viernes, 15 de abril de 2016

LA CONDUCTA LUDOPÁTICA Y SU CONDICIONAMIENTO INICIAL

Me sugiere este post la pregunta de un amigo "¿por qué entré a un casino, por primera vez en mi vida y sin compañía, a las 9 de la mañana para salir cinco minutos más tarde?"
La respuesta más fácil de dar es... porque tenías curiosidad y tenías miedo de ser identificado. Pero creo que esta respuesta es demasiado simple y el tema merece profundización, de mi parte.

La ludopatía es hoy un problema de salud político-social, vale decir, un problema que puede fácilmente adquirir dimensiones de pandemia (patología muy extensa en las distintas poblaciones y difícilmente controlable), en todos los países en los que se preconiza la "libertad como el absoluto" que identifica a los gobiernos democráticos y que regulan la bondad o no bondad del actuar libre de los individuos, por el consenso de las mayorías.
¿Será cierto que el consenso de las mayorías es sinónimo de haber alcanzado "la verdad" de algo?

Ludo-juego y patos-enfermedad (el juego como enfermedad) en contraposición con el juego como la primera forma de aproximación al conocimiento (de niños todo -bueno o malo- lo aprendemos jugando) y sigue siendo el mejor método (en la vida adulta) para fijar en nuestras mentes cualquier aprendizaje con el menor esfuerzo posible = el esfuerzo que aprendimos a hacer de niños para aprender algo.
De lo dicho se deduce que la ludopatía es el recurso espontáneo a que acude nuestra memoria para encontrar algún mecanismo infantil que nos permita compensar las molestias de la vida adulta y alcanzar "bienestar" cómodamente. 
Esto equivale a revivir nuestra fantasía infantil de "sentirnos bien" (pasar un buen rato con alguna amistad, jugando a algo, incluyendo nuestro propio cuerpo). Pero no es a esto a lo que llamamos ludopatía, sino al uso obsesivo del juego para obtener ganancias pecuniarias, que puedan suplir al trabajo honrado y ordenado legalmente. Este proceder, lógicamente (resultado de la mentira en que nos hace incurrir nuestra memoria infantil) afecta al orden económico-social de los Estados, a la salud-social e individual y al orden social-familiar.
Por eso el juego se transforma fácilmente en una patología; pero toda patología tiene varias causas motivadoras (nada es monocausal) que es necesario identificar en nosotros y/o socialmente, para afrontar esta enfermedad de manera preventiva o curativamente.

La primera causa motivadora y desencadenante de los comportamientos ludopáticos que, luego, se transformarán en conductas ludopáticas y, finalmente, en la ludopatía es la "personalidad obsesiva" cuyo fundamento será "el carácter no educado" en la aceptación de límites para ser positivamente creativos (por el contrario, caracteres maleducados y librados a la espontaneidad de la mal llamada "autoestima"). 
 Este es el factor que nos condiciona a recurrir a la memoria (fijada como aprendizaje) de la fantasía infantil  del juego y así evadir los comportamientos de la vida adulta. Pero a él se añaden conductas socio-legales, (la libertad de trabajo y de expresión) que al ser usadas, legalmente, desencadenan en nosotros otras respuestas de motivación psicológica para no acudir a conductas creativas-adultas y que también desencadenarían en nosotros emociones gratificantes pero que, al mismo tiempo, nos exigirán esfuerzo.

La segunda causa motivadora de la ludopatía es la subyugación por el sonido o ruido, la aglomeración de gentes y por la luz, y más aún si estos tres estímulos se mueven.
Coincide esta motivación con el dicho popular de "¿donde va Vicente?: donde va toda la gente"  (con perdón de quienes se llamen Vicente) 
Todos somos testigos de la aglomeración de las gentes ante accidentes o ante fenómenos incontrolados de la naturaleza, de igual manera que nos aglomeramos en conciertos, pasacalles, manifestaciones sociales, romerías, procesiones, ferias populares o, por último, para ver pasar el tren o despegar a un avión o contemplar el movimiento de un río o del mar
La explicación es que nos vemos atraídos, inconscientemente (= diencefálica-rinencefálicamente), por la vida, que se manifiesta fisiológicamente y/o socialmente por el movimiento, porque la vida es movimiento. En consecuencia cuando se nos ofrece algo a través del movimiento, de luces y sonido, acudimos a ello como los insectos nocturnos a cualquier emisor de luz y, como a ellos, se nos puede engañar fácilmente.  ¿No es así como los casinos anuncian la "vida que nos pueden prestar?

La tercera causa motivadora de la ludopatía es el miedo a la soledad que deriva de la carencia educativa en la valoración de la soledad creativa (les remito, amigos, a los post compartidos  sobre este tema)
Quienes no hayan sido educados en el gusto por la soledad-creativa y el silencio que la acompaña, se verán tentados-as a buscar obsesivamente distractores y ¿qué mejor que los distractores sociales donde podemos ocultar o camuflar los temores propios, a través de los comportamientos de los que nos rodean o de los que organizan los distractores?
Esto es especialmente eficiente si va acompañado de luces y sonidos que tienen la propiedad de cegar la visión y de impedir la audición de nuestros miedos o acompañado del ruido de un grupo de gente (equipos de camaradería) que nos alientan a salir de los espacios de soledad y silencio productivos... pero también la luz y sonidos de los juegos electrónicos (ninguno de estos factores están puestos al azar) alcanzan a darnos igualmente las emociones adrenalínicas y dopaminérgicas que alcanzamos con las motivaciones lúdicas socializadas. (así funcionamos con los juegos en red)

La cuarta causa motivadora de la ludopatía es la necesidad de lo mágico para facilitar la vida; los juegos de azar, la buena racha, la suerte esquiva... en buena cuenta, lo que sea que nos libere de la necesidad de trabajar para subsistir decorosamente y para perder la consciencia de solidaridad-necesaria para ser personas entre personas.
Nada mejor para lograr esta liberación que involucionar a los estadíos de la infancia, tiempo en el que, jugando, éramos el centro del mundo que nos rodeaba y en los que los adultos tenía la obligación de suplir todas nuestras necesidades y carencias.
Ahora, de adultos, los organismos estatales y las empresas que manejan las iniciativas lúdico-sociales no sólo no van a cubrir nuestras necesidades, sino que las van a explotar para su rentabilidad económica, sin importarles ninguna otra regla a excepción de la impuesta por la moral transaccional y carentes de toda proyección ética.
No necesitan conciencia ética porque cuentan, a su favor, con nuestra memoria infantil (caracterizada por la conciencia a-moral) que, frente a las frustraciones que nos impone la vida adulta, nos impulsa a buscar en el "ocio no creativo" el pensamiento mágico.

La ludopatía (por ser expresión de "obsesividad no creativa o de creatividad negativa", como todas las conductas adictivas) tiene la propiedad de anestesiar todos los niveles de nuestras conciencias y de nuestra consciencia de persona humana y nos convierte en mitómanos, con propensión degenerativa hacia la psicopatía aguda (psicópatas potenciales o encubiertos por el uso de medios legalizados a través de legislación democrática, cuya expresión más claramente delatora es la mentira) 

¿Contamos con medios terapéuticos contra este mal-pandémico, del que se habla muy poco porque hay amplios y poderosos intereses economicistas implicados que obstaculizan el abordaje del mismo?

Tecnológicamente, SÍ, pero exigen como pre-requisitos: reconocimiento explícito de los-as ludópatas de su mal; consentimiento-eficiente para someterse a tratamientos terapéuticos; perseverancia de largo alcance temporal para hacer remitir los daños causados a sí mismos-as, a los grupos sociales de que forman parte; voluntad para restituir los daños ocasionados (en tanto esto sea posible) e implementación de sistemas terapéuticos-multiprofesionales de comprobada eficiencia.

Siendo cierto que cada paciente es diferente a los demás tienen, no obstante, comunes denominadores que nos permiten afirmar que el abordaje de mayor eficiencia  en el tratamiento de las dependencias (también de la ludopatía) es la combinación de psicofármacos con psicoterapia cognitivo-conductual.  Y se potencia más la eficiencia terapéutica por las técnicas grupales que por las individuales. 
 
 

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