lunes, 6 de mayo de 2013

POR QUÉ NOS DUELE EL MAL AJENO - 2


Comparto con ustedes la segunda parte de la reflexión sobre este tópico, con la misma idea de dialogar al respecto y de enriquecernos mutuamente.

La segunda razón que condiciona nuestro pesar ante el dolor ajeno es la expresión de nuestras emociones y afectos negativos: culpabilidad, impotencia y temor, es decir…, porque sentimos que ya es tarde para hacer lo que en algún momento pudimos haber hecho por la otra persona y, entonces, nos justificamos con los sentimientos de pesar y tristeza expresados de mil formas para apaciguar nuestro dolor y no el de las otras personas, sin querer tomar conciencia de que “cada vez que nos justificamos mentimos”, nos mentimos a nosotros mismos hasta llegar a convencernos de que nuestros pensamientos mentirosos son verdad…;  porque nos sentimos impotentes de hacer algo pero no damos el paso de preguntar qué hacer, no vaya a ser que nos pidan expresiones de solidaridad costosas…; porque la soledad en que podemos quedar con la muerte de las personas nos causa temor, miedo a la soledad y al silencio.

Esta segunda razón sindrómica hunde sus raíces en no habernos educado en la soledad, en el silencio, en la aceptación de la segregación por ser diferentes, en el saber decir no con serenidad y en saber ser segundos.  Estos cinco modos de proceder pocas veces, por no decir que nunca, hoy, son objetivos de los modelos de educación ni en las familias ni en los centros educativos y, por consiguiente, nos pueden parecer sin sentido.  Sin embargo marcarán la diferencia entre ser, o no ser, personas equilibradas psíquicamente ante la adversidad y el dolor, cualquiera sea la forma de los mismos.

Probablemente estos cinco condicionantes educativos señalados, por mi, como prerequisitos necesarios para tener estabilidad emocional ante el dolor, especialmente ante el dolor psíquico (formas de depresión), ante el dolor emocional (modalidades diversas de abandono, fracasos y/o rechazo), ante los dolores afectivos (muerte fisiológica y "pérdidas necesarias" para seguir viviendo) y ante el dolor espiritual (vacíos de fe) puedan suscitar más de un interrogante, duda, o contrariedad.
Si así fuera, puede constituirse en motivo de enriquecedor diálogo entre nosotros.  

6 comentarios:

  1. Esta segunda razón clave que nos coloca en la expresión de la conciencia del dolor confronta de manera cierta con todos los sistemas de crianza y educación dada. El sentido de no haber aprendido a enfrentar en su momento ante el dolor real nos construye representaciones y sentido de multiples justificaciones que terminan tergiversando el dolor del otro.
    Quiero entenderte, esta segunda razón de porque nos duele el mal ajeno, lo colocas en la toma de conciencia de donde parte el dolor o en la inacción adecuada de respuestas efectivas ante el dolor del otro? creo que siempre hay un pesar conciente por el sentido de ser humano, de vinculo positivo, de emociones profundas.
    Totalmente de acuerdo contigo de intentar tener estabilidad emocioal ante el dolor y si habiéndo ejercitado la práctica de estos cinco puntos planteados en el acompañamiento de otros y en procesos personales puedo decir que reaulta clave el impulso de estos puntos en programas de educabilidad y en el ejercicio personal, porque te mantiene conectado a tu ser y te da creatividad para la resolución permanente y un sentido de vida propio como sujeto, como colectivo y como mundo.

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  2. Así lo creo, yo, también Sonia. Mi análisis y conclusión sobre esta segunda variable sindrómica es el resultado de mi experiencia profesional y personal. Verdaderamente cada uno de esos cinco aspecto de la educabilidad de nuestro mundo intrapsíquico nos otorga fortaleza anímica para hacer frente a la adversidad, cualquiera sea la forma en que se nos presente. Pero si en alguno tuviera que poner hincapié, lo haría en la educación en el silencio y en la soledad.
    Lo señalo porque creo que, con el mundo de las comunicaciones en que estamos inmersos hoy y que tantos beneficios nos aporta (lo que estamos haciendo es uno de ellos) corremos el riesgo de no dar cabida a estas dos dimensiones de la educación de nuestra psique y las consecuencias son las que ya estamos viendo: el uso de estas tecnologías de comunicación para extremar la habilidad de agresión entre nosotros, la habilidad depredadora (la cibernética y la comunicación al servicio de los robos, estafas, tergiversación de la información, acosos, asedios a las conciencias, de todos los colores y en todas las escalas sociales,etc)

    Sin la educación en estas dimensiones de vida desde la familia y desde niños, el riesgo de la psicopaticidad aguda irá en aumento.

    Algo apocalíptico mi comentario ¿no es verdad que así lo parece? A mi mismo me da pena hacerlo pero no podría dejar de hacerlo desde la conciencia ético-profesional pero ABIERTO AL DIÁLOGO. Cualquier análisis en contra, me servirá de alivio.

    Gracias Sonia por tus aportes.

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  3. Muy interesante sus artículos.Sobre todo este me deja pensando mucho, el círculo vicioso en el que se puede entrar buscando explicaciones y justificaciones ante el sentimiento de culpabilidad que podamos sentir por el dolor ajeno.

    De su explicación, entiendo que la educación en la soledad y el silencio es el medio por el cual la aceptación de la situación nos lleva a una estabilidad emocional.

    Mi consulta es, si no se logra este equilibrio, ¿cuál sería la situación extrema a la que llegaría una persona en esta situación?, y de qué manera se puede evitar involucrar a su entorno familiar, es decir, que esta situación no afecte ni lleve al desequilibrio a quienes la rodean?

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  4. Sí, Mary, la educación en el silencio y en la soledad creativos son la clave para lograr estabilidad emocional y para recuperarlo cuando las circunstancias lo hacen tambalear.

    Sin ese condicionamiento positivo los riesgos graves psicopatológicos son dos (como principales): 1- las depresiones en todas sus formas y 2- las dependencias adictivas.

    En el primer caso la persona busca -en razón del carácter y del aprendizaje que haya tenido (no sólo durante la infancia) mecanismos histéricos para ser sustituida en el esfuerzo que tenemos que hacer ante las dificultades para superarlas creativamente. "Se echa a muerta o se mata"

    En el segundo caso, busca huir de la realidad del esfuerzo que la vida le demanda para dejar de ser animal-humano y se refugia en las adicciones (de las drogas, del alcohol, del sexo, de otras personas, del trabajo, de las ideologías, de la pereza, de los actos religiosos, de la política etc) De este modo se animaliza cada vez más en un estado de involución creciente.

    La otra parte de tu pregunta sobre cómo no involucrar al entorno familiar en estos estadios patológicos... No es posible dejar de contaminarlos (es costo necesario de asumir por vivir familiar o comunitariamente). Sí se puede y se debe aliviar este sufrimiento proyectado sobre los demás mediante dos acciones: 1- Búsqueda eficiente de apoyo psicoterpéutico -igualmente eficiente (no es redundancia lo que digo aunque así lo parezca) y 2- Reeducación en el silencio y en la soledad.

    ¿Qué fácil, verdad? NO, no es fácil pero como se suele decir, lo que no aprendió "Juanito, lo tendrá que aprender Juanote" (con perdón de los que se llaman Juan)

    Gracias Mary, por dialogar conmigo y ayudarme a salir de mí mismo.

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  5. Muchas Gracias, Julián!
    Comprendo lo que dices y me sirve de mucho,
    gracias a ti por responder y por dedicar este espacio para los demás con estas interrogantes que tenemos.
    Dios te bendiga!

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  6. Es deber que asumo con agrado, Mary, dialogar por este medio a quienes, como tu, quieran hacerlo conmigo.

    A tu disposición

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