sábado, 27 de noviembre de 2021

LA EMOCIÓN LLAMADA AMOR - 3

(viene de parte 2 y 1)

Mayor aún es el error en que incurrimos cuando extrapolamos la emoción amorosa (amor) contingente y consciente, de la persona humana al Ser supra-humano, al SER ABSOLUTO, y  definimos al Ser Absoluto (en un intento de diferenciarlo del amor humano) como AMOR ABSOLUTO. 

Le antropomorfizamos y le atribuimos como CONSTITUTIVA Y ABSOLUTA la categoría aleatoria (que puede darse o puede no darse) de la emoción amorosa que corresponde a los seres humanos y/o a la persona humana.

Y de este modo, en el léxico castellano de la teología cristiana se afirma que Dios (o Ser Absoluto) ES AMOR y, según esto, su ser sería la emoción del amor elevado a la categoría de absoluto. Y se añade, en los lenguajes catequéticos, que guarda con nosotros (los seres humanos) una relación amorosa de locura, “que nos ama con locura”, y para graficar lo afirmado se afirma que nos ama con amor de Padre o con amor de Padre y Madre.

Las confusiones y tergiversaciones emocionales, afectivas y cognitivas (insalubres y/o patologizantes) que pueden surgir (y surgen) en la mente de las personas (niños, adolescentes, adultos, ancianos) son incalculables y aflictivas como consecuencia del uso de términos lingüísticos erróneos (Dios y amor; amor absoluto y amor de locura o enamorarse de Dios o enamorarse de Jesús)

Esta tergiversación en el uso de la palabra amor aplicada a Dios proviene de la cascada de traducciones (arameo – hebreo – griego – latín - lengua vernácula y de los intereses ocultos e inevitables, en cada traducción de la expresión idiomática); proceso que podríamos tipificar como “cacofonías” y adulteración (como en teléfono malogrado)

En griego, para expresar de que manera (Theo-Dios) EL ABSOLUTO se comunica con las personas humanas se usan los términos “agápi o agápe” que manifiesta la relación personal incondicional y reflexiva en la que se tiene en cuenta solamente el bien de la otra persona.

Y en latín, tomando como referencia la Biblia Vulgata, ni una sola vez se usa el verbo “amo-amare” para definir a Dios y el modo en que se manifiesta en la relación con las personas y para expresar la relación de las personas con Dios. Siempre usa los términos “Charitas” para definir a Dios y “diligo-diligare” para expresar como Dios se manifiesta y relaciona con las personas humanas y cómo éstas se han de expresar y relacionar con Dios y entre sí mismas. 

El verbo “diligo-diligare” significa el afecto fundado en la elección y la reflexión (elección = sensorio-emocional y, reflexión = afectivo-emocional) manifestado entre personas. Y “Charitas” es la expresión y manifestación de la plenitud de la Justicia (o lo que es los mismo… Santidad (X) Misericordia). La “Charitas” procede de Dios y es Dios; consiguientemente la Charitas en Dios, ES, en grado absoluto; y se nos da y manifiesta en grado NO absoluto a través de 3 facultades aptitudinales: Inteligencia, Sabiduría y Voluntad para que, con la interacción mutua de las mismas, persigamos (familiarmente, comunitariamente, eclesialmente, transpersonalmente, mundialistamente y nunca individualmente) la VERDAD (verum), el BIEN (bonum) y la BELLEZA (pulchrum et fulgor).

Si es así, como afirmo, que la identidad del Absoluto es Charitas y con EL se pueden relacionar las personas humanas por la acción y mediación de “diligere”, es impropio e incorrecto hablar del amor de Dios y del amor a Dios (en las personas humanas, en esta vida). 

-   Del amor de Dios hacia nosotros, no, porque Dios ES en acto absoluto y no puede darse-nos amorosamente porque el amor es una expresión sensorio-emocional (lo que no cabe en Dios que es Absoluto-Espíritu) y porque no podemos contenerle en nuestra finitud sensorial, pero sí podemos recibir de El, en nuestra consciencia, la posibilidad de: “vivir en El, movernos en El y existir en El”, como S. Pablo dijo en el Areópago griego (Hch. 17, 28).

-        Y hablar del amor a Dios (de las personas humanas) es igualmente impropio e incorrecto porque Dios (el Absoluto) no necesita ser amado por nosotros ni podremos hacer algo más que tener la intención emocional y la reflexión afectiva (diligere) de vivir en El, movernos en El y existir en El, hasta donde podamos ser conscientes cognitiva y volitivamente, pero no amarle porque nos es negada esta posibilidad por nuestra finitud sensorio-emocional. 

En razón de esta limitación, según el evangelio, es que Jesús-Cristo nos enseña que lo hecho o lo no hecho a “uno de estos pequeños”, es decir, a cualquiera con la limitación que nos es constitutiva evolutivamente, El lo asume como hecho o negado a El (Mt 25, 31.46), sin acepción de credos y expresiones litúrgicas (porque todas son expresiones sociales o culturales, emocionales, limitadas y limitantes).  Este texto, para su comprensión total, es necesario unirlo a (Jn 10, 30-32) en el que Jesús nos es manifestado como Dios en Dios y al margen de que asintamos, o no, a esta creencia (a la divinidad de Jesús-Cristo) y es un buen ejemplo para aprender que el “amor a Dios”, de manera directa, no es posible a las personas humanas. 

Si alguna expresión de afecto fundada en el “diligere” de la elección y la reflexión (elección = sensorio-emocional y reflexión = afectivo-emocional) apetezcamos emocionalmente manifestar hacia EL ADSOLUTO, tendrá que ser vivenciada en forma mediata, es decir, a través de quienes nos rodean porque, de alguna manera, descubramos que en esas personas inhabita EL ABSOLUTO (nunca lo absoluto por imposibilidad constitutiva y evolutiva de las personas humanas) y ellas “en El viven, en El se mueven y en El existen”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Translate