domingo, 24 de noviembre de 2019

EL MAL, o LO MALO, o EL MALO - 2 - LO MALO



LO MALO es: cuanto de perverso, mal intencionado o ignorantemente hacemos, o lo que no hacemos y deberíamos hacer y que va en desmedro del bienestar de la naturaleza o contra nuestro organismo o en contra del bienestar de los demás... sin importar cual sea el marco de referencia ideológica o conceptual o religiosa que digamos tener.



Lo malo, en el contexto social, es todo comportamiento DESHONESTO. La honestidad es (para mi) el comportamiento pragmático actitudinal y habitual de: "luchar para lograr objetivamente éxito, que por igual nos beneficie a nosotros que a quienes nos rodean". 



Ni las buenas intenciones bastan ni el obrar con veracidad es suficiente para ser honestos y superar lo malo, porque con las buenas intenciones ocultamos lo malo que tiene nuestra pereza y no lo superamos, y con la sola veracidad podemos matar la vida en cualquiera de sus formas, y matar la vida es la expresión máxima de lo malo.



Ser honestos y superar lo malo, sólo podremos conseguirlo con la actitud de escuchar y con la aceptación de la corrección de los demás; solos, no podemos ser honestos porque seremos atrapados por la pereza de nuestro carácter ante el esfuerzo que nos exige el vencer las dificultades (siendo diferentes del común denominador de la gente o yendo contracorriente o contra la moda) y por el miedo a perder oportunidades de bienestar individual, social o económica. 


El miedo y la pereza son los padres de la mentira... y de lo malo.


Si reconocemos en nosotros miedo o pereza, es signo de que no somos honestos y formamos parte de lo malo. Tenemos la obligación, impuesta por la vida, de superar nuestros miedos y nuestra pereza


Necesitamos pautas, modelo y corrección, sin importar cuanta edad tengamos o cuan cultos seamos; el individualismo del modernismo, el solipsismo del post-modernismo y el ateísmo-sagrado (como último grito de la moda intelectual-filosófica) no nos permiten ser honestos, porque nos encierran en nosotros mismos, en nuestros miedos y en nuestras perezas y, por consiguiente, no nos permitirán superar lo malo.

En mi vida sólo he visto personas honestas, en las personas sabias, que, por desgracia, han sido muy pocas porque no es lo mismo ser persona instruida, que persona culta, que persona sabia; los tres conceptos no son contrapuestos pero no se implican necesariamente. 

De hecho he encontrado personas sabias entre personas con escasa instrucción que suplían su limitación con la honestidad de vida, a toda prueba. Y, por el contrario, me topo a diario con hombres y mujeres que haciendo gala de buen nivel cultural, carecen de honestidad de vida y brillan por su intelectualidad que ponen al servicio del poderío legal, social y económico. 
Muy pocas veces he podido admirar personas con alto nivel de instrucción y cultura que, en su vida, hagan gala de honestidad (al modo como ya la he definido) y de las que haya podido decir: "rezuma sabiduría", aunque sí he reconocido en ellas la ostentación de erudición (valiosa, por supuesto pero nada más).

Luchar por vencer LO MALO que hay en nosotros y en las instituciones que nos rodean o de las que formamos parte, exige de nosotros 3 actitudes o disposiciones permanentes: - Estar dispuestos a ser diferentes, sin jactancias... - Buscar el apoyo de un colectivo que sintonice con nuestra actitud para constatar que no estamos solos, y... - Perseverar siguiendo un modelo; no imitándolo o replicándolo sino siguiendo su espíritu.


Por último...Educar a nuestros hijos en este tenor de vida es una actitud heroica, sin lugar a dudas, que muy difícilmente tendrá reconocimiento.

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