miércoles, 20 de enero de 2016

LA MEMORIA, ENEMIGA NÚMERO 1... DE LA VEJEZ DIGNA

Todas las formas de vejez (cronológica, social, mental, intelectual, laboral, neurológica, psicológica, espiritual) son la consecuencia del deterioro orgánico, de la vejez biológica de la que, realmente, las demás formas se nutren, sin importar a que edad se manifieste; en algunas personas pronto y en otras más tarde en razón de muchas variables, todas ellas de carácter genético-biológicas y/o de carácter medioambiental-biológicas.


Lo grave no es que envejezcamos sino la dignidad o indignidad con que podamos hacerlo.

Hace un tiempo un amigo me contó, que se había sentido muy triste al visitar a su padre  porque después de haberlo visto siempre como una persona enérgica, dinámica, ejecutora, mandona, dura ante toda adversidad y líder de toda su familia extensa, la última vez lo había visto sentado y reducido a ser observador silencioso de todo lo que sucedía en su derredor.  ¿"Qué te parece, padre, lo que ves en el comportamiento de tus nietos, que van, vienen, gritan, salen, entran, opinan, dicen y contradicen"? y por toda respuesta decía una y otra vez... "todo está bien, todo está bien".

He encontrado otras personas que ante la disminución de sus habilidades o del uso de ellas, o ante las limitaciones orgánicas, o ante el deterioro mental, o ante la dependencia de otras personas, o ante la instigación de los más próximos para que no se dejen vencer por las adversidades... tienen como constante de expresión la queja: "no soy necesario para nadie, soy un trasto viejo que sólo estorbo en la vida de todos,  estarían todos mucho mejor sin mi que conmigo... si pudiera quitarme la vida sin hacer daño a nadie lo haría"

Un tercer grupo de personas hace ostentación de "fe religiosa" y unas veces con manifestaciones de cierta jovialidad y otras con expresiones depresivas más o menos agudas, se quejan religiosamente y afirman que todos los días piden a Dios que las recoja pero Dios no las escucha, ni sus familiares les buscan y mucho menos tienen en consideración sus criterios o sus deseos. Se sienten en terrible soledad y sólo sirven si de ellas, los más próximos, aún pueden sacar algún provecho.

La clave de la tristeza que embarga estas tres referencias se encuentra en las distintas manifestaciones de la  memoria. ¿Qué es lo que nos pasa?
Nuestro cerebro, como órgano, sólo tiene dos funciones: la de no morir y la de disfrutar porque en la medida en que dejamos de disfrutar, nos morimos.

Las demás funciones son mentales, son añadidos para lograr desarrollar estas funciones esenciales y la principal función mental, es el aprendizaje: cada experiencia que registra nuestro cerebro de manera consciente o inconsciente se transforma neuroquímicamente en un aprendizaje.
Los aprendizajes tienen diversidad de características según sea la complejidad de los mismos pero todos tienen dos características comunes: nunca se borran (salvo si las mitocondrias donde se almacenan dichas experiencias se destruyen por algún accidente) y se repiten a través de las distintas formas de memoria que tenemos, sin importar si estos aprendizajes son buenos o malos, agradables o desagradables  salvo que estemos en alerta para reprimirlos y/o para cambiarlos por otros.

Ahora bien, a medida que envejecemos todo nuestro metabolismo se hace más pesado, fatigoso y lento y nuestra mente se resiste a los cambios, se resiste a aprender nuevas cosas y por eso nos sentimos impulsados a repetir el pasado, y a eso le llamamos... descansar... cuando, en realidad, es morir.
La clave que explica las expresiones de depresión, descritas, de las personas mayores es esta: se niegan a aprender nuevas formas de vivir y a emprender nuevas cosas y, entonces, la memoria sólo les sirve para repetir el pasado y quieren que los que les rodean les permitan repetir el pasado o, dicho de otra manera, que las personas que las rodean disminuyan su paso para repetir su pasado.  Es absurdo ¿verdad?

En toda época de la historia este intento de detener el ritmo del tiempo ha sido un intento vano porque es contrario a la naturaleza cósmica y a nuestra naturaleza cerebral que está hecha para lo ARTIFICIAL para el artificio (ars facere = hacer arte) pero, en la época vertiginosa actual, intentar detener el tiempo resulta una quimera.  La consecuencia lógica que de aquí se desprende es... la soledad de los viejos porque se resisten a seguir el ritmo de los tiempos.

¿ Hay alguna solución que acorte la distancia entre los viejos y los menos viejos (porque todos vamos envejeciendo, querámoslo o no) y que alivie y ayude a superar las depresiones seniles ?  SÍ... que todos desarrollemos permanentemente alguna forma de APRENDIZAJE Y DE ACTIVIDAD  NUEVA.
Esta es la manera por la que nuestro cerebro se renueva, disfruta y no se muere.

Y ¿hasta cuando aprender y crear artificios?... hasta que se nos pida "entregar la herramienta". 

De cualquier otra forma , la memoria evocadora del pasado y anhelante del descanso que significa repetir lo que ya se sabe, de repetir el pasado, será el principal enemigo de una vejez digna y la condena segura para la depresión senil.







 

3 comentarios:

  1. Querido Julián, tengo ahora una duda particular relacionada a cuestiones religiosas. Hace ya unos años visito una capilla católica aqui en Heidelberg. En el comienzo me encontraba aún muy ignorante sobre la doctrina católica y después me he podido conocer más acerca de ella. A la capilla siempre va un cura, de profesión filosofo al que le pedí que me confesara. Sin embargo en la confesión, me trato de la peor manera posible y que un cura me ha tratado. Me llamo narcisista e insinuó que mi carácter era muy dificil de tratar y posiblemente no tuviera amigos. Ya llevo unos años escuchándolo y debo decir que la persona que me parece muchas veces más narcicista es él, puesto que todo el tiempo está de mal humor y constantemente nos hace sentir que no somos lo suficientemente religiosos. Es más, constantemente nos trata de convencer de sus ideas religiosas. No pienso que sus ideas sean malas, es más, las creo bien plausibles, sin embargo algo siempre no me cuadra de su persona. Para él Dios, está muy lejos de nosotros y la única forma que tenemos de acercarnos a él es de manera racional, es decir, filosófica. Según él Dios es un misterio total y deberiamos estar dispuestos a sacrificar todo en nuestra vida por él. Siempre pone de ejemplo a Abraham e Isaac para hacer incapié en que Dios es, principalmente un Dios riguroso, de cuyas intenciones no sabemos nada. La experiencia religiosa, dice para él nada acerca de Dios y no debemos guiarnos de ella para decir algo sobre él. Bueno lo único que quiero decir es que me parece dificil encontrar al Dios que yo creo conocer en él, a pesar de que lo que dice es, digamos plausible, racional. Estoy algo confuso acerca de como uno puede imaginarse a una persona madura espiritualmente y cuales podrían ser sus características?

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  2. Querido Dante.
    Ciertamente a Dios nadie lo conoce sino su Hijo que de El vino, como Jesucristo dice a lo largo todo el evangelio de S. Juan y explícitamente en el cap. 8, 55-56.
    De manera tal que viviendo con la guía del evangelio podemos tener la seguridad de conocer a Dios, no como El es sino como a manera de espejo que siempre nos refleja las imágenes virtuales.

    Ahora bien, si esto es así, ni la filosofía, ni la teología, ni ciencia humana alguna, nos podrá descubrir a Dios ni lo que quiere de cada uno de nosotros. Consiguientemente tampoco lo que el mencionado sacerdote te dice y... concretamente lo que le has entendido de tu incapacidad para conocer lo que Dios quiere de ti... es falso.
    Si guiamos nuestra vida resolviendo los problemas que se nos presenten (de orden moral, o social o relacional-personal etc.)desde la página que Cristo usaría para resolverlos (para esto necesitamos conocer el evangelio y no confundirlo con la fantasía de "como Cristo lo resolvió" porque nos estaríamos inventado a Cristo...) seguro que, con acierto o con fracaso obraremos desde la verdad que nos asegurará tener la libertad de los hijos de Dios, como nos asegura en Jn. 8, 32 y 36. De manera tal que tu proceder desde la intuición espiritual (o inteligencia emocional) es tan válida, por lo menos, como la verdad que ese sacerdote quiere atribuir a su deducción racional.

    Bien es cierto que como corremos el riesgo de autoengañarnos, lo más saludable es contar con un grupo, comunidad o sabio director espiritual que nos guíen en este caminar.

    Pero me preguntas también que ¿Cómo distinguir a una persona con madurez de vida espiritual?
    Por el criterio de auto-definición de Cristo "Yo soy Camino, Verdad y Vida" es decir:
    Camino... cuando la persona usa como criterio de comportamiento el camino de la ética en el proceder social y de la espiritualidad del Evangelio en su modo de relacionarse con Dios y no la propia y antojadiza espiritualidad
    Verdad... cuando la persona ni se miente ni miente a nadie, aunque en ello le vaya su fama y su honra, porque tengamos en cuenta que ser veraces nos asegura "libertad" porque nadie podrá señalarnos con el dedo, pero no nos asegura el éxito, porque nos hace vulnerables ante los psicópatas que abunda más de lo que podemos imaginar.
    Vida... cuando la persona acoge, apoya, alienta, alegra y ama (1 Co. 13)a todos los que se acercan a él. Los discursos "apocalípticos" e inmisericordes no son propios de una persona madura y consiguientemente no son propios de personas con espiritualidad sólida; por el contrario suelen ser expresiones de personalidades atormentadas que proyectan muerte y no vida.

    Estos tres criterios, son de tal naturaleza universales, que pueden extenderse a cualquier forma de vida espiritual que no sea la cristiana, propiamente dicha y en torno a la que te contesto, por ser tu referente de vida.

    Para terminar, Dante, puesto que me dices, del sacerdote, que los criterios doctrinales de contenido filosóficos son valiosos para ti, te diré al ritmo del evangelio... "guíate por lo que dice, pero no hagas lo que él hace". Porque si de algo ha hecho gala Cristo para describirnos a Dios... es mostrarnos a DIOS, PADRE MISERICORDISO.

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