jueves, 4 de septiembre de 2014

LA FELICIDAD O LA SERENIDAD ¿SON POSIBLE?

Si preguntamos a quienes nos rodean qué es lo que más han deseado en la vida, la mayoría nos responderá... ser felices.  Volvamos a preguntarles si han conseguido ser felices y nos responderán  que... a ratos, a ratos muy cortos.

¿Por qué si todos anhelamos ser felices y nos deseamos felicidad en multitud de momentos de la vida, si afirmamos que lo que más nos importa para nuestros hijos y para las personas que queremos es que sean felices... sólo a veces,  muy pocas veces logramos ESTAR felices y por temporadas? ¿SER felices no es posible?

Este interrogante resultó muy largo y se me ocurre justificarlo diciendo... "porque la felicidad hay que perseguirla por laaargo tiempo", para quizás no alcanzarla y porque cuanto más largo tiempo la persigamos menos probabilidad tendremos de tenerla.  Ejemplo de lo dicho son los esfuerzos hechos por las personas de edad avanzada... llevan aaaños, muchos años de tras de la felicidad y a la vista está que cada día les queda más lejana.

Se han acuñado muchas frases y de diversos autores célebres sobre lo que es la  felicidad y sobre cómo alcanzarla, cultivarla y conservarla pero todos estos textos inciden en un mismo concepto: la felicidad de es un sentimiento, un conjunto de emociones gratificantes, momentos de sentimientos gratificantes.  Aferrarse a sentimientos, o querer atrapar emociones es lo mismo que pretender abrazar al aire; él sí nos puede rodear o metafóricamente abrazar pero nosotros a él no y eso mismo pasa con las emociones y sentimientos. Por eso, si la felicidad es un conjunto de emociones no la podremos poseer nunca. Ella sí nos podrá tocar de vez en cuando.

Creo que la felicidad no es un sentimiento sino un conocimiento o una certeza, que pueden provocar en nosotros emociones, unas veces gratificantes y otras veces no, de mayor o menor duración.  Y en ese conocimiento intervenimos por igual nosotros y quienes nos rodean.

La felicidad está condicionada por  4  variables; las tres primeras dependen de nosotros, la cuarta depende de quienes nos rodean. Las tres primeras son: lo que somos; lo que hacemos y, lo que creamos; la cuarta es la valoración por parte de quienes nos rodean de los que somos, hacemos y creamos. Somos felices si nos valoran por lo que somos, por lo que hacemos y por lo que creamos y, por desgracia, sin importar si lo como somos, lo que  hacemos. y lo que creamos es bueno o malo.

Esto explica porqué es tan frecuente escuchar "mis hijos son mi felicidad"... sí, mientras estos son pequeños... porque valoran sin restricciones lo que somos, hacemos y creamos, pero ¿podemos decir lo mismo cuando nuestros hijos son mayores en edad e incluso mayores que nosotros en conocimientos o en poder social y económico? ¿verdad que entonces ya no nos valoran tanto, si es que nos valoran algo? Y, en general ese algo está en relación con el pasado por lo que más  será agradecimiento que valoración, aunque a veces agradecimiento y valoración pueden coincidir.

Como quiera que la felicidad no sólo depende de nosotros, para asegurar nuestra valoración nos hemos visto impulsados a crear un referente místico; alguien o algo que, con seguridad, nos valore por lo que somos y nos acepte con benevolencia en lo que hacemos y creamos.  Y así aparecen...
- la multitud de formas místico-religiosas de la expresión humana, en búsqueda de valoración con aceptación incondicional
- la multitud de ideologías místico-sociales en búsqueda de valoración por lo que hacemos, con supuesta intención altruista
- la multitud de maneras de trascender nuestra historia solipsista por la valoración que, a través del tiempo, puedan hacer los demás de nuestros alcances tecnológicos y creaciones que les aportemos
Con una de estas tres maneras nos aseguramos "yoísticamente o solipsísticamente" la propia valoración. Y por eso, en tono de broma se dice que uno se realiza cuando "tiene un hijo, planta un árbol y escribe un libro"

Qué deseable sería que todos fuésemos valorados por quienes somos; entonces seríamos, de veras, felices.  No tendríamos que demostrar nada y nada exigiríamos. ¿Verdad que pensar así nos obliga a creernos niños?... porque ni los reyes hoy son aceptados por quienes son, ni los protagonistas de los cuentos de hadas.
 
A todos se nos exige más; se nos valora por lo que hacemos, siempre y, con alguna frecuencia por lo que creamos. Y como lo que hacemos y creamos dura poco, permanentemente estamos en deuda y, consiguientemente, no se nos valora si no seguimos haciendo y creando.  Esto explica la dura condición de las personas mayores; como no pueden seguir haciendo y creando en ninguna de sus dimensiones de vida, pues no se las valora y cada día la felicidad se va desdibujando de sus rostros, porque se lo digamos o no, estorban porque no les reconocemos valor.
 
Siendo esto así, ¿es posible ser feliz?
  • De niños, difícilmente, porque por los límites que los adultos les imponen no les permiten ser niños y se les pide hacer cosas creativas con disciplina de adultos y a ritmo de adultos.
  • De adolescentes, no, porque ni se les permite seguir comportándose como niños ni se les permite experimentarse como adultos creativamente, con libertad, aunque se la tomen.
  • De jóvenes, quizás, si tienen la suerte de encontrar mecenazgo para su quehacer y crear; de otro modo no, porque no se sentirán valorados por lo que son; sólo por lo que hacen que nunca será suficiente porque el marketing les señala mayores metas deseables.
  • De adultos maduros, sí, si han sido previsores para consolidar la independencia creativa, por la que a sí mismos se valoren; de otro modo no, porque hacen cada vez menos y crean más lentamente.
  • Los ancianos... ya lo hemos dicho... NO y esta es la resultante de nuestra vida a la que eufemísticamente llaman "tercera edad" cuando en realidad es... la ÚLTIMA... que se valora y  que existe.

Si la felicidad no nos es posible como estado, como posesión, que sólo se nos da a cuentagotas y a migajas en razón de esas cuatro variables que la componen y que, en buena cuenta, depende más de los demás que de nosotros ¿porqué nos dejamos deslumbrar por sus múltiples espejismos? ¿Quiénes nos han engañado o nos siguen engañando?  
 
El cultivo de la serenidad como forma de vida, por el contrario, tiene sólo una variable y ésta depende sólo de nosotros:  aprender a valorar y valorarnos en todo momento como contingentes y, por lo mismo perfectibles.
 
Nuestro ser, hacer y crear quedará reducido a la conciencia actuante y permanentemente exigente de perfectibilidad, sin prisas y sin dependencias de nada ni de nadie, porque será tan perfectible y contingente como nosotros.
Pero, al mismo tiempo y para alcanzar este nivel de libertad activa sin caer en el solipsismo y en el conformismo, insostenibles por ser patológicos, necesitamos re-educarnos en la vivencia de la soledad-creativa pero expuesta, voluntariamente, a la crítica comunitaria porque por nosotros, solos, pronto caeremos en la pereza.
 
La vivencia de la serenidad como estado de vida y conciencia creativa, tiene como aliada necesaria la vida mística, imprescindible para poder ser persona entre personas y para las personas: serenidad mística, sí es posible siempre; la felicidad permanente, es una quimera en cualquier estado de vida que se pretenda pensar. (antiguo post  LA SOLEDAD PARADOJA NECESARIA...)








12 comentarios:

  1. Me gustó el texto. Sin embargo no estoy de acuerdo con todo lo dicho. Aquí algunos comentarios:
    1. No creo que en todos los momentos o episodios felices, tenga que haber estado presente -necesariamente- el cuarto componente que pones: la valoración de los demás. De hecho hay momentos felices que no compartes con nadie. La felicidad como estado permanente no es posible así lograras juntar los 4 componentes todo el tiempo.
    2. Si bien creo que la serenidad es un estado genial, pienso que la felicidad también es totalmente posible en los viejitos. Pero creo que el truco en ese caso, es aceptar que las cosas cambian y no aferrarse a los recuerdos de lo "mejores que eran" antes.
    3. Desde hace algunos años creo que la felicidad es mas bien una decisión obligatoria. Pase lo que pase, sea como sea y cueste lo que cueste, me propongo y me obligo a ser feliz y entiendo que si bien puede no ser mi estado natural es el estado que elijo tener.
    besos

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    1. Estupendos aportes, querida anónima que animan el diálogo en búsqueda de la verdad que tiene que ser el resultado de los aportes y vivencias de todos y, por supuesto, no sólo mías.
      Pero, observa que, cuando te refieres a los momentos íntimos de felicidad, dices dos cosas: experiencia interior de valoración aprendida (moral, religiosa, espiritual, mística, estética, social, intelectual etc; todos factores de valoración aprendidos y, consiguientemente, externos) o cuarto componente y que son momentos, (migajas, cuentagotas a las que nos aficionamos y apegamos... también por aprendizaje de valoración del cuarto componente
      Cuando dices que los viejitos pueden ser felices, lo señalas muy bien... con la aceptación de los cambios y... añadiendo, la superación de las limitaciones en la medida SERENA de lo que es posible o perfectible (contingencia y perfectibilidad). De ahí el éxito de las formas diversas de integración de las personas de la llamada tercera edad, que todas ellas parten de la valoración externa y son eficientes por mientras la acción de los ancianos tengan reconocimiento productivo (activo o pasivo) externamente (sociedades, familias, empresas, Estado) o cuarto componente.
      Tu tercer aporte, formidable: tanto la felicidad efímera como la serenidad estable requieren de nuestra decisión obligatoria: no son nuestros derechos, porque la vida no es un derecho sino un don gratuito y, consiguientemente no nos da derechos sino dones en cantidades y cualidades diversos, con la obligación de desarrollarlos en beneficio POR IGUAL propio que de quienes nos rodean, que en eso consiste la HONESTIDAD.
      Creo que esto es así, porque si mi origen no está en mi mismo, no veo como el fin de mi actuar y de mi ser pueda ser solamente mi yo.

      Gracias, querida anónima, por tus magníficos aportes dialogantes.

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  2. He intentado publicar un comentario a este post en un sólo texto, pero por limitaciones del sistema, debo hacerlo fraccionado (dado que me he excedido un poco en el comentario.... jejeje), Así que allí va el texto/comentario.

    Aunque habitualmente comparto/y sostengo lo expresado en este blog, he de decir que en este último post, disiento de lo planteado.
    Desde mi humilde y limitada experiencia de vida, la felicidad no se basa en lo que somos, ni hacemos, ni en lo que producimos o creamos, ni mucho menos, en lo que los demás / la sociedad opina al respecto. Tampoco se basa en la actitud serena y contemplativa como única alternativa (aunque puede ser una alternativa válida personal si así se decide).
    A mi modo de ver, la felicidad se basa en esto último, en la "decisión de ser felices".

    A nivel biológico, lo que nuestro cerebro interpreta como "felicidad" es único para cada individuo, y esta condicionado inicialmente por nuestras experiencias más tempranas y por ende determinantes y repetitivas (ojo, en la repetición esta el truco). Esto explica por qué para una persona, ser feliz en un momento puntual, puede ser igual a saltar desde un avión con paracaídas, y para otra, este mismo estímulo es aterrador y por consiguiente "indeseable", y por consiguiente, lo hace infeliz llegado el caso.
    Las improntas neurológicas instauradas durante nuestra infancia/adolescencia, y luego refrendadas y ampliadas (o no) durante nuestra vida adulta, constituyen el "aprendizaje de la felicidad". Dicho esto, yo plantearía entonces, que el punto del post donde se afirma que durante la infancia/adolescencia no se es "feliz" es totalmente errado. En mi experiencia, es todo lo contrario y esto se lo debo totalmente a mis padres/hermanos/amigos/sociedad. Claro, se podría plantear, "un caso personal no es representativo", pero la realidad es que siempre somos la suma de casos sueltos.
    Por otro lado, el plantear que las "normas/obligaciones/imposiciones" limitan nuestra felicidad, debería ser matizado.
    Una vida sin orden, normas, obligaciones etc, es una vida asilvestrada, y difícilmente esta condición, puede ser tomada como deseable para la persona como tal, o para la sociedad en la que se mueve esa persona (a menos que se trate de una opción de vida consciente y trascendente).

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    1. Querido hijo; me alegra tu participación crítica dialogada porque, de múltiples enfoques y, consiguientemente discrepantes, iremos aportando matices de hondas de luz a la verdad que vivimos y compartimos.

      No pretendo convencer ni a ti ni a nadie porque, clara en mi mente está la premisa de que toda exposición es la resultante de tres componentes desiguales: la cultura previa, la intención de manipulación de la mente del receptor y la trasmisión de la verdad. Y como sé que este último componente debe ser nuestro objetivo y es polícromo, poliédrico y abierto al Absoluto, quiero estar abierto a tus aportes y a los de todos; bienvenidos sean para que todos los lectores se enriquezcan más y más.

      Entre este texto de tu comentario y el que sigue has escrito un tercero que, por no sé que mecanismo de estos sistemas electrónicos, no he podido publicarlo y al intentarlo se ha llenado de multitud de signos y grafías que me han impulsado, por precaución, a borrarlo. Te pido disculpas por mi impericia, al respecto.

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  3. Yo he llegado a pensar y lo he comentado con un gran amigo hace muy poco, que el problema que tenemos las personas es la búsqueda incesante, de aquello que ya tenemos y no reconocemos.
    Metafísicamente y cuánticamente hablando, si hemos si hemos sido felices en el pasado, aunque sea en un brevísimo periodo de nuestras vidas, somos felices durante toda nuestra existencia. Lo somos en el momento actual, y lo seremos en el futuro, porque pasado, presente y futuro, son lo mismo en nuestro cerebro.

    La felicidad a mi modo de ver es una actitud consciente/creciente y contagiosa de vida, matizada con momentos de tristeza y pesar, necesarios para volver a disfrutar y tener/sentir el desequilibrio equilibrante (por consiguiente necesario...) de neurotransmisores estimulantes y depresores de nuestro sistema nervioso.
    La felicidad es una actitud vital!!! y viva en si misma!!!

    Desconozco lo que significa encontrarse en la "tercera edad", pero estoy seguro que cuando se ha vivido toda la vida de forma intensa y plena, no puede ser mala. Además, si se tiene el respeto y admiración de aquellos que nos rodean (como es claramente tu caso y el de mi madre), dudo mucho, que uno pueda sentirse mal, a menos claro, que nos dejemos llevar, y no nos ejercitemos en esta "actitud de felicidad" (los tíos López son un ejemplo viviente de este argumento...).

    La soledad elegida, es sin duda una manera respetable de ser/estar, sin embargo yo pregunto, dado que somos seres sociables, que la interacción con los demás nos alimenta/reta/estimula (y por ende desequilibra sanamente...) y que la búsqueda de la quimera es al mismo tiempo, medio y fin... por qué no re enfocar nuestra felicidad y englobar en ella tanto momentos "buenos" como "malos"?, tanto momentos de soledad y al mismo tiempo de complicidad con los demás?.

    Sin duda la serenidad es necesaria para la mente, cuerpo y espíritu. Es condición imprescindible para poder percibir las sutilezas que la vida nos presenta a cada paso... pero yo me atrevo a decir una cosa, y es que la realidad que vemos y vivimos, la creamos consciente o inconscientemente cada uno, y la serenidad es sólo un estado entre excitación y depresión consciente o inconsciente, que nos permite valorar los otros momentos y clasificarlos, sin el remolino de emociones/deseos/y sentimientos que en definitiva es la vida.

    Lo que entendemos como real, es sólo porque queremos creer que así es.
    Por lo tanto, puestos a elegir, ¿por qué no elegimos simplemente ser felices con todo lo que nos pasa?, sea bueno, malo o regular. Siempre tenemos la opción de crear nuestra propia realidad y de invitar a los demás a ser partícipes de esta realidad, ¿no te parece?

    A si que mi querido padre.... como te quedó el ojo?.

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    1. ¿Cómo me quedó el ojo?: la córnea muy blanca, el cristalino muy trasparente, el iris verde, como siempre, los humores vítreo y acuoso en estado funcional y la pupila con buen nivel de elasticidad y dilatación.

      Me cabe la duda, releyendo tu aporte, si piensas que el texto publicado es más autobiográfico que conceptual, al contrario o un popurrí de ambas vivencias. Como fuere, está bien porque tu enfoque abrirá nuevas ventanas a la verdad, que los distintos lectores agradecerán.

      Sólo quiero añadir a tu comentario de que " si metafísica y cuánticamente hemos sido felices en algún momento de nuestras vidas, entonces los somos siempre en razón de la unidad del tiempo".

      Es válido lo dicho tanto en cuanto la experiencia fijada (o experiencia vivencial) por acción de la acetilcolina en la amígdala-cerebral, en el hipocampo y por acción de éste en el cerebelo... no haya sido contrarrestada por otra u otras experiencias, secretoras igualmente de acetilcolina, de signo contrario. En este caso la acción del neocortex temporal y prefrontal estará reducida a cero o próxima a cero y, entonces, el aprendizaje previo de la "felicidad"... estará comprometido.

      Por lo demás, tu aporte es magnífico. Gracias por tu diálogo permanente.

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  4. se me ha ocurrido que para publicar la segunda parte del comentario que has hecho al post, lo copio del correo que me enviaste, en el espacio reservado a mis respuestas; así estará todo completo, para beneficio de quienes puedan estar interesados en ampliar el análisis del tema y de este modo no altero la norma que sigo de publicar, sin censura, los aportes que me hacen todos los dialogantes

    Así pues, yo planteo que durante la infancia y la adolescencia, si se tiene la suerte de haber nacido en la familia adecuada, se es infinitamente feliz (por lo menos, esa es mi experiencia). Claro, esto es casual y no depende de la persona como individuo consciente, más allá de lo delimitante que su neuroquímica cerebral /carácter le establezca.



    Durante la vida adulta por el contrario la felicidad es una "actitud", es una "elección consciente" y al mismo tiempo es un "trabajo titánico". Claro, si durante de la infancia ésta se te ha presentado, durante la vida adulta, nuestro subconsciente personal y nuestra neuroquímica cerebral, buscan desesperadamente esa felicidad. Es la búsqueda el problema, y a la vez la solución al dilema.



    Estoy de acuerdo que nuestra capacidad creativa (manifestada en toda su infinita variabilidad), el reconocimiento personal y social (los logros y éxitos), así como en definitiva "lo que somos", hace que sea más o menos fácil, el alcanzar ese tan deseado estado de felicidad. Sin embargo, disiento al pensar que ser felices se limita a estos factores, y para muestra un ejemplo: Un deficiente mental, habitualmente no tiene consciencia sobre lo que es. Habitualmente no hace, no crea. Habitualmente no es reconocido por la sociedad por nada, salvo por su deficiencia y limitaciones. Sin embargo, puede llegar a ser más feliz que cualquiera "normal".

    En este caso, es la inconsciencia racional, la que le limita y otorga al mismo tiempo, la felicidad. Al no haber un filtro consciente, ni un anhelo inconsciente, puede recibir y valorar en toda su magnitud cada faceta de la vida, rescatando lo positivo y "olvidando lo negativo".



    Los aparentemente "normales" no solemos poder hacer eso, porque nos cuestionamos en cada momento, nos atormentamos con dudas, miedos, inseguridades y sobretodo, con el deseo absurdo de buscar la felicidad, cargándonos en el camino con una mochila de recuerdos y pesares, que lastran nuestro desarrollo persona/social/humano, y al final, nuestra felicidad.

    No solemos darnos cuenta que la felicidad esta delante de nuestras narices; en cada gesto, en cada paisaje, en cada brisa de viento, en cada nota de música, en cada libro, en cada sonrrisa.

    Y también, por qué no, en cada confrontación, en cada crisis, en cada pelea y discusión, en cada reto "insalvable" (que al final, de una u otra manera se salva...), al final, en cada momento de nuestra historia.

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  5. En línea con lo que dialogamos en la parte anterior (que debería haber sido la posterior) es claro que está inscrito en nuestro ADN nuestro... "estado de ser" = "SER + que lo que el estadio evolutivo, la fenomenología orgánico-cerebral y la circunstancia histórica" nos haya impuesto. Esto no es otra cosa que... "superar la estructura evolutiva -somatopsíquica- desde la estructura creativa social o desde la estructura espiritual" y a ello llamamos felicidad en el primer caso, o bien serenidad en segundo.

    Ninguna de las dos formas se contraponen ni excluyen necesariamente sino que, por el contrario pueden complementarse. Y a su vez, ambas, como muy bien señalas, deben pagar tributo a la estructura neuroquímica.
    En efecto, sabido es que..." la experiencia de felicidad es tributaria de la intensidad de DOPAMINA (sin ser la única) en el torrente sanguíneo" y dura lo que el metabolismo de la dopamina requiere, lo que condiciona -como todas las drogas- asociación de aprendizaje adictivo entre los estímulos (circunstancias, personas, etc.) y el aprendizaje emocional y/o racional del deseo de posesión continua. Hunde sus de acción (raíces) en la estructura del mesencéfalo, básicamente, lo que en rigor nos coloca entre la línea evolutiva pre-homínida y homínida

    A su vez la serenidad es tributaria de la VASOPRESINA y su rédito metabólico, de mucho mayor duración y estabilidad que la anteriormente mencionada porque si bien condiciona en nosotros el deseo de quietud, desarrolla en el neocortex prefrontal el aprendizaje racional y volitivo-intencional del costo que tienen los silencios, las soledades y las perseverancias creativas que su generación exige. Esto nos coloca en el límite de las líneas evolutivas homínida y de personas (base de la "personeidad".

    He puesto en lenguaje bio-médico, lo que tú, muy bien expresas en lenguaje coloquial, en el intento de dar mayor solidez (como en dos momentos me sugieres que haga) a lo que vamos dialogando y en espera de que otras personas lo complementen.

    Gracias hijo, por ser estímulo de vida dialogante

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  6. Julián:
    La felicidad no existe unificada en los sujetos porque nuestras vidas nos permiten visibilizar demasiados quiebres de sistemas tras sistemas queriendo imponer en las vidas de aprendizaje. Cierto es que aquella falsa felicidad de encontrarla en la valoración del otro termina siendo un fantasma del cual periodicamente alimenta el entorno a costa de profundidades hirientes del sujeto propio, sin embargo soy consciente que en su mayoria las múltiples formas de criar están plagadas de ello.
    Yo creo que cada sujeto se recompone cuando se da cuenta que puede reconstruir y construir su propia felicidad, y ello no se da sino se dan los momentos de reflexión, creación, transformación que opta la persona en interacción con el otro o los otros. Reconocernos en lo que somos, hacemos, creemos y asumamos un proyecto de vida, nos compromete a una felicidad profunda que se revierte en soportes de vidas motivadoras de otras.
    Resulta patético las descripciones que haces desde el niño hasta el adulto mayor de la felicidad supuesta, pero creo que es aún más complejo de lo que imaginamos y mucho tiene que ver con la ausencia del pensar, del reconocerse y del asumirse..... en mi experiencia sólo diría cuando niña me dieron responsabilidades dicen otros .de adulto y yo solo recuerdo la felicidad de mis logros en ello tanto como los intensos juegos con mis hermanos, cuando fui adolescente fui invitada a vivir la felicidad como emoción por algunos de mis cohetaneos y preferí la felicidad verdadera en manos de uno mismo la creación, los aprendizajes, el trabajo, la familia y asi sucesivamente.... la felicidad es una decisión, se construye en un vinculo autónomo con los demás, una emoción de felicidad no es tal si no tiene en nuestra racionalidad evidencias propias de transformación.
    Me quedo aún pensando ..

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  7. Yo creo que cada sujeto se recompone cuando se da cuenta que puede reconstruir y construir su propia felicidad, y ello no se da sino se dan los momentos de reflexión, creación, transformación que opta la persona en interacción con el otro o los otros. Reconocernos en lo que somos, hacemos, creemos y asumamos un proyecto de vida, nos compromete a una felicidad profunda que se revierte en soportes de vidas motivadoras de otras.
    la felicidad es una decisión, se construye en un vinculo autónomo con los demás, una emoción de felicidad no es tal si no tiene en nuestra racionalidad evidencias propias de transformación

    Sonia, he querido resaltar los dos aportes que me parecen más significativos en tu comentario. Ojalá los lectores-dialogantes de comentario se animen a expresar sus experiencias, como tu lo haces; sería fantástico porque las vivencias tienen el contenido de verdad que el discurso analítico-intelectual no alcanzará nunca a tener.

    Gracias por dialogar con nosotros.

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  8. En este interesante diálogo cito al Dr. Zev Ballen (parte de su artículo 'La verdadera naturaleza del hombre)
    Vivimos en una cultura que nos hace sentir que estamos haciendo todo mal si no hacemos un esfuerzo constante usando nuestra propia fuerza, motivación y destreza intelectual para poder “tener éxito en la vida”. Lo que no siempre te dicen es que es una tarea imposible que nunca nadie logró llevar a cabo.

    Jamás conocí a una persona realmente feliz y confiada que se haya llevado a sí misma hasta el límite para poder ser feliz. Esta teoría no puede tener éxito porque está basada en una premisa falsa.

    La creencia predominantemente ateísta acerca de la naturaleza humana es que el hombre debería dominar a la naturaleza (que incluye a otras personas y naciones). Se ha vuelto una norma cultural que la gente sienta una constante presión interna por luchar con todas sus fuerzas por volverse más poderosos, más influénciales y por amasar una fortuna más grande. Esta filosofía no hace más que llevar a la persona a la desesperación.

    En realidad, la naturaleza humana es exactamente lo contrario.

    El más profundo deseo del ser humano es hacer lo que es correcto y justo, incluso si ello no lo lleva a la grandeza. No hay más grande satisfacción para el ser humano que someterse a la autoridad moral de Dios. Dios conoce nuestra naturaleza mejor que los ateos, porque Él nos creó. Y dado que Dios nos creó, Él sabe todo acerca de nosotros y nos dejó saber todo lo que necesitamos saber acerca de nosotros mismos en la Torá y a través de Sus sagrados sabios.

    El famoso místico Rabino Israel Baal ShemTov, hacía la siguiente declaración a diario: “Amo del universo, he aquí que Te entrego todos los pensamientos que voy a pensar hoy; todos los sentimientos que he de sentir hoy y todas las acciones que voy a realizar hoy”. Tras haber hecho esta declaración, él estaba completamente en paz con lo que ocurriera ese día, porque había anulado su propia voluntad y se había entregado completamente a Dios.

    Cuando después de más de treinta años de practicar la psicoterapia, finalmente me di cuenta de que la verdadera naturaleza del ser humano es no tratar de dominar y controlar su medio sino encontrar a Dios en su medio y someterse a Él, entonces Dios me ayudó a empezar a asesorar a la gente con este nuevo entendimiento.

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  9. Debora, gracias por este formidable aporte dialogante. En realidad este comentario es el segundo que hago pues el anterior se disolvió en la nube cibernética y no sé por qué.

    Concuerdo contigo, con el Dr. Zev B. y con el rabino Israel B.; Dios nuestro Padre se comunica e interactúa con nosotros, sus hijos, de manera ORDINARIA a través de tres mediadores: nuestro cuerpo, las personas que nos rodean y los acontecimientos y, por correspondencia lógica, estos habrán de ser los modos por los que nosotros, sus hijos, correspondamos con amor filial.

    En esta clave leo la súplica oracional del místico Israel B y si actuamos en esta clave de sintonía, con nuestro Padre Celeste, y en interacción con nuestros hermanos -sin distinción, en razón de las vicisitudes y variantes que afrontemos en el día- tendremos como resultante la SERENIDAD de sentirnos amados por un Padre común.

    Para lograr esta dimensión de FELICIDAD SERENA se precisa que actuemos... sin prejuicios; sólo guiados por la "visión intuitivo-experiencial"... de la presencia de nuestro Padre, como dice al final de tu aporte Zev B.

    Gracias Debora por tu aporte dialogante

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