Sentirse solos pero al mismo tiempo estar rodeados por muchos es la queja dolorosa experimentada alguna vez o muchas veces o en forma continua, por la inmensa mayoría de los individuos de los distintos colectivos humanos y a este modo de soledad, se le tiene mucho miedo.
¿Quiénes experimentan esta "soledad en compañía" y dónde? En las familias, los miembros con sólo presencia corpórea; en las parejas, los cónyuges ausentes o transparentes; entre hermanos, el miembro incómodo por diferente; en los centros de estudios, los condiscípulos "chivos expiatorios" por su singularidad; en los grupos laborales, los miembros disidentes por constituirse en "la consciencia" crítica o autónoma del colectivo; en las instituciones asociativas (incluyendo las religiosas y profesionales), los miembros de vanguardia por constituirse en riesgos de desestabilización del statu quo; en los regímenes gubernamentales, los individuos que piensan diferente de la jerarquía y, consiguientemente se permiten propiciar cambios. Y, final e ineludiblemente con la desaparición drástica de un ser querido; quienes quedan rodeándonos pueden significar muy poco o nada, por largo tiempo.
La causa de esta soledad "cobijada, arropada, acompañada" es la diferencia; al diferente o, lo que es lo mismo, al que no sigue la norma del grupo, la moral del grupo entre los animales sociales, se lo margina porque constituye un "señuelo" que alerta a los "depredadores del grupo" y, por uno, se pone en peligro todo el grupo; por eso es necesario "que un hombre muera por todo el pueblo" como profetizó Caifás respecto de la muerte de Jesucristo. Efectivamente, los evangelios dicen que las autoridades judías tuvieron miedo, porque ya había sucedido en otros momentos de la historia de Israel, que los romanos arremetieran contra el pueblo a causa de los seguidores del Jesús-Mesías-Rey, y no en vano en torno a este tema gira, en solemne parodia, el juicio de Pilatos.
Este dato histórico-iconográfico ejemplifica didácticamente lo que sucede en el inconsciente colectivo de los distintos grupos enumerados, al principio y pone de manifiesto la pobreza de la inteligencia del ser humano, cuando actúa sin la guía del espíritu que lo hace persona.
La ausencia de la inteligencia del espíritu, especialmente, se constituye en la constante de los grupos humanos cuando estos se encuentran en situaciones de apremio, de necesidad acuciante, de urgencia de vida o muerte; en esos momentos se vive la soledad entre multitudes, lacerantemente, al ritmo del grito "sálvese quien pueda". Cuando más nos necesitamos, menos nos encontramos; los diferentes, los que no nos siguen el ritmo o no son de nuestro grupo, de nuestra familia, de nuestro YO, estorban, son excluidos y deben desaparecer.
En tales circunstancias sólo las personas, y son muy pocas las personas, marcan la diferencia y se constituyen en los "ángeles guardianes" que restituyen la esperanza al resto del grupo humano y con la esperanza la dignidad de ser considerados y tratados como personas, y con la obligación aprendida de tratar a los demás como personas.
Si esta es la situación de la humanidad y creo que así es, caben dos opciones:
1ª Para no ser segregados tenemos que optar por el costo de ser miembros mudos del grupo o manada humana y ejecutores ciegos de las consignas de los "líderes alfa" que nos permitirán estar bien, pero siempre después de ellos (en cualquiera de las circunstancias antedichas) y pagándoles tributo.
2ª Para tener conciencia y consciencia de personas, tenemos que asumir la soledad y la segregación como costo necesario.
Para el primer caso toda la estructura social está acondicionada y por eso el sistema escolarizado no soporta que un niño "no socialice" según sus criterios de bondad. Recuerdo, al respecto, haber hecho evaluación de una niña, gemela bivitelina, que era considerada, en la escuela, con retardo de aprendizaje porque era de inteligencia "pragmática - independiente - no estética" y, lo peor era que tanto ella como sus padres estaban convencidos, por contraste con su hermana de que así era; la conclusión ...se estaba acostumbrando a ser perezosa porque nunca podía satisfacer las expectativas de los demás y, entonces ¿para qué se iba a esforzar? No se la permitía ser ella y no tenía ganancias.
Para la segunda opción... es indispensable educarnos y educar a nuestros hijos en la experiencia creativa y "fruitiva" de la soledad. Para esto se necesita, sin duda, espacios de aislamiento y silencio prolongados; desde el ruido y la comunicación social, por saludable que sean, no se aprende el valor de la soledad y del autovalimiento desde ella y, consiguientemente, no se aprenderá a disfrutar. Métodos adecuados para este aprendizaje son los distintos sistemas de meditación diaria y espacios de silencio obligatorio en la familia, para respetar la necesidad de silencio de los demás.
Sin este aprendizaje ni nosotros ni nuestros hijos podremos vivir con equilibrio y gozo los espacios, con frecuencia muy prolongados, de soledad, de aislamiento y/o de rechazo de los que nos rodean que la sociedad, nuestros seres queridos y la vida nos impondrán tarde o temprano; terminaremos, entonces, por sucumbir ante los "líderes alfa" haciendo de nosotros unos individuos más, de la manada humana.
Sin este aprendizaje ni nosotros ni nuestros hijos podremos vivir con equilibrio y gozo los espacios, con frecuencia muy prolongados, de soledad, de aislamiento y/o de rechazo de los que nos rodean que la sociedad, nuestros seres queridos y la vida nos impondrán tarde o temprano; terminaremos, entonces, por sucumbir ante los "líderes alfa" haciendo de nosotros unos individuos más, de la manada humana.
No se trata de desarrollar el estoicismo por sí mismo o la resistencia al sufrimiento por vanidad estoica, no; se trata de entender que se nos impondrá el aislamiento y la soledad en todas las esferas de nuestro actuar social (dentro y fuera de nuestro entorno) si queremos ser coherentes con nuestra forma de pensar, querer y actuar. Por consiguiente, hemos de aprender a disfrutar de nosotros mismos, de nuestros actuar, de nuestro pensar, de nuestro querer, siendo creadores mentales, operativos y sociales en favor POR IGUAL de nuestros intereses, que en favor de los que nos rodeen, a pesar de haber sido relegados por ellos.
Éste será el modo por el que podremos decir, sin palabras a los demás, "eres antes que yo, más que yo, superior a mi... pero no sin mi". Desde ahí marcaremos la diferencia, desde el espíritu que nos hace personas por las personas y para las personas.