La palabra "adulterar" en castellano, al igual que en francés, inglés y portugués tienen idéntico significado: el de falsificar o alterar la verdad y el de alterar la pureza o calidad de algo.
En buena cuenta, adultera quien miente; se adultera la verdad porque se da un "producto" distinto del que se ha ofrecido.
En cambio, la palabra "adulterio", en nuestra cultura judaico-cristiana se suele leer en el contexto sexo-genital y, por ello, se identifica con el concepto de "in-fidelidad sexual" entre personas que han prometido relacionarse, sexualmente, con exclusividad y excluyencia.
De esta manera se han superado: la limitación lingüística y la limitación bíblica tanto del antiguo como del nuevo testamento.
En buena cuenta, adultera quien miente; se adultera la verdad porque se da un "producto" distinto del que se ha ofrecido.
En cambio, la palabra "adulterio", en nuestra cultura judaico-cristiana se suele leer en el contexto sexo-genital y, por ello, se identifica con el concepto de "in-fidelidad sexual" entre personas que han prometido relacionarse, sexualmente, con exclusividad y excluyencia.
De esta manera se han superado: la limitación lingüística y la limitación bíblica tanto del antiguo como del nuevo testamento.
Como consecuencia, las personas que respetan la relación exclusiva sexo-genital con la persona elegida, se sienten fieles mutuamente y aseguran que, al hacerlo así, afirman no ser adúlteros y refuerzan su libertad.
Obedecen a una miopía intrapsíquica y falaz, porque la conducta del adulterio se ha democratizado y suele confundirse lo democrático con lo real y con la verdad cuando, sabido es que la verdad casi nunca es democrática.
El resultado es que una notable mayoría queremos ser tan adulteradores "como el otro a quien criticamos o miramos con recelo" pero "sin asumir las responsabilidades del criticado" y así, p.e., el trabajador dependiente quiere usufructuar el bienestar del empleador y para ello cuando pasa a ser autoridad o empleador (en su casa, en el sindicato, como trabajador autónomo, etc.) se implica en la misma conducta de corrupción o adulterio de las leyes sociales que el jefe o la autoridad; los solteros hacen vida de casados y los casados queremos hacer vida de solteros pero sin asumir las consecuencias familiares que tiene este comportamiento. ¿Porqué? porque los adulterios o corrupción de la propia identidad, funciones y responsabilidades se ha democratizado y lo que es más grave "no se puede enseñar ni denunciar lo contrario" ni en la familia, ni en la escuela ni en las universidades, ni en los espacios terapéuticos . Eso sería antidemocrático y retrógrado.
El resultado es que una notable mayoría queremos ser tan adulteradores "como el otro a quien criticamos o miramos con recelo" pero "sin asumir las responsabilidades del criticado" y así, p.e., el trabajador dependiente quiere usufructuar el bienestar del empleador y para ello cuando pasa a ser autoridad o empleador (en su casa, en el sindicato, como trabajador autónomo, etc.) se implica en la misma conducta de corrupción o adulterio de las leyes sociales que el jefe o la autoridad; los solteros hacen vida de casados y los casados queremos hacer vida de solteros pero sin asumir las consecuencias familiares que tiene este comportamiento. ¿Porqué? porque los adulterios o corrupción de la propia identidad, funciones y responsabilidades se ha democratizado y lo que es más grave "no se puede enseñar ni denunciar lo contrario" ni en la familia, ni en la escuela ni en las universidades, ni en los espacios terapéuticos . Eso sería antidemocrático y retrógrado.
Las actitudes y las conductas predisponentes para la adulteración, por consiguiente, tienen dos ámbitos de expresión:
- el de la vida pública de las personas, en la que el "arte de adulterar" equivale a desarrollar la "pericia para mentir con aplomo, la astucia para engañar con erudición y el cinismo para estafar a las conciencias crédulas con impunidad "..y
- el de la vida privada, en la que las personas se "prometen fidelidad mutua" en el uso erótico-genital pero con consciencia de que el compromiso es temporal, por aquello de que lo humano no es ni perpetuo, ni eterno, ni absoluto; lo humano está relativizado por la naturaleza-evolutiva y el tiempo que todo lo aniquila. Por consiguiente la verdad dicha, la verdad prometida y la verdad vivida se toman, siempre, de acuerdo a las circunstancias, de acuerdo a la oportunidad, de acuerdo a la conveniencia, de acuerdo al costo-beneficio que nos reporte.
Por consiguiente y por igual en la adulteración que en el adulterio, lo que queda fuera de todo contexto es la VERDAD y la VERACIDAD...
- La verdad queda fuera porque resulta ser un absoluto, y por ello, irreal en el contexto humano
- La veracidad queda fuera porque es insostenible humanamente si se quiere vivir ejerciendo actos autónomos es decir: sin cortapisas morales en el orden moral-social... sin restricciones mentales en el orden ético... y sin teologías y/o ideologías en el orden místico.
Los costos de la NO VERDAD y de la NO VERACIDAD, de dolor, sufrimiento y muertes para las personas débiles, para las personas indefensas, para las personas pobres... pueden sernos inconscientes, pero son ineludibles.
Porque no es lógico creer a quien "en el ahora" de su vida no es fiel a las identidades propias ni respeta las identidades de la otra persona, pero sí promete ser fiel en los momentos de apremio, de crisis y de soledad que "posteriormente" tendrá que afrontar ineludiblemente. La experiencia neurológica nos enseña que volverá a adulterar y/o al adulterio porque nunca lo quiso reconocer como tal.
Por contraste lógico con lo antedicho, la veracidad como predisposición para pensar, expresarse y vivir con fidelidad tanto en el ámbito público como en el entorno privado requiere:
Porque no es lógico creer a quien "en el ahora" de su vida no es fiel a las identidades propias ni respeta las identidades de la otra persona, pero sí promete ser fiel en los momentos de apremio, de crisis y de soledad que "posteriormente" tendrá que afrontar ineludiblemente. La experiencia neurológica nos enseña que volverá a adulterar y/o al adulterio porque nunca lo quiso reconocer como tal.
Por contraste lógico con lo antedicho, la veracidad como predisposición para pensar, expresarse y vivir con fidelidad tanto en el ámbito público como en el entorno privado requiere:
- del apoyo de un contexto moral -que nunca es privado sino societario o comunitario-
- o de un contexto ético que además de comunitario es intelectivo y crítico -en comunidad o asociación-
- o de un contexto místico, teológico y/o ideológico que habrá de ser trascendente, además de ser social-comunitario e intelectivo-crítico.
Este proceder también tiene costo inherente; es el mismo que el de pasar de ser, un ser humano a ser personas humana; es estar dispuestos a ser diferentes, de ser minorías, a ser segregados hasta en nuestros ámbitos más cercanos (parejas, familias, centros laborales, iglesias, partidos políticos, centros sociales e intelectuales, etc.) y hasta estar dispuestos a desarrollar ciertas formas esquizoides de personalidad (esquizoide significa tener comportamientos de aparente o real timidez), es decir, dispuestos a estar solos.
Que lo que propongo no es fácil ni espontáneo, lo sé por experiencia personal y por aprendizaje profesional; pero tampoco es un mundo de dificultades insalvables. En la práctica, ser veraces es cuestión de 1.- atención a nuestras formas caracterológicas-espontáneas para darnos cuenta de las circunstancias y de los ambientes en que no lo somos y de 2.- tener intención práctica renovada de obrar con verdad desde la moral, desde la ética, desde la mística y/o ideología para auto-delatarnos cuando fallemos. La auto-delación es necesaria porque de otra manera incurriremos en el primero de nuestros aprendizajes neuro-lingüísticos derivados del temor: LA MENTIRA (no verdad) y la MITOMANÍA (no veracidad).
Es el costo que hay que pagar para no adulterar o no ser infieles profesionalmente; para no adulterar en nuestros grupos societarios (parejas, familias, amistades, centros de ocio, centros culturales, científicos, políticos, religiosos etc.) para no adulterar la escala de valores que rige la orientación y el sentido de nuestra vida desde y hacia lo trascendental. Es el costo que tiene el ser fieles, yendo más allá de lo emocional y sexo-genital, porque esto es sólo una parte de nuestras identidades.
Cuan cierta es la sentencia "sea vuestra confirmación SÍ o NO; porque todo lo demás es malicioso, es perverso, es diabólico" y cuan claramente aparece que adulterar y adulterio son expresiones de conductas patológicas por inmorales o por carecer de ética y por no tener la dirección puesta en las personas sino en el hedonismo que deriva de la pereza y del miedo a ser y comportarnos con identidad de adultos y no de adolescentes tardíos.
Porque el miedo y la pereza son los padres de la mentira y, por ende, de la infidelidad de toda corrupción y de todo adulterio. Y de la mentira sólo podemos esperar... traiciones, esclavitudes, homicidios fratricidas.
Que lo que propongo no es fácil ni espontáneo, lo sé por experiencia personal y por aprendizaje profesional; pero tampoco es un mundo de dificultades insalvables. En la práctica, ser veraces es cuestión de 1.- atención a nuestras formas caracterológicas-espontáneas para darnos cuenta de las circunstancias y de los ambientes en que no lo somos y de 2.- tener intención práctica renovada de obrar con verdad desde la moral, desde la ética, desde la mística y/o ideología para auto-delatarnos cuando fallemos. La auto-delación es necesaria porque de otra manera incurriremos en el primero de nuestros aprendizajes neuro-lingüísticos derivados del temor: LA MENTIRA (no verdad) y la MITOMANÍA (no veracidad).
Es el costo que hay que pagar para no adulterar o no ser infieles profesionalmente; para no adulterar en nuestros grupos societarios (parejas, familias, amistades, centros de ocio, centros culturales, científicos, políticos, religiosos etc.) para no adulterar la escala de valores que rige la orientación y el sentido de nuestra vida desde y hacia lo trascendental. Es el costo que tiene el ser fieles, yendo más allá de lo emocional y sexo-genital, porque esto es sólo una parte de nuestras identidades.
Cuan cierta es la sentencia "sea vuestra confirmación SÍ o NO; porque todo lo demás es malicioso, es perverso, es diabólico" y cuan claramente aparece que adulterar y adulterio son expresiones de conductas patológicas por inmorales o por carecer de ética y por no tener la dirección puesta en las personas sino en el hedonismo que deriva de la pereza y del miedo a ser y comportarnos con identidad de adultos y no de adolescentes tardíos.
Porque el miedo y la pereza son los padres de la mentira y, por ende, de la infidelidad de toda corrupción y de todo adulterio. Y de la mentira sólo podemos esperar... traiciones, esclavitudes, homicidios fratricidas.