jueves, 1 de mayo de 2014

MIS HISTERIAS DE ADULTO SON SUPERABLES, SÍ, Y SÓLO SI, DECIDO SER PERSONA ENTRE PERSONAS... EDUCÁNDOME EN EL CARÁCTER

El contenido de este post es respuesta prometida al comentario y cuestionamientos que Juan José ha hecho al post anterior, sobre "qué hacer frente a esta realidad".  

Para entendernos fácilmente voy a definir el carácter con el dicho popular de "genio y figura hasta la sepultura"; se nos da psicogenéticamente y es, consiguientemente,  la explicación de todas nuestras formas de espontaneidad.
Pensemos en un niño y veremos que su espontaneidad generalmente es muy graciosa pero proyectado ese comportamiento en el futuro, sin límites educativos, se convierte en un monstruo social; lo gracioso del niño de hoy se transformará en el "antisocial-múltiple" del mañana. 

Describí en el post anterior las tres expresiones sociales más frecuentes de nuestras histerias adultas: 
-  las fluctuaciones abruptas del humor, en búsqueda de compensaciones eróticas;  
-  los mecanismos de autocompensación y victimismo para gestar y ejecutar deseos inconfesables; 
- las formas distintas de infidelidad evocadoras de la adolescencia y de las inseguridades a las que nos aferramos.

Todas son formas de expresión de nuestra espontaneidad infantil del "rey o de la reina de la casa" que ahora, socialmente nos transforman en monstruos gigantescos que todo lo destruimos.  El objetivo sigue siendo el mismo que cuando éramos niños: sentirnos bien siendo el centro del universo que nos rodea: "el Estado soy yo" de Luis XIV lo repetimos con preconsciencia-consciente. 
Pero, como es claro que quienes nos rodean no tienen porqué rendirnos pleitesía y tienen sus propios problemas caracterológicos, intentamos doblegarlos por los distintos medios que hemos aprendido: con engaños con argucias,  con mentiras, con dos caras, que eso son las histerias.

¿Qué hacer frente a esta realidad? QUERER EDUCAR NUESTRO CARÁCTER. Esto pide de nosotros dos actitudes permanentes: voluntad veraz para cambiar y conocimiento cierto de las potencialidades del propio carácter.

1- Voluntad para educar (ed-ducere; salir fuera) la espontaneidad controlándola a través de la potenciación de sus fortalezas, de su capacidad productiva y de la creatividad en interacción y al servicio de otros.  En otras palabras voluntad para renunciar a todo comportamiento espontáneo y a toda palabra espontánea que no enriquezca por igual a los que me rodean como a mi.
Quien explota sus fortalezas, capacidades y creatividad solamente en provecho propio no quiere educar su carácter, probablemente, porque tuvo la desgracia de poder chantajear histéricamente a quienes lo rodearon y así aprendió su personalidad histérica.
Aquí fácilmente podemos estar los que tenemos grandes ideas, los líderes, los admirados, los exitosos... pero también los pobres, los torpes, los dependientes, los mendigos de favores ajenos, los oprimidos por el sistema social y político... en una palabra todos los que explotamos las debilidades ajenas.

No es cuestión de inteligencia o de habilidades o de talentos, o de oportunidades en la vida, sino de voluntad de cambio para el servicio al otro, para ayudarlo a superar sus limitaciones y sus potencialidades (en la pareja, la familia, el trabajo,la asociación) teniendo como único límite la voluntad del otro de querer ser o no ser ayudado.
Esta es una tarea que dura lo mismo que nuestro carácter:  toda la vida y por eso necesitamos la segunda condición.

2- Conocimiento de las potencialidades del propio carácter
 y, consiguientemente también de las propias debilidades para  lo que requerimos de meditación diaria sobre los espacios y sobre las personas con las que vivimos; esto nos permitirá estar en alerta contra los hábitos histéricos que nuestra historia nos ha enseñado y desarrollará en nosotros las virtudes de previsión y de gozar anticipadamente de nuestros cambios en el control caracterológico (de nuestras histerias).
Las justificaciones con que aliviamos nuestras conciencias al darnos cuenta de los errores de nuestra espontaneidad  tienen que ver con el comportamiento igualmente histérico de los que nos rodean pero, las mentiras elegantes, que eso son las justificaciones, no dejan de ser faltas a la verdad que tienen su raíz en la pereza que nos da el trabajo preventivo o meditación, sobre nuestro carácter y su expresión espontánea para con las personas con quienes tenemos trato (pareja, familia, trabajo, amistades, asociaciones).  Solemos tener pereza para meditar.

Hay muchos modos de meditar y todos serán buenos en tanto nos ayuden a salir de nosotros mismos (ed-duccere) para predisponernos a ir en búsqueda de los valores que tienen las personas con quienes vivimos y compartirlos, de manera concreta.
La meditación es un modo de compartir mancomunado y de forma anticipada los valores de los que nos rodean... superando y disfrutando anticipadamente de la superación de sus limitaciones.
Esto puede parecer una fantasía pero no lo es; hoy, la física cuántica nos muestra como el tiempo es unitario y lo que antes decíamos de futuro podemos experimentarlo, "anticipadamente"; es lo mismo que lo que los místicos siempre nos han dicho y a lo que respondíamos, con desprecio, que eran proyecciones alucinatorias de los místicos; nunca ha sido así, según dicen las ciencias físicas.

Personalmente guío mis diarios momentos de meditación con los siguientes valores: "verdad, justicia, amor y paz"que los he aprendido de Cristo, mi maestro, que así ha identificado el reino de su Padre "venga a nosotros tu reino".
- Visualizo las personas y su entorno, las circunstancias que preveo vivir desde la "verdad que he de descubrir" con ellas y en ellas para mi y hago lo mismo de mi para con ellas.
- Hago hipótesis en mi mente-visual sobre lo que puede ser "justo del actuar de esas personas" a fin de poderlas apoyar y hago lo mismo de mi para con ellas.
- Recuerdo y proyecto mentalmente cuanto de "amable, admirable y degustable" tiene el actuar de las personas y hago lo mismo de mi para con ellas.
- Oro a Dios nuestro Padre, suplicando hallar paz y dar paz... "hágase tu voluntad..."

De esta manera y todos los días, me esfuerzo por controlar mis comportamientos histéricos; a veces lo consigo y otras veces, tengo que pedir perdón.





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