Me sugirió un dialogante anónimo, en comentario anterior, abordar el tema de la dimensión mística en la persona humana y habiéndoselo prometido, cumplo hoy y lo comparto con todos.
Yo quedo extasiado como un niño que despierta al mundo, cuando a diario contemplo el fluir de la naturaleza, hasta en los grandes cataclismos, pero no puedo menos que quedar pasmado con las noticias de Israel y Palestina, de Siria, de Ucrania, de Irak, de Afganistán, de los Países Sub-Saharianos... y ante la actitud de La Comunidad Europea, de EE. UU., de los DIEZ PAÍSES MÁS RICOS DEL PLANETA y de la ONU, frente a estas realidades impertérritamente genocidas.
Yo quedo extasiado como un niño que despierta al mundo, cuando a diario contemplo el fluir de la naturaleza, hasta en los grandes cataclismos, pero no puedo menos que quedar pasmado con las noticias de Israel y Palestina, de Siria, de Ucrania, de Irak, de Afganistán, de los Países Sub-Saharianos... y ante la actitud de La Comunidad Europea, de EE. UU., de los DIEZ PAÍSES MÁS RICOS DEL PLANETA y de la ONU, frente a estas realidades impertérritamente genocidas.
Y en el plano ciudadano y familiar cotidianos... muertes por violencia de género in-crescendo alrededor de 2 por semana, violaciones sexuales a razón de una por cada 6 minutos, el 70 % reportando haber sido asaltados y robados, las extorsiones institucionalizadas tanto en las sociedades civiles como religiosas y las extorsiones políticas, profesionales y jurídicas a la orden del día...
Ante esta realidad me pregunto, ¿ qué nos hace personas a los seres humanos ? o ¿ quién nos hará personas a los seres humanos ? Porque, claro está: animales de la especie humana sí somos ¡ Y DE QUÉ CALIBRE !, pero... ¿ habremos alcanzado la dignidad de personas humanas ? A la vista de los resultados antedichos, hay razones para dudarlo.
Karl Rahner, a mediados del siglo XX, profetizó sobre los cristianos del siglo XXI, que "el cristiano que no fuera MÍSTICO, no podría ser cristiano" y yo, me permito parafrasearlo diciendo que "el ser humano que en el siglo XXI no sea místico, no podrá ser persona"
Rahner lo decía porque previó que los cristianos solo en la fe sostenida por la oración podrían mantener su vivencia, pues ya no tendrían ni organizaciones sociales cristianas con poder, ni número abultado de fieles en quien apoyarse. Y yo me aventuro a parafrasearlo extendiendo el contenido a todos los seres humanos del presente siglo... porque creo que sólo la vivencia mística nos permitirá salvarnos de la tentación de defendernos a ultranza de las agresiones del entorno.
Afortunadamente, a la par de las noticias y estadísticas antedichas están los testimonios, casi siempre silenciosos pero igualmente visibles, de científicos, artistas, profesionales y trabajadores en todas las áreas, padres y especialmente madres...
que viven con una dirección = el bien de los demás;
que avanzan en la vida con un sentido = ser + entre todos y con todos;
que tienen por guía un orden = la búsqueda y defensa de la verdad sea o no sea democrática, respetando a las personas pero no sus ideas para que la verdad sea la pauta que marque el orden de la existencia.
Estas son los seres humanos que tienen la MÍSTICA COMO RAZÓN DE SER EN EL TIEMPO; COMO RAZÓN DE VIVIR; estas son quienes han logrado ser personas humanas empeñando su vida en descubrir el misterio (que eso es lo que significa mística) que guarda la vida de los demás; logran gozar del misterio de ser necesarios e irremplazables para los demás y con los demás; y viven la serenidad de confrontarse con la verdad aunque sean ellos solos quienes la sustenten porque la verdad jamás podrá ser democrática.
Tres son los componentes de la vivencia mística:
dirección, sentido y orden, y tres sus resultantes o productos: el nosotros del yo; el ser + comunitariamente, y la verdad.
Sin estos tres componentes corremos el riesgo de ser víctimas de ideologías religiosas, culturales, sociales, políticas o científicas y, con ello, convertirnos en fanáticos defensores de cualquier cosa menos de la verdad.
Los tres componentes y los tres productos exigen de nosotros cultivar tres tipos de hábitos: hábitos de meditación, hábitos de ordenación y revisión periódica de objetivos en grupo (familiar, laboral, social etc.) y hábitos de contemplación de la realidad en silencio y soledad.
Estos tres componentes son entre sí de complementariedad-necesaria.
Está claro, verdad, que estas exigencias son muy distintas de lo que el marketing nos bombardea como apetecible y digno de vivirse: poder, dinero, hedonismo en todas sus formas, sin excluir las formas religiosas, de exhibicionismo y de publicidad.
Por eso, ceo yo, hay miles de millones de seres humanos pero pocas personas humanas, y por eso hay tan pocas personas místicas, inclusive entre los que se confiesan religiosos; estos se contentan con ser seres humanos socialmente religiosos; ser místicos les da miedo.
Afortunadamente, a la par de las noticias y estadísticas antedichas están los testimonios, casi siempre silenciosos pero igualmente visibles, de científicos, artistas, profesionales y trabajadores en todas las áreas, padres y especialmente madres...
que viven con una dirección = el bien de los demás;
que avanzan en la vida con un sentido = ser + entre todos y con todos;
que tienen por guía un orden = la búsqueda y defensa de la verdad sea o no sea democrática, respetando a las personas pero no sus ideas para que la verdad sea la pauta que marque el orden de la existencia.
Estas son los seres humanos que tienen la MÍSTICA COMO RAZÓN DE SER EN EL TIEMPO; COMO RAZÓN DE VIVIR; estas son quienes han logrado ser personas humanas empeñando su vida en descubrir el misterio (que eso es lo que significa mística) que guarda la vida de los demás; logran gozar del misterio de ser necesarios e irremplazables para los demás y con los demás; y viven la serenidad de confrontarse con la verdad aunque sean ellos solos quienes la sustenten porque la verdad jamás podrá ser democrática.
Tres son los componentes de la vivencia mística:
dirección, sentido y orden, y tres sus resultantes o productos: el nosotros del yo; el ser + comunitariamente, y la verdad.
Sin estos tres componentes corremos el riesgo de ser víctimas de ideologías religiosas, culturales, sociales, políticas o científicas y, con ello, convertirnos en fanáticos defensores de cualquier cosa menos de la verdad.
Los tres componentes y los tres productos exigen de nosotros cultivar tres tipos de hábitos: hábitos de meditación, hábitos de ordenación y revisión periódica de objetivos en grupo (familiar, laboral, social etc.) y hábitos de contemplación de la realidad en silencio y soledad.
Estos tres componentes son entre sí de complementariedad-necesaria.
Está claro, verdad, que estas exigencias son muy distintas de lo que el marketing nos bombardea como apetecible y digno de vivirse: poder, dinero, hedonismo en todas sus formas, sin excluir las formas religiosas, de exhibicionismo y de publicidad.
Por eso, ceo yo, hay miles de millones de seres humanos pero pocas personas humanas, y por eso hay tan pocas personas místicas, inclusive entre los que se confiesan religiosos; estos se contentan con ser seres humanos socialmente religiosos; ser místicos les da miedo.