viernes, 1 de noviembre de 2013

SER SERVIDOR DE ALGUIEN ¿ HUMILLA O DA PODER ?

Ante las personas con actitud de servicio y, mas aún si el servicio que prestan es incondicional o prácticamente incondicional, se suscitan tres tipos de respuestas y actitudes en quienes las rodean:  1 actitud de admiración, 2 suspicacia ante las probables intenciones ocultas y 3 rechazo porque se considera ese comportamiento como humillante, poco digno y, generalmente, objeto de abuso.

La admiración se suscita ante la imagen abrumadora de "personajes" que impactan la vida social o política porque alcanzan éxito ejerciendo labores que parecían imposibles de ser coronadas con el éxito pero que son el resultado de muuuu...chos años de esfuerzos silenciosos e inicialmente solitarios. 
Prototipos de estos personajes y próximos a nosotros pueden ser M. Gandhi que unificó a su país y lo liberó de un Imperio sin confrontaciones bélicas; M. Teresa de Calcuta quien, por la labor de acoger a los más miserables de la India y dignificarlos rompiendo los tabús de las castas sociales, convoca en sus funerales a la multitud orante jamás vista en el mundo, de todos los credos  y a representantes de casi todos los países y religiones; M. Louther King quien con su lucha y luego de su muerte, alcanza a romper la segregación legal de la raza negra en USA y consolida realmente la libertad de la esclavitud social que sufrían estas personas.

Y en nuestros cercanos ámbitos familiares, vecinales y laborales todos conocemos personajes que son queridísimos porque el monosílabo NO ha desaparecido de sus mentes, cuando alguien les pide algún servicio; dan la impresión de disfrutar solamente sirviendo a los demás y de los que, con alguna frecuencia, se dice "sólo sabe sufrir".
Son los tíos queridísimos e inolvidables o los compañeros a los que siempre podremos acudir por ayuda: los médicos incondicionales y silenciosos para el servicio; los empresarios que por igual se ocupan del desarrollo de sus trabajadores que de los objetivos de sus empresas; los políticos que escuchan para poder cambiar los contextos sociales de injusticia; los maestros que rarísima vez se les recuerda aunque hayan sido las bases del ABC intelectual, moral, ética y mística de generaciones; los investigadores ocultos que intentan hacer más agradable nuestra vida, etc. etc.  La admiración, las alabanzas, los reconocimientos de los beneficiarios son ostensibles porque en estos casos siempre son la minoría y desde ella, decimos, marcan la diferencia.

Pero luego de la expresión de admiración surge la reacción en contra y las expresiones frecuentemente sarcástica de "yo no soy Teresa de Calcuta" o "yo no soy la tía Lula" porque "por si acaso, yo no soy santo".  Admiración sí, pero asimilar y hacer propios los valores de servicio de los personajes servidores de los demás, no, porque no parece clara la separación entre la extrema generosidad de los servidores y la ignorancia que del "mundo real" tienen estas personas y la percepción de debilidad y falta de "autoestima" de las mismasY ante el actuar generoso de estos personajes es fácil encontrar mucha gente y, generalmente próxima a ellos, que confunde su bondad con debilidad e intenta, por muchos medios, abusar de quien sirve. Pronto, en consecuencia, surge la duda expresada como "bueno es el culantro pero no tanto" y comienzan las suspicacias.

Que estos personajes (por igual los sociales, los profesionales como los familiares) tienen poder y lo ejercen desde el servicio, en proporción difícilmente calculable, es evidente por las multitudes que convocan y/o por la perennidad de su recuerdo pero, al mismo tiempo, son sujetos de humillación y a veces de burla, incluso, luego de ser reconocida la heroicidad de su actuar.
El servicio puede ser fuente de poder pero, al mismo tiempo, generado de humillación.

Los análisis de sus comportamientos y las expresiones de sus modos de pensar, de su filosofía sobre la vida genera mucha reserva y suspicacia porque nos resulta difícil seguir sus huellas. Reservas en nuestro actuar porque decimos que somos diferentes y defensas en nuestro pensamiento porque nos falta claridad para saber con certeza si no ha habido en ellos ganancias ocultas. Son los mecanismos que nos permiten negar el valor evidente para nosotros de esas personas porque sus vidas son "voz profética" que compromete, en mayor o menor grado,  y nos exigen cambiar en nuestro actuar


Todos deseamos un cambio de sociedad, de políticas internacionales, de tecnologías e ideologías al servicio del ser humano para que éste sea más persona pero esperamos que este anhelo sea producto de la magia o "de influencia extraterrestre", unas veces sacrales de todos los colores y otras, cada vez más frecuentes, alienígenas. Son los modos por los que hacemos ostentación de nuestra cobardía ante los retos de la vida que nos toca protagonizar. Y, por eso, preferimos refugiarnos en los personajes que, debiendo ser servidores por autodefinición, nos escandalizan .

De sobra sabemos, por la historia, que los cambios sólo son producto de la generosidad mancomunada, de la multiplicación de quienes tienen conciencia de ser personas para personas y que no se detienen porque, efectivamente, haya seres que sólo alcanzan a ser seres humanos al acecho de cuanto provecho puedan usufructuar del servicio de las personas con conciencia de persona.

Que frente a quien sirve habrá, lastimosa y frecuentemente, demasiada gente con el ánimo de abusar, es también y para todos una evidencia. Y, ante esta realidad ¿qué hacer para que nuestro servicio sea un paso más hacia los cambios que deseamos?  Mi respuesta es clara: sumarnos al número de "profetas" con dos actitudes:
1- Fortalecer cada día nuestra actitud de servicio o, dicho de otro modo, decir y hacer SI a toda petición de servicio que se nos haga.
2- Denunciar con "delicadeza, firmeza y claridad", es decir, con VERACIDAD al servicio de las personas (y no veracidad por la veracidad) cualquier abuso de que podamos ser objeto (sea quien fuere el abusador: próximo o lejano, fuerte o débil, autoridad o par), pidiendo reciprocidad, de algún modo, a toda aquella persona a quien sirvamos, para que sea explícito el equilibrio de "tú, eres más que yo, antes que yo y superior a mi, pero no sin mi"


Creo que con  esta dupla actitudinal, la humildad del servicio que prestemos en nuestros hogares, en los ambientes laborales, en las relaciones sociales -civiles o religiosas-, en la dimensión política etc. se transformará en un mecanismo de poder al servicio del cambio de -ser humanos, a ser personas para personas-, que todos anhelamos.









 

2 comentarios:

  1. Si tienes mucha razón , este don del servicio a veces te juega contra ti mismo, en que momento el que practica el servicio puede olvidarse de que también debe ir construyendo la capacidad de aceptar el servicio para si, hacia si mismo. por ello creo que el amor y la libertad es clave ... en otros casos he denotado que cuando el motor es una carencia, una falta de hacer silencios para pensar en lo caminado y emprender y tomar grandes decisiones terminan por aletargar distrayendo su mirar por el otro.. en el otro .. me parece clave detallar este acto de servir, es como puedo medir que el servicio se trata de hacer algo que reconozco que el otro requiere y que uno puedo abonar en ello y sino puede hace su mejor esfuerzo. El otro elemento como aprendo en el servicio de dar sin esperar nada, lo que te forma una humildad y honestidad que te hace fuerte sin embargo es una lucha permanente de a veces buscar reconocimientos.
    un abrazo
    Sonia

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  2. Gracias Sonia por tu participación y diálogo. Tu experiencia de vida enriquece el contenido del post y nos enriquece psíquica y espiritualmente a todos los que te leemos.

    Julián

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