante y moralmente"¿ porque aceptamos la incoherencia personal y social como constitutiva de las personas humanas y de los seres humanos?. Pero, al mismo tiempo, se penalizan las conductas con la "tolerancia cero, calidad máxima de producto, la inhabilitación social y/o  política, permanentes", etc.
¿Qué nos pasa? ¿Puede haber lenguaje más esquizofrénico para aceptar las incoherencias como constitutivas del quehacer de las personas y, al mismo tiempo, castigar con el máximo rigor legal posible las mismas incoherencias justificadas?  ¿No será que no es propio de las personas humanas, aunque sí de los seres humanos, el actuar incoherente?

¿Qué dificultades existen en nosotros que, deseamos ser coherentes en la vida personal, en la relación de pareja y familiar, en la participación laboral, en el quehacer social y político y en la vida espiritual, al mismo tiempo que nos sonreímos sarcásticamente y terminamos aceptando que la coherencia de vida es una utopía... como si la utopía no fuera "la perfección de lo posible"? 
Creo que hay 4 dificultades que expresamos y justificamos así :
- Todos mienten;     - Quien es coherente es predecible y, consiguientemente, víctima social;   - Tenemos que ser cautos, pertinentes y prudentes para no ofender a los demás;    - Todo lo que es vida cambia, por lo que no podemos dejar de cambiar.

"Todos mienten".  En efecto así es, como el todos roban y matan y así reproducimos fielmente el comportamiento de las demás especies animales; todas las especies vivientes mienten, roban y matan para subsistir 
¿Y qué pasa con este criterio cierto?... Que no nos podemos fiar de los escritos (conducta que nos diferencia de las otras especies animales) que lo digan si no los alegatos abogadiles ni, mucho menos, de las palabras que por exageración o por defecto no trasmiten la verdad. Y entonces... "donde fueres haz como vieres", es decir, la justificación y la mentira pueden resultar ser buenos recursos para la supervivencia humana mientras que la coherencia, no siempre, porque...
Quien es coherente es predecible y, consiguientemente, víctima social. Es verdad, si nuestro proceder es coherente no exigiremos a los demás lo que nosotros no podemos hacer o decir con veracidad plena y, entonces, es casi inevitable que la mayoría de quienes nos rodean abusen de nosotros; los jerarcas porque tienen poder para hacer de nosotros sus servidores a causa de nuestra coherencia entre el pensar, decir y obrar y,  los pares e inferiores porque encontrarán en nosotros la oportunidad de desquitarse de los jerarcas, pues al fin y a la postre nos verán como jerarcas débiles. Ante esta trampa con apariencia de no ofrecernos escapatoria, entonces...
Tenemos que ser cautos, pertinentes y prudentes para no ofender a los demás, porque de no lograrlo seguiremos siendo víctimas sociales de los demás, justificadamente y, de nosotros mismos a través de los mecanismos de culpabilidad.  No tenemos, en apariencia, escapatoria y tendremos que acomodarnos a la moral de la mayoría, que será la forma de tolerancia eficiente para poder vivir con los diferentes a nosotros sin mayores contratiempos.  Todo esto es así porque lo importante de nuestro proceder debe mirar a "vivir con la mayor dignidad posible y, consiguientemente, evitando todo conflicto".  Consiguientemente cierto nivel de incoherencia es necesario para vivir y sobre-vivir a los cambios, porque... 
Todo lo que es vida cambia, por lo que no podemos dejar de cambiar. Consiguientemente pensar en la coherencia como la forma estable entre el decir, hacer y ser de las personas salvando las dificultades que impone la vida, de cambios, exige de nosotros el cultivo de 2 virtudes que, sumadas se expresarán como la VIRTUD DEL HONOR:
1- coherencia para asumir todos los cambios que la vida nos impone (en lo individual, en la relación interpersonal y de pareja, en lo social y político y en los espiritual y místico) desde la dinámica de la HONESTIDAD (entendida ésta como "el logro de objetivos saludables y eficientes que por igual nos beneficien a nosotros como a los que nos rodean o forman parte de nuestro existir"). La honestidad está en contraposición abierta con "la conveniencia subjetiva y exclusiva, con la acomodación a las "medias-verdades" que resultan ser siempre mentiras completas y con el cultivo celoso  de los espacios de comodidad y seguridad personal.
2- coherencia para asumir todos los cambios que la vida nos impone (en lo individual, en la relación interpersonal y de pareja, en lo social y político y en los espiritual y místico) desde la dinámica de la VERACIDAD que está en contraposición abierta con "la justificación y la mentira (entendidas éstas como sinónimas además de enraizadas y alimentadas por "el miedo y la pereza") Mentimos y nos justificamos, primero por temor a perder algo (honra, bines, poder etc.)... y luego de experimentar algún "grado de no pérdida", nos da pereza cambiar aun cuando nos percatemos con claridad de no poder sustentar nuestra vida con honestidad y nos negamos, por lo mismo, el ser exitosos saludable y eficientemente como personas entre personas y así preferimos ser exitosos como seres humanos.

De todo lo expuesto, creo que sólo es posible ser coherentes practicando persistentemente (a nivel de pensamiento abstracto, de juicios emocionales y de evaluación de nuestras acciones) la VIRTUD DEL HONOR, que exige, a su vez la vivencias de las 2 virtudes en que se sustenta, en las estructuras comunitarias (políticas, societarias y familiares). Desde la individualidad y subjetividad no creo posible ni la coherencia de vida, ni la virtud del honor; ambas dimensiones de virtud son constitutivamente sociales, comunitarias.
Pretender vivir estas virtudes desde la individualidad y soledad sólo nos acarreará fatiga y depresión y, entonces, la memoria citológica (neurología del aprendizaje) nos retrotraerá hacia el pasado porque la memoria nos engaña siempre y porque al ser un factor cognitivo-emocional, sólo nos conectará con las vivencias gratificantes y hedónicas del pasado y, de esta manera, se potenciará todo tipo de adicciones emocionales entre las que predomina le "gregarismo" = "haz lo que vieres"; "ve, donde va toda la gente".

Esto es así porque ante la frustración provocada por la fatiga de la perseverancia, (hoy conocida como  burn-out) nuestro cerebro-intelectivo buscará alguna compensación y si ésta no es externa y social, porque no existe, nos ofrecerá la compensación interna que encontraremos en "nuestro pasado" (mentira, justificación, el menor esfuerzo posible, los espacios de comodidad)

Como síntesis de lo que pienso y les comparto sobre la coherencia de vida, concluyo:

La coherencia de vida exige cambios porque está al servicio de la vida -que es cambio- y el no-cambio es muerte.
Ahora bien, para que la coherencia de vida sea saludable de manera estable, asumiendo los cambios, se precisa que sea experimentada y/o experienciada colectivamente, comunitariamente, ecuménicamente.  De otro modo se albergarán en nuestras vidas la arbitrariedad, el capricho del poder, la justificación y la mentira. Nada más opuesto al honor, la honestidad y a la verdad.

NO HAGAMOS POR SEPARADO LO QUE PODAMOS HACER JUNTOS. 
"UT UNUM SINT" en sentencia evangélica.
  
 

 

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