miércoles, 8 de mayo de 2013

POR QUÉ NOS DUELE EL MAL AJENO - 3


Les hago entrega de la última parte de esta reflexión, con el ánimo dialogante de siempre.

La tercera razón es, el desenfoque de lo que es la vida; desde el primer momento de su existencia es lucha implacable contra la muerte que, en la persona humana, sólo puede ser superada por el espíritu. 

Vida y muerte son expresiones inseparables de la existencia, conforman unidad de tal modo que morimos desde el primer momento de nuestro ser.  Es así desde que apareció el sexo genético para asegurar la vida y, con ella la muerte. Antes del sexo la vida se multiplicaba por simple división de los organismos y sólo con la alteración del medio ambiente desaparecían los organismos vivos, de otro modo no morían.  El sexo apareció como mecanismo biológico para asegurar la supervivencia cuando cambiaba el medio ambiente y se logró pero tuvo como precio la muerte. 

Esta lucha biológica tiene como inherente el dolor, la fatiga y el cansancio que son grados distintos de la misma realidad.  El dolor es un signo de vida o, si se quiere, un signo de que nuestro organismo está luchando, lo que no se ha de confundir con el sufrimiento que es signo inequívoco de muerte.  La diferencia entre dolor y sufrimiento es sencillo: el dolor es generador de vida (como el dolor del parto) mientras que el sufrimiento es estéril; no produce nada o indirecta o bien se expresa en muerte directamente.

No aceptar esta realidad es no querer entender que la vida tiene como obligación luchar por crecer, por generar nuevas expresiones de sí misma.  Tenemos la obligación de vivir como tenemos la obligación de ser felices; ninguna de las dos experiencias se nos darán gratuitamente jamás. 

Se nos ha hecho creer inútilmente que tenemos derecho a la vida y a la felicidad; no es cierto como tampoco son reales los derechos: la vida nos otorga dones, facultades, potencialidades con la obligación de desarrollarlos, de hacerlos crecer.  Los llamados derechos son conceptos vacíos de contenido ontológico, son como una nuez hueca y, pese a todo lo que se escribe sobre ellos, no existen.  Si existieran no tendríamos que exigirlos, que luchar por tenerlos, y no existe ni uno solo de los llamados derechos que se nos otorguen sin luchar, sin trabajar, sin experimentar dolor para alcanzarlos y, con mucha frecuencia experimentando no sólo dolor sino sufrimiento y muerte en el intento de conseguir lo que es deber biológico, psicológico, social, moral o espiritual: luchar por conseguirlos.

De esta confusión nacen, en lo social, las guerras; las enemistades en la dimensión afectiva; las depresiones en todas sus modalidades como deformación de la personalidad, y la esquizofrenia como deterioro del espíritu humano.

La tercera razón sindrómica hunde sus raíces en habernos educado, supuestamente, sin límites. El ser humano educado sin límites no podrá vivir ni humanamente en el contexto social, porque sólo se considerará sujeto de supuestos derechos y, entre ellos el de vivir sin dolor y sin restricciones que él no acepte, ni libre en su espíritu porque ante la realidad que le impondrá el tiempo y las circunstancias se deprimirá por impotencia y enfermará psiquiátricamente. No educarse en la aceptación de límites nos lleva a confundir libertad con autonomía.

Caemos, nuevamente, en otro error porque la autonomía biológica no existe desde el momento que nadie vive por sí solo ni subsiste por sí mismo.  Sólo existe vida libre en sociedad con los límites que ésta nos señala: “ ley de PROPORCIONALIDAD SOLIDARIA”.

Cuanto he meditado y compartido lo someto a diálogo con todos los que conmigo quieran seguir meditando sobre este tema del dolor compartido, por dos razones: simple coherencia con lo que he dicho y porque estoy convencido de que “para ser inteligente hay que ser muchos”; solamente entre muchos iremos descubriendo la verdad del espíritu y ésta nos hará personas libres, valga la redundancia, como nos asegura Cristo en su evangelio.   

2 comentarios:

  1. ¿No crees entonces que muchos esquizofrénicos lo son también desde el vientre de su madre o porque así los hizo su biografia, más o menos como comentas sobre los homosexuales en otra entrada más adelante?
    Merche

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  2. Sí, en general se pueden encontrar estas mismas génesis como causas de las "diferencias, disfunciones y patologías".

    En el texto lo hice explícito con el fin de desmitificar, indirectamente, el concepto de culpabilidad que suele asociarse en algunos contextos social-religiosos.

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